Que las drogas sean ilegales no significa solamente que su comercio sea perseguido y castigado. Significa también desprotección para quien las toma. Una desprotección que adopta la forma de fraudes que, en ocasiones, tienen serias implicaciones para la salud. Este artículo va de eso y de cómo reducir los riesgos que se derivan de ellos.

por Claudio Vidal, Energy Control Andalucía

Que las drogas pertenezcan al ámbito de la ilegalidad conlleva muchas cosas, generalmente siempre negativas para las personas que las usan. En términos generales, el poder que obtienen los grupos criminales ha llegado al punto de ser capaces de desestabilizar gobiernos o de crear zonas sin Estado en las que la violencia es ejercida como mecanismo de control.

Los mercados de las drogas, por definición, son como cualquier otro. Buscan generar el mayor beneficio posible satisfaciendo una demanda. Sin embargo, a diferencia de otros mercados regulados, en los que se aseguran ciertas garantías para las personas consumidoras, los mercados de las drogas suelen saltarse “a la torera” esta cuestión.

En ese propósito de generar el mayor beneficio económico posible, el mercado emplea una serie de estrategias. De todas, la que mayor atención suele recibir es la adulteración del producto. Las organizaciones que trabajan en reducción de daños como Energy Control o Ai Laket! buscamos conocer cuáles son los adulterantes más habituales, identificarlos correctamente e informar a las personas consumidoras de cuáles son las implicaciones en términos de salud que pueden tener al ser consumidas.

De esta manera, sabemos que la cocaína comprada en España suele contener un número más o menos fijo de adulterantes como son los anestésicos locales, la fenacetina o el levamisol. La cafeína es todo un clásico a la hora de engordar los productos para sacarles mayor rentabilidad, siendo utilizado como adulterante en varias sustancias como el speed o la ketamina. Incluso algunos legal highs llevan añadidos para lograr simular mejor el efecto de la sustancia que pretenden imitar. Así, en algunos legal highs encontramos anestésicos locales para que se parezcan a la cocaína cuando son esnifados. La mayoría de las veces, la adulteración no tiene mayores consecuencias aunque, en ocasiones, las implicaciones para la salud son importantes. Tal es el caso del levamisol en la cocaína, de la PMA (parametoxianfetamina) o la PMMA (parametoximetanfetamina) vendidas como MDMA o cuando se utilizan nuevas drogas sintéticas de riesgos desconocidos para adulterar las “tradicionales” (metoxetamina vendida como ketamina, NBOMes vendidos como LSD, etc.).

Sin embargo, el fraude al consumidor no acaba ahí. Parece que, desde el lado de la oferta, ofrecer un producto de calidad variable y de composición incierta no es suficiente. Existen otros fraudes que tienen que ver con las cantidades vendidas o con la presentación de los productos. Así, en general, suele ser habitual que las cantidades suministradas sean inferiores a las solicitadas. Ni medio gramo es medio gramo, ni un gramo es un gramo. Generalmente, siempre suele haber menos a no ser, claro está, que se goze de la generosidad o de la confianza del dealer. Otras veces, el fraude, relacionado con el anterior, tiene que ver con el formato con que se nos vende. Un ejemplo paradigmático es el speed húmedo. Vendido en ocasiones como de mayor calidad, un speed que, además, contiene líquido siempre pesará menos una vez retirado ese líquido. Hagan la prueba. Dejen evaporar el líquido y comprobarán la dimensión del fraude y que puede suponer haber comprado entre un 30% y un 50% menos de la cantidad por la que se ha pagado.

Pero, como no podía ser de otra manera, ningún fraude lo es realmente si no se logra que la persona defraudada esté convencida de estar realizando una buena compra. Y aquí, la cosa llama la atención. Muchas personas están totalmente convencidas de que un speed húmedo es indicativo de una mayor calidad cuando, objetivamente, no hay razón alguna para ello. Y lo mismo cabe decir del intenso olor (¿a manzana?) que en ocasiones desprende y que recuerda más a disolventes que a fruta. Es una obviedad decir que la aspiración de disolventes no es de lo más recomendable.

En ocasiones, las bolsas tienen un peso considerable que va incluido en el precio.

Ejemplos de cómo, entre las personas usuarias de drogas, circulan creencias sobre la calidad de los productos que, en realidad, obedecen a fraudes intencionados por parte del mercado, los hay y bastantes. Desde la alita de mosca de la cocaína hasta la idea de un cristal de MDMA más puro y de “pelotazo más limpio”, el mercado siempre intenta vender lo mejor posible sus productos independientemente de la calidad real que estos tienen. Así, allá por el año 2005, el cristal de MDMA comienza a introducirse en nuestro país y lo primero que tuvo que hacer el mercado fue lograr que sustituyera a las pastillas. Mientras que las razones de este cambio en el formato distan mucho de ofrecer un mejor producto, lo cierto es que el cambio vino acompañado de una serie de creencias que lo facilitaron. O, por ejemplo, cuando en el año 2009 se produjo un desabastecimiento global de MDMA en el mercado, algunos vieron ahí la oportunidad para introducir nuevas sustancias como el 2C-B. De esta manera, comenzaron a aparecer comprimidos de nexus vendidos como MDMA y bajo la denominación de “pastillas triposas”. Todo un hito en la historia de los fraudes relacionados con las drogas. Evidentemente, otros mitos probablemente contribuían a los oscuros propósitos del mercado. Podríamos decir que, justo antes de la aparición del cristal de MDMA, se inició una campaña de descrédito hacia los comprimidos con leyendas como la de las pastillas con heroína, jacosas o encaballadas. Incluso había personas que eran capaces de saber si una pastilla contenía heroína tan sólo por su aspecto. Bastaba con mirarla detenidamente y comprobar si tenía “pintitas marrones”. Como digo, todo un hito.

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El fraude al consumidor no es exclusivo del mercado ilegal de drogas. En la actualidad también lo encontramos en mercados legales. Baste con recordar que los bancos o las empresas de telefonía acumulan cerca del 40% de todas las reclamaciones ante las organizaciones de defensa de consumidores y usuarios realizadas en 2013 (Consejo de Consumidores y Usuarios, 2014[1]). Pero, ante la sospecha de fraude, cualquier persona tiene a su disposición multitud de recursos, desde organizaciones de consumidores y usuarios (OCU, FACUA, etc.) hasta oficinas municipales de atención, pasando por las hojas de reclamaciones en los establecimientos. Sin embargo, cuando hablamos de drogas, no existe ningún recurso al que acudir y en el que poner una queja. Además, las disputas en los mercados ilegales no suelen emplear los mismos mecanismos de conciliación y protección del consumidor que los mercados legales. En su lugar, existe el riesgo de que, en ocasiones, la persona se vea expuesta a situaciones de violencia que, evidentemente, desaniman de cualquier pretensión de reclamar. Sea como fuere, el fraude existe y la desprotección, también.

Aunque es obvio, los fraudes y la vulnerabilidad de las personas usuarias de drogas ante ellos es producto, a partes iguales, del propio mercado y de la falta de regulación del mismo. Aunque los mercados legales, como hemos visto, no están libres de tretas para engañar al consumidor, existen diferentes mecanismos de lucha contra el fraude y reclamación con objeto de eliminarlos aunque, claro está, otra cosa sea la voluntad efectiva por hacerlo. Pero eso es harina de otro costal. En definitiva, es precisamente la ilegalidad de las drogas la que favorece que la salud y el bienestar de las personas queden expuestos cuando son precisamente los elementos que se busca proteger. Por tanto, a falta de una regulación de los mercados que proteja al consumidor, es este quien debe hacerse cargo de la situación y, en la medida de lo posible, adoptar algunas precauciones que le permitan reducir algunos riesgos. A continuación exponemos unas cuantas.

  1. Búscate un proveedor de confianza. Aunque esto no elimina la posibilidad de fraude (por ejemplo, la venta de productos adulterados), la sustancia adquirido siempre tendrá alguna “garantía” más que algo comprado a personas desconocidas y siempre será más fácil mostrar disconformidad con lo adquirido.
  2. No compres a personas desconocidas. Hay momentos en los que el riesgo de que comprar algo adulterado o de baja calidad es mayor. Sé siempre prudente en las compras.
  3. Analiza lo que vas a consumir. En España son varias las organizaciones que ofrecen servicios de análisis de sustancias gratuitos (aunque siempre es apreciada la colaboración vía donativo y más en estos tiempos). Ai Laket![2] está en el País Vasco, Hegoak[3] en Navarra y Energy Control[4] cuenta con un servicio estatal, aparte de delegaciones en Andalucía, Cataluña, Islas Baleares y Madrid.
  4. Que no te “vendan la moto”. Sé crítico con los mitos que circulan por ahí. Aunque un speed húmedo pudiera ser de mayor calidad (más pureza, menos adulteración), lo que no siempre es el caso, está claro que están vendiendo anfetamina + líquido. Y no es lo segundo lo que produce los efectos deseados.
  5. Sé prudente. Los fraudes por adulteración pueden causar serios problemas de salud. Tomar siempre una dosis de prueba ayuda a hacerse una idea cuándo no se ha analizado la sustancia. Y tener como norma el no tomar algo que no sube cómo y cuándo debería, ayuda aún más a reducir la posibilidad de problemas.
  6. No compres todo lo que te pongan por delante. Si la presentación del producto no te convence, no lo compres. Si ya lo has probado y no te convence, no lo compres más. Es algo que se tiene bastante asumido en los mercados legales y conviene tenerlo igual para las drogas.
  7. Mantente informado/a de la situación del mercado. Aunque es difícil tener una foto exacta de los mercados de drogas, Energy Control y Ai Laket! publican periódicamente alertas e informaciones con los resultados obtenidos en las muestras que analizan. Síguelos por las redes sociales. Suele ser lo más fácil para estar al día.
  8. Recuerda que no hay nada en la apariencia de las drogas que sea indicativo de su calidad. Ni el olor, ni el sabor, el color o la textura tienen que ver con la cantidad de principio activo que contienen ni con la presencia o ausencia de adulteraciones. La única manera de conocer la composición es mediante un análisis en laboratorio. De nuevo, que no te vendan la moto.
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Y, para terminar, una pequeña advertencia para quienes toman Legal Highs. A pesar de que puedan comprarse y que su tenencia o consumo en vía pública no estén sancionados, no significa que estén exentas de la posibilidad de fraude. Los análisis que se han hecho de estos productos revelan que su composición, no sólo es desconocida porque no suele venir reflejada en el envase, sino que también es variable pudiendo contener mezclas de productos. Y aún sabiendo lo que contienen, la composición tiende a variar a lo largo del tiempo, muchas veces en respuesta a los cambios legales de las sustancias. Sirva como ejemplo, el análisis que en Energy Control se ha hecho del producto llamado “Charge”. De 7 muestras analizadas entre 2012 y 2014 se encontraron 5 composiciones diferentes: 3-fluorometcatinona combinada con cafeína y benzocaína (con o sin subproductos de síntesis) en 2012 y 2014, 4-fluorometcatinona (combinada con cafeína y lidocaína o cafeína y benzocaína) en 2013, y MPDV en 2014. Es realmente complicado hacer un uso responsable de estas sustancias basado en un conocimiento previo de la sustancia a consumir que oriente la mejor pauta para encontrar los placeres buscados y reducir la posibilidad de tener problemas por ello.

Así que, en resumidas cuentas, mientras no vengan otros tiempos, se impone la prudencia. No te fíes y sé crítico. El fraude en las drogas es una realidad y, si se busca hacer un uso responsable de las mismas, hay que adoptar las precauciones oportunas.

 


[1] Consejo de Consumidores y Usuarios (2014). Balance de consultas y reclamaciones presentadas en las organizaciones de consumidores de ámbito nacional: año 2013. Madrid: Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Disponible en http://www.consumo-ccu.es/dictamenes/recla13.pdf

[2] www.ailaket.org

[3] www.hegoak.org

[4] www.energycontrol.org

 

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.