El documental ‘Dead dog on the left’ refleja el uso terapéutico del MDMA para curar el estrés postraumático en veteranos de guerra y a su vez es una historia de amor y amistad entre dos veteranos traumatizados

A primera vista, la escena puede parecer la de dos amigos recordando buenos tiempos. Tyler Flanigan, relajado en el porche, bebiendo una cerveza, con los tatuajes asomando por debajo de la manga, se ríe junto a su amigo Nigel McCourry, otro exmarine estadounidense.

“¿Recuerdas la primera patrulla que hicimos?”, pregunta Flanigan, casi incapaz de pronunciar las palabras. “Tú comenzaste a gritar ‘¡perro muerto a la izquierda!’ (dead dog on the left)”. McCourry protesta tímidamente que le habían advertido que los cadáveres de animales podían esconder bombas. La risa se va apagando. “Era todo una locura, tío”, dice Flanigan, buscando los ojos de McCourry.

McCourry y Flanigan son los protagonistas de ‘Dead dog on the left’, un minidocumental extraído de un largometraje que se estrenará próximamente, ‘MDMA: la película’. El largometraje explora la historia de la llamada ‘droga para fiestas’, más conocida como éxtasis y su uso terapéutico.

Ambas películas están dirigidas por Emanuel Sferios, fundador de la organización sin ánimo de lucro DanceSafe, una organización educativa que examina las pastillas y que ya tiene 24 filiales en toda Norteamérica. Sferios quiere que se legalice el MDMA. Creo que si se regulara la droga sería más segura para los consumidores, y sabe que legalizar la psicoterapia que utiliza MDMA es una cuestión de vida o muerte para muchas personas que sufren estrés postraumático. Por eso ha estrenado ‘Dead dog on the left’, con la esperanza de cambiar el estigma que existe en torno a esta droga.

Los protagonistas han sobrevivido a la guerra de Irak, pero por poco. Los dos viven atormentados por pensamientos suicidas. El trabajo de Flanigan era meter trozos de los soldados muertos (de sus amigos) en bolsas. Luego tuvieron que asistir a los funerales y tragarse la culpa de haber sobrevivido y estrechar la mano de los familiares de sus compañeros.

McCourry y otros miembros de su unidad mataron accidentalmente a dos niñas. Hubo más muertes sin sentido, como las de los granjeros que eran acribillados en sus campos. Al regresar a Estados Unidos, el sufrimiento de McCourry no acabó. Noches sin dormir. Una sensación de disociación por los medicamentos que le han recetado en la Administración de Veteranos. No se reconoce en el espejo. “He llegado a verme como a un monstruo”, le explica a Sferios.

Cuando McCourry habla con the Guardian desde su casa en Portland, Oregon, tiene un tono tranquilo y comedido que, en la película, contrasta con la agitación de Flanigan.

El camino de McCourry hacia la curación comenzó en 2011, viendo ‘Drugs, Inc’ en el canal de National Geographic. “ Hicieron un episodio de una hora sobre el éxtasis“, recuerda. “La perspectiva era principalmente negativa, pero había un segmento sobre investigadores que estudiaban una psicoterapia con MDMA para ayudar a veteranos de guerra con estrés postraumático”, añade.

Nigel McCourry, durante su primera sesión con MDMA.

La psicoterapia con MDMA no es una práctica nueva. Comenzó en los años 70, antes de que la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) clasificara el MDMA como una sustancia ilegal en 1984. En 1986, un terapeuta en prácticas, Rick Doblin, fundó la Asociación Multidisciplinaria de Estudios Psicodélicos (Maps, por sus siglas en inglés), que ahora encabeza la investigación sobre MDMA en Estados Unidos, aunque tardaron casi 30 años en obtener el permiso de la Administración sobre Alimentos y Medicamentos (FDA) para poder hacer los ensayos clínicos.

También se están realizando estudios en Bristol, Reino Unido, donde el Dr Ben Sessa está tratando a alcohólicos con MDMA. En Australia, a pesar de los esfuerzos de organizaciones como Investigación Psicodélica en Ciencia y Medicina, hasta ahora solo se han aprobado ensayos con ketamina y la ketamina ya ha sido aprobada para uso médico.

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En el momento en que McCourry vio ‘Drugs, Inc’ en televisión, estaba a punto de matricularse en la Universidad Furman, en Carolina del Sur. Se dio cuenta de que el ensayo de Maps que mostraba el programa de televisión era en Charleston, a sólo 355 km de distancia. Llamó, pero tras una entrevista inicial le dijeron que había 150 candidatos apuntados antes que él. Entonces McCourry mencionó que acababa de mudarse a la región. “Justamente estaban buscando participantes que vivieran cerca, así que eso me puso primero en la lista”.

En mayo de 2012, McCourry hizo la primera de cinco sesiones, recostado en una cama, custodiado por dos terapeutas. Al principio de la sesión, le dieron una dosis de 75 mg de MDMA. “Durante esas ocho horas, te enfrentas a las situaciones más difíciles de tu vida, aquellas de las que normalmente no quieres hablar”, dice. “Es agotador, como si hubieras trabajado muchísimo durante un día entero”.

“Construir nuevos caminos neuronales”

El MDMA reduce la actividad de la amígdala, el centro neuronal donde se procesan las emociones basadas en el miedo, como por ejemplo aquellas asociadas a los recuerdos traumáticos. Como dice Doblin, director ejecutivo de Maps: “La gente es capaz de poner las cosas en contexto y construir nuevos caminos neuronales para esos recuerdos, que pueden recrearse sin el miedo asociado. Una sesión con MDMA básicamente puede reorganizar y establecer nuevas conexiones cerebrales”.

Los efectos del MDMA aumentan la sensación de conexión con el terapeuta, algo especialmente importante para los veteranos de guerra que sienten que sus experiencias son incomprensibles, lo cual -según McCourry– puede ponerles a la defensiva. La persona también se llena de autocompasión, algo que muchos veteranos han olvidado cómo se siente.

McCourry dice que estas pruebas, que ya ha completado, representaron “una transformación de la psiquis”. Él creía que la droga también podría ayudar a Flanigan, pero no pudo lograr que su amigo fuera aceptado en los ensayos clínicos. Entonces tomó una decisión drástica: buscó terapeutas que hicieran este tipo de trabajo de forma clandestina.

Sferios conoció a McCourry en la primavera de 2014, después de pedirle a Maps que enviase una carta en su nombre a los participantes que estuvieran preparados para hablar con los medios de comunicación. Poco más de un año después, McCourry le presentó a Flanigan. En julio de 2015, tres meses antes de que Flanigan comenzara el tratamiento, Sferios grabó una barbacoa en la casa de la familia Flanigan. La escena muestra a Flanigan emborrachándose y tocando canciones de Johnny Cash en su guitarra acústica. Intenta hacer el pino pero no puede. Durante la cena, la charla se centra principalmente en él. Uno de sus amigos no militares dice estar preocupado por él.

Como un dedicado pretendiente, McCourry se esfuerza en ganarse la confianza del padre de Flanigan, que lleva su propia gorra de los Marines, tras haber servido en la marina mercante de Estados Unidos. La cosa parece funcionar: el hombre aplaca sus temores sobre la ilegalidad de la terapia y el uso del MDMA. Entonces Flanigan le exige a Sferios que apague la cámara.

“Cuando conocimos a Tyler [Flanigan], nos preocupamos mucho”, Sferios cuenta a The Guardian. “Una de las primeras cosas que le dijo a Nigel [McCourry] es que había intentado suicidarse un mes antes”.

Nigel McCourry, durante la invasión de Irak iniciada en 2003.

El mismo día de la barbacoa, Sferios había filmado a Flanigan dándoles de comer a los patos en el parque y la profundidad de la desesperación de Flanigan había quedado al descubierto. “Todavía no le han dado fecha para la primera sesión ¿Y si se suicidara antes? ¿Y si no funcionara esta terapia? Después de todo, no funciona en todo el mundo. Estas eran las preguntas que nos hacíamos el equipo de rodaje y yo”, recuerda Sferios.

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Poco después de la barbacoa, Sferios filmó a McCourry y Flanigan viajando a San Francisco a encontrarse con los terapeutas clandestinos en una cabaña en el campo. Sferios ayudó a que Flanigan pudiera viajar a California y le pagó las tres sesiones.

Las identidades del hombre y la mujer no se revelan. Sferios cree que los terapeutas clandestinos cada vez corren menos riesgo, especialmente ahora que podría legalizarse el uso de MDMA terapéutico, pero todavía toman precauciones. “Ahora, algunas universidades privadas ofrecen cursos de terapia con MDMA, preparando a los terapeutas para cuando se legalice la droga en el año 2021“, explica. “Así que creo que es poco probable que un terapeuta pierda la licencia por hacer terapia con MDMA. Pero igualmente todo el mundo que conozco toma precauciones. Nadie se publicita y los clientes sólo llegan por el boca a boca”.

Ahora que la terapia con MDMA ha sido clasificada por la FDA como “terapia innovadora”, no se encuentran muchos críticos de la práctica en la comunidad médica. Pero no es una cura milagrosa. Es probable que el paciente requiera ser supervisado por un profesional de salud mental. Unos años después del tratamiento, McCourry se notó ansioso y angustiado. Volvió a consultar a un psicólogo. “Desde que hice la terapia con MDMA, puedo darme cuenta cuando surge algo de lo que necesito hablar”, afirma.

McCourry espera que la Administración de Veteranos y el Departamento de Defensa incorporen esta terapia. “Si miras la cantidad de dinero que el Gobierno gasta en tratamientos de estrés postraumático en veteranos de guerra es enorme”, asegura. “Si se puede curar el estrés postraumático con tres sesiones de terapia con MDMA, entonces podría evitarse tener a los veteranos medicados de por vida y yendo a terapia una vez por mes y todas esas terapias que requieren muchísimos recursos”.

Ahora, McCourry vive en Portland. Tras obtener su maestría en Química, mientras hacía la terapia con MDMA, comenzó a hacer extractos con plantas medicinales. Ahora trabaja en medicina con cannabis y ha estado trabajando para una empresa que extrae cannabidiol de cáñamo industrial.

Al terminar la película, a Flanigan, que se había estado automedicando con alcohol al punto de que cuando tomó el MDMA tuvo que beber una cerveza para evitar la abstinencia, se le ve mucho más tranquilo y con más autoestima.

“Tyler está bien”, dice Sferios. “Vive en Florida, cuida a su abuelo y compone música”. Dos de sus canciones son parte de la banda sonora del documental. Actualmente se está intentando recaudar fondos mediante crowdfunding para poder acabar el largometraje.

“Sabemos que el MDMA funciona en la mayoría de las personas que sufren de estrés postraumático”, dice Sferios. “Nuestro objetivo no era probar eso. Los ensayos clínicos de la FDA son la prueba. Lo que yo quería era hacer una película emotiva que relatara una historia. Y creo que el amor y la amistad entre estos veteranos de guerra manda un mensaje claro”.

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Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.