Los Mossos sugieren a los jueces que les autoricen a realizar pruebas preconstituidas para poder librarse de alijos y utensilios de cultivo

A falta de un espacio habilitado para almacenar los miles de cogollos de marihuana intervenidos que se acumulan desde hace semanas en la comisaría de los Mossos d’Esquadra en Vilafranca del Penedès (Barcelona), cajas y bolsas enormes de esta droga permanecen alojadas ahora en pasillos y patios, lo que provoca un fuerte olor resinoso que impregna totalmente las dependencias policiales. Así lo ha denunciado el sindicato independiente de los Mossos d’Esquadra USPAC, que clama por que los agentes se vean obligados a trabajar junto a la marihuana emplazada en las instalaciones.

Desde el sindicato, lamentan que han puesto en conocimiento del conseller de Interior, Ramon Espadaler, que los agentes conviven a diario con varios alijos de marihuana, sin que desde la Generalitat hayan aportado una solución al problema. La situación de la comisaría de la capital de la comarca del Alt Penedès no es nueva ni única en Cataluña.

El mismo sindicato alertó hace dos años de que el olor de la comisaría de los Mossos d’Esquadra en Reus, en Tarragona, era más propio de un club de venta de cannabis que de una oficina pública de Policía después de que varios alijos incautados se asentasen largamente en las instalaciones. La falta de espacio en las comisarías está, junto al incremento de la marihuana cultivada y confiscada, detrás de estos asuntos kafkianos. Una experiencia extraña que también han vivido los agentes de los Mossos d’Esquadra en Figueres, en el Alt Empordà.

Alfons Sánchez, jefe de la comisaría de Figueres, lleva meses librando esta batalla. No hay espacio en su comisaría para alojar más cantidad de marihuana y de los materiales usados para cultivarla requisados en el último año y medio. Sólo en 2013, fueron más de 11.000 las plantas y esquejes de cannabis sativa incautados, con un peso de unas dos toneladas. Junto a las plantas, almacenaron los utensilios de los cultivadores: lámparas, aires acondicionados, ventiladores, cajas de registro, extractores industriales, humificadores, botes de nutrientes, sacos de tierra o líneas de semilleros. Gran parte de ellos tuvieron que ser depositados en una parte del aparcamiento habilitada especialmente, porque las herramientas confiscadas, a diferencia de las drogas, deben permanecer incólumes hasta la fecha en que se celebre el juicio.

En el caso de los estupefacientes, la Justicia permite la eliminación de la mayor parte del material confiscado si se conserva una mínima muestra como prueba. Frente a esta problemática, los Mossos d’Esquadra pretenden que los jueces les autoricen a llevar a cabo pruebas preconstituidas -una grabación de la mercancía aprehendida, supervisada por un funcionario judicial- para poder librarse de los utensilios y alijos desmantelados.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.