Carmen Hock-Heyl, inventora de aislantes de cáñamo, y Ursula Sladek, precursora de la electricidad verde, comparten el Premio Alemán del Medio Ambiente, dotado con 500.000 euros.

Ambas galardonadas son consideradas pioneras en sus sectores. Sladek fundó el primer proveedor de energía ecológica en Alemania. Hoy es presidenta de la junta directiva de las Centrales Eléctricas Schönau, que venden electricidad verde en toda Alemania. Hock Heyl es la fundadora y directora de una empresa que produce fibra aislante a base de cáñamo industrial. Con el dinero del premio quiere lanzar una campaña para acabar con los prejuicios contra el cáñamo.

El cáñamo industrial no sirve para drogarse

Hace 20 años, Carmen Hock-Heyl trabajaba como enfermera y el cultivo de todo tipo de cannabis estaba prohibido en Alemania como medida contra el narcotráfico. Sin embargo, el cáñamo industrial, un tipo especial de cannabis, solo contiene cantidades marginales de tetrahidrocarbocannabinol (THC), el constituyente psicoactivo de la marihuana. “Se tendría que fumar todo un campo para experimentar una embriaguez”, calcula Hock-Heyl.

 El cáñamo industrial no es lo mismo que la marihuana

En los años 90, se convenció a la política de que el cultivo de clases de cannabis de escaso contenido de THC contaba con un potencial significativo. “Además de las ventajas de la materia prima cáñamo, la planta es muy beneficiosa para el sistema de rotación de cultivos”, dice Heinz Amolsch, asesor directivo de la empresa Hock. En 1996, sobre todo por presión de agricultores ecológicos y del movimiento ecológico en general, se legalizó el cultivo en Alemania.

Un hecho que muchos desconocen: el cáñamo es una de las primeras plantas cultivadas por los seres humanos. Su empleo, por ejemplo en la producción de cuerdas, está documentado desde hace más de 3 000 años. Desde los años 90, tras el cambio de la legislación en muchas partes, se usa cada vez más en la producción de bienes tan diversos como ropa, alimentos y combustibles.

Una alternativa sana

Carmen Hock-Heyl viene de una familia de carpinteros. De esta manera relacionada con el sector de la construcción, le alarmó que las materias aislantes que se usaban en ese tiempo eran muchas veces perjudiciales para la salud de los obreros.

 El “Termo-Cáñamo”, una materia aislante que no afecta a la salud.

En cooperación con agricultores y técnicos, Carmen Hock-Heyl comenzó a buscar una alternativa. En 1998, con 43 años, fundó la empresa Hock GmbH y desde entonces desarrolla fibras aislantes derivadas del cáñamo.

La empresa es el único productor de aislantes de ese tipo en Alemania y cuenta con 60 empleados. La cifra de venta anual se sitúa en unos 9 millones de euros. El término “Termo-Cáñamo” es una marca protegida al nivel europeo.

Otorgándole el premio, la Fundación Alemana del Medio Ambiente valora los méritos de innovación empresarial y económica de Carmen Hock-Heyl.

Autor: Peter Eßer

Editora: Emilia Rojas

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.