El Peyote es un cactus pequeño, sin espinas, con forma de zanahoria, que crece en México, Texas y Nuevo México, a ambos lados de la frontera formada por el río Grande y más hacia el sur: Deming, Corpus Christi, Puebla, Sombrerete, Zacatecas, Tamaulipas, Coahuila, Nuevo León, en los desiertos calcáreos y en los valles de los ríos, bajo arbustos que le dan sombra para poder soportar el duro sol.

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En México se encuentra sobre todo en la sierra que va entre Nayarit y San Luis Potosí. Aunque su crecimiento en el desierto es muy lento tardando hasta 15 años en madurar y florecer, en un invernadero o en la costa mediterránea, con los cuidados adecuados puede florecer a los 5 años, como hemos comprobado. La redonda superficie superior, que aparece sobre el suelo, se llama botón de peyote o corona. Es una de las plantas psicoactivas mejor estudiadas y su espíritu activo, la mescalina, fue aislada en 1896 convirtiéndose en la droga de los artistas y los ocultistas, revolucionando la psiquiatría europea del siglo XIX y principios del XX (Rätsch 2005).

 

EFECTOS: TE MARAVILLAS

En 1927 un psicólogo francés publicó un libro titulado: “El peyote, la planta que hace que los ojos se maravillen” (La plante qui fait les yeux émerveillés, Rouhier 1927), de quien tomamos estas palabras para describir las dos fases en los efectos del peyote: “Una de sobreexcitación general, de contento, de euforia; la otra, de sedación nerviosa, de una indolencia física más o menos acentuada (…); esta última fase está casi enteramente llena de visiones de color”.

Los efectos comienzan tras una a dos horas de ingerir el cacto y duran de 6 a 12 horas sin dejar resaca, aunque unos pocos informes hablan de algunos dolores de cabeza al día siguiente. Las nauseas y vómitos suelen venir antes de los efectos visionarios, por lo que se dice que en el peyote la resaca viene antes que los efectos.

“En la primera etapa hay excitación, un sentimiento de optimismo y mermadas sensaciones sinestésicas, (…) hay una tendencia a la locuacidad, que puede convertirse en delirios cuando el paciente comienza a sentir la cabeza ligera. Esta etapa pasa rápidamente, y le sigue una de intoxicación, en la cual hay una gran inclinación a tumbarse, aunque nunca hay tendencia a dormir. Las pupilas están muy dilatadas, pero responden muy lentamente a la luz. Al intentar caminar, el paso recuerda mucho la embriaguez alcohólica, y es evidente la poca coordinación motriz. El cuerpo está generalmente en condición temblorosa, que se nota principalmente cuando se fija la atención en algún objeto sostenido con la mano. En todo el cuerpo aumentan mucho los reflejos, incluidos los de la piel, aunque queda considerablemente adormecida para las sensaciones táctiles o dolorosas. En diversas partes del cuerpo, y especialmente en la cara, se producen contracciones musculares, y hay una curiosa sensación como si la cara, los labios, la lengua, etc., estuvieran muy hinchados. Al igual que con cannabis, se sobreestima el tiempo posiblemente como resultado del rápido flujo de ideas y la incapacidad de fijar la atención. También se modifica la percepción del espacio, dando la impresión de que el suelo se inclina en todas direcciones. La percepción puede retardarse considerablemente: por ejemplo uno puede mirar a una persona que conoce bien, y sólo después de examinar sus facciones durante un tiempo que al experimentador le parece considerable llega a reconocerla (…). No puede fijarse la atención, pues el menor estímulo es suficiente para alterar la sucesión de pensamientos; así se vio que era imposible fijar la atención en un libro, y un subsiguiente examen de notas esbozadas durante la intoxicación mostró falta de coordinación tanto en lo que se refiere al lenguaje como a la escritura.(…) Pero el más notable de estos fenómenos es, con mucho, el de las alucinaciones sensoriales, especialmente las visuales, aparecen gradualmente y al principio se ven sólo con los ojos cerrados…pronto las visiones se hacen más marcadas, hasta que al cerrar los ojos puede verse un caleidoscopio de colores (…). Estos colores pueden tomar todo tipo de formas fantásticas; nunca permanecen quietos, sino que se mueven constantemente, a veves de manera circular o de un lado a otro” (Dixon 1900) .

Según dicen en Plantas de los Dioses, el más espectacular de los muchos efectos del peyote es: “el juego caleidoscópico de visiones coloridas de indescriptible belleza […] se perciben destellos y centelleos de colores, cuya intensidad y pureza desafían cualquier descripción. Frecuentemente las visiones llevan una secuencia que va de figuras geométricas a objetos extraños y grotescos, cuyas características varían de un individuo a otro”. (Schultes, Hoffman y Rätsch 2000)

 

PRECAUCIONES

El peyote sabe muy amargo, las personas milindris y los pijos adictos al azúcar es muy difícil que puedan tolerarlo. Contiene unos 60 alcaloides (Mogroviejo 2000), algunos producen nauseas y vómitos, que los nativos califican de “purificación” y los científicos de “intoxicación”, en cualquier caso el peyote NO es para los flojos.

El profesor Escohotado advierte que el malviaje no está descartado. Asegura que la personalidad autoritaria, la paranoica, la marcadamente depresiva u obsesiva, la pusilánime y la muy ambivalente tienden a asimilar mal todos o algunos momentos de la excursión psíquica. Como pasa con la LSD y la psilocibina, los efectos del peyote pueden ser eliminados o suavizados tomando cualquier tranquilizante de farmacia: valium, etc. “Si falta espíritu de aventura y autodescubrimiento hay altas probabilidades de que la experiencia resulte trivial, o inútilmente aterradora”. Nadie ha muerto por tomar el cactus o la mescalina pura (Escohotado 1992).

A nivel físico, tras la ingestión aumenta el ritmo cardiaco y respiratorio, las pupilas se dilatan y ocasionalmente puede haber náuseas y vómitos debido al sabor amargo del cacto y a sus componentes tóxicos. Puede haber también un dolor de cabeza pasajero. La ingestión de peyote hace que la mescalina y demás sustancias se concentren en el hígado, páncreas y bazo. La mescalina es mucho más tóxica que otros visionarios como la LSD o la psilocibina, y para colmo el cacto va acompañado de unas 50 sustancias tóxicas o desconocidas (Ott 2000), y una dosis fuerte provoca un cuarto o quinto nivel en un electro-encefalograma, niveles propios de convulsiones epilépticas (Altrove 2001).

 

DOSIS Y PREPARACIONES

Dependiendo de la persona la dosis mínima va de sólo un peyote de 3 gramos con una media de 45 mg de mescalina (Berger 2004), hasta un máximo de 30 cactus secos para los nativos que lo toman a lo largo de toda una noche ritual en ceremonias bien estructuradas y seguras. Cuatro gramos de peyote seco serían unos 100 mg de mescalina (Berger 2004); otros autores dan una dosis mínima de 8 gramos de peyote seco que serían unos 200 mg de mescalina. Una toma visionaria sería un mínimo de 16 gramos de peyote seco que contendrían unos 400 mg de mescalina (Ott 2000). El cactus tiene una gran variabilidad en su contenido de mescalina, que va de sólo un 1% del peso seco del botón de peyote, hasta un máximo de un 6% (Mogroviejo 2000), pero la media está en un 2,4-2,7% (Ott 2000). Lo más habitual es que los nativos coman despacio de 4 a 12 peyotes secos, muy lentamente para disminuir las nauseas y vómitos, manteniendo el bocado en la boca mucho tiempo, en total la ingestión dura una hora. También a veces se bebe en infusión con agua y el zumo de un limón. El peyote seco troceado puede fumarse o añadirse a la cerveza.

Una tintura de peyote se hace humedeciendo en un poco de agua 50 gramos de cactus seco pulverizado, luego se le echa 100 ml de una bebida alcohólica fuerte (ron, vodka,…), se deja macerar en una botella cerrada un par de días. Se filtra y se dosifica a gotas, por ejemplo 30 gotas 3 veces al día para dolencias cardíacas (Rätsch 2005).

 

EL PEYOTE ES MEDICINA

Ha sido usado desde hace más de 7.000 años para quitar el hambre, la fatiga, la sed, el miedo, como ayuda al parto, para evitar la infertilidad, para aumentar el vigor de los ancianos, contra la artritis, reuma, pleuresía, resfriados, gripe, espasmos nerviosos, parálisis, ceguera, desórdenes del oído, dolores diversos, fiebres –mediante enemas-, tuberculosis, dolores de cabeza e insolación poniendo rodajas de cactus fresco en la cabeza, desórdenes intestinales, diabetes, picaduras de escorpión y serpiente, y envenenamientos de datura (Berger 2004, Ott 2000, Gottlieb 1977, Anderson 2007, Rätsch 2005). El doctor Francisco Hernández, médico personal del rey español Felipe II, dijo: “proporciona alivio cuando se aplica machacado en las articulaciones doloridas” (Schultes, Hofman y Rätsch 2000). Los extractos de peyote tienen propiedades antisépticas y puede que también antibióticas según un par de estudios sobre la hordenina –una de las drogas del peyote- (McCleary 1960; Paul 1966), lo que avalaría el uso indígena de infusiones o jugo de cactus para lavar heridas y como analgésico para suprimir el dolor. La Iglesia Nativa Americana ha usado con éxito el peyote para reducir el alcoholismo y aliviar resacas (Anderson 2007), gracias al peyote los nativos han abandonado en masa los licores y presentan una mejor salud que los no peyoteros (Escohotado 1992). Hoy esta Iglesia cuenta con entre 250 y 300.000 miembros de 70 tribus de México, USA y Canadá. Parece que las propiedades curativas del peyote son las responsables de que su uso se haya extendido tan rápido por Norteamérica, y también de que este cactus sea preferido, por los nativos, a los honguitos psilocibínicos, las semillas de Ipomea o la Salvia divinorum.

 

(Continuará)

 

 

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