En las dos entregas anteriores explicamos la importancia de la figura de Ernst von Bibra. En ésta comenzamos a ofrecer su biografía y una introducción a su obra. Leer primera parte. Leer segunda parte.

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Ernst Freiherr von Bibra nació el 9 de junio de 1806 en el castillo de Schwebheim, situado en Baviera, en el corazón de Alemania. Los Bibra eran una familia aristocrática de origen franco, entre cuyos miembros se cuentan personajes históricos tan importantes como Lorenz von Bibra (1459-1519), que fue príncipe-obispo de Würzburg, duque de Franconia y consejero de Maximiliano I, emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, quien a su vez fue padre de Felipe el Hermoso (casado con Juana la Loca, hija de los Reyes Católicos), y por tanto abuelo de nuestro Carlos I de España (y V de Alemania). Prueba del prestigio del apellido es que hay varias poblaciones alemanas con el nombre de ‘Bibra’, además de un río y un lago.

El padre de Ernst, Ferdinand Johann Wenzel von Bibra, luchó a las órdenes del general Rochambeau en la Guerra de la Independencia Americana, con las tropas enviadas por Francia para ayudar a los independentistas en su lucha contra los británicos. Ferdinand se casó con su sobrina,Lucretia Wilhelmine Caroline von Bibra, y el protagonista de nuestra historia fue el único hijo del matrimonio.

La familia llevaba una vida fácil y más bien lujosa, aunque su riqueza iba declinando con el paso del tiempo, típica situación de los nobles venidos a menos. A comienzos del siglo XIX aún conservaba parte de sus propiedades, y fue a finales del XIX y comienzos del XX cuando muchos de sus miembros emigraron a Estados Unidos o Australia en busca de mejor suerte.

El padre de Ernst murió cuando éste tenía poco más de un año. A partir de ese momento, el barón Christoph Franz von Hutten se hizo cargo de él y lo crio en su casa de Würzburg, donde existía un estupendo museo, que sin duda influyó en sus inclinaciones artísticas.

A los dieciocho años, tras la muerte de un tío, heredó el municipio de Schwebheim. También heredó de su familia parte del castillo y del municipio de Willershausen, que vendió años después. (Recordemos que hasta 1871, año de la unificación, Alemania no existía como tal y era un rompecabezas de pequeños estados, principados y ducados, cada uno de ellos formado por entidades más pequeñas, en muchos casos regidas al estilo feudal). Desde entonces hasta el final de su vida, los ingresos procedentes de sus propiedades le permitieron dedicarse a sus estudios, investigaciones, libros, aficiones y viajes.

A los diecinueve años se graduó en la escuela-internado de Neuberg y comenzó a estudiar leyes, química y medicina en la Universidad de Würzburg, pero pronto abandonó el Derecho y se dedicó a las otras dos disciplinas. Los testimonios biográficos le describen como un hombre atractivo, con carisma y gran talento artístico. Ciertamente, debió de ser un caballero con un ligero toque aristocrático y romántico muy propio de la época, ya que se batió en cuarenta y nueve duelos de honor, y tuvo que ser un experto duelista porque llegó a la edad de setenta y dos años.

En 1836 se casó con Josephine Pickel, perteneciente a una familia de la burguesía de Würzburg, lo cual dice mucho sobre su carácter poco conservador, ya que por aquel tiempo aún no estaba bien visto que un noble se casara con una persona del pueblo llano. Tuvieron cuatro hijos, de los cuales falleció uno. Ya casado y con familia, montó su propio laboratorio de química en el castillo de Schwebheim. Su primera obra fue sobre química médica: Análisis químico de diferentes tipos de pus y otras sustancias patológicas: Una contribución a la química patológica. Poco después, haciendo gala de su diversidad de intereses, escribió un libro sobre historia del arte, en cinco volúmenes: Monumentos artísticos en Alemania, desde los primeros tiempos hasta la actualidad.

En 1846 se mudó a Nuremberg. En 1847 publicó, junto con Lorenz Geist, una obra sobre las enfermedades de los trabajadores expuestos a los vapores de fósforo, por la cual la Academia Francesa de Ciencias le concedió el Premio Montyon.

En 1849 emprendió un largo viaje por Sudamérica, al estilo de Darwin. Las observaciones registradas fueron útiles para sus libros Reise in Süd-Amerika (Viaje a Sudamérica, 1854) y Die narkotischen Genussmittel (Las drogas beneficiosas, 1855).

Su viaje también le sirvió para ampliar su museo privado, hasta el extremo de tener que comprar una casa nueva en 1851. Otra prueba de su amor por el arte es que fue uno de los cofundadores del Museo Nacional Germánico (año 1852), al que donó parte de su colección. Permitía a todo el mundo visitar su galería, siempre que no interfiriera con su vida y sus trabajos. Incluso monarcas como el rey Maximiliano II de Baviera y Federico Guillermo de Prusia fueron a contemplarla.

Recibió muchos premios por su labor. Por citar sólo algunos de ellos, en 1844 la Academia Leopoldino-Carolina Alemana de Ciencias le eligió como miembro y le concedió el sobrenombre de ‘Paracelso III’. El rey Federico Guillermo de Prusia le impuso una medalla a comienzos de la década de 1850 por sus contribuciones al arte y a la ciencia. El zar de Rusia, Alejandro II, le envió un anillo de diamantes por su libro Los tipos de granos y el pan. Asimismo, fue miembro de la Real Academia de Ciencias de Munich y de la Academia Imperial y Real de Ciencias de Viena. Hasta su muerte fue uno de los editores de la revista Gaea, Natur und Leben (Gaea, naturaleza y vida). En sus últimos años de vida prefirió dedicarse a escribir obras de ficción, especialmente novelas, con las que obtuvo un gran éxito. Murió el 5 de junio de 1878 en Nuremberg, unos días antes de cumplir setenta y dos años.

 

(Continuará)

 

Ernst von Bibra es uno de los Pioneros de la coca y la cocaína

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