Vamos a terminar con la descripción de la zona sudasiática comprendida en la franja entre los 10 y los 20 grados de latitud Norte con el estudio de otra de las áreas consideradas tradicionalmente como productoras de cannabis narcótico: El triángulo de oro. Debido a su especial posición geográfica y política, esta zona ha sido utilizada desde hace siglos para el cultivo intensivo de opio y marihuana, explotaciones siempre auspiciadas por los diferentes bandos, unos militares y otros, narcotraficantes, que en cada momento han controlado la zona.

Lo cierto es que la localización de la zona es especial de por si: una unión de tres fronteras tradicionalmente consumidoras de cáñamo, Birmania, Tailandia y Laos, y atravesada por el río Mekong, zona estratégica en multitud de guerras y ocupaciones que han afectado el desarrollo del cannabis narcótico.

Antes de las primeras incursiones de ejércitos de fuera del continente, la zona ha pasado históricamente por muchos periodos. Los birmanos la ocuparon en diversas ocasiones. Tras la segunda guerra mundial,  multitud de refugiados chinos descendientes de soldados que pertenecieron al movimiento del Kuomintang, un movimiento político clandestino chino, buscaron refugio en Tailandia. Además, la zona está poblada por diversas tribus autóctonas y aborígenes, como las famosas mujeres jirafa de la tribu birmana de Padaung.

A pesar de que teóricamente Tailandia ha reducido a cero sus plantaciones de opio cambiando los cultivos por plantaciones de té, y que solamente se encuentran en Myanmar (Birmania) y Laos, no ha sucedido así con los cultivos de cannabis narcótico, aunque sí se ha reducido considerablemente, quedando circunscrito a pequeñas explotaciones “caseras” de producción escasa pero de muy alta calidad. Como anécdota, comentar que en Doi Pui existen museos dedicados al opio y al cannabis en los que se muestra con todo detalle los procesos de su cultivo, recolección, procesado y usos lúdicos y de medicina tradicional.

Debido a este entorno, se podría pensar que la variedad que se cultiva en la zona debería ser algún polihíbrido producto de las diferentes líneas introducidas por los distintos “propietarios” de la zona. Si bien es cierto que esta situación se da ocasionalmente en las zonas colindantes como se explicó en el capítulo anterior, lo cierto es que la yerba que se cultiva en el Triángulo de Oro sigue siendo la misma desde hace décadas.

Valle del Riri

Descripción de la Zona

El motivo de la estabilidad de la variedad del área descrita no es otro que la poca extensión dedicada al cultivo de cannabis narcótico en favor de la más rentable amapola. De hecho, sólo en contadas ocasiones se han realizado cultivos intensivos de marihuana, siempre coincidiendo con la cercanía de las tropas norteamericanas. Exceptuando estas explotaciones puntuales, los pequeños cultivadores tradicionales de cannabis se han visto presionados no ya por los gobiernos, sino por los “terratenientes” de turno que desean utilizar cada hectárea de terreno disponible para las plantaciones de opio.

Como consecuencia de estos hechos unidos a los importantes cambios políticos que suelen afectar a la zona, los cultivos de cannabis narcótico se han ido desplazando radialmente, volviendo al sur, a las montañas tailandesas por un lado, y por otro hacia las partes altas del río Mekong en Birmania y a la cordillera de Phongsali en Laos, muy cerca de china.

Si consultamos los mapas migratorios del número anterior, podremos comprobar como ha sido la línea del triángulo de oro la que ha influenciado en las zonas colindantes y no al revés. Como comentábamos antes, los pequeños cultivadores de la zona siempre han aplicado técnicas rudimentarias de selección y mejora, guardando celosamente las semillas resultantes de cada generación a modo de reserva genética casera que utilizan cuando pierden una cosecha o detectan que la calidad del producto desciende. Son de los pocos que retiran los machos y realizan cruces básicos controlados.
 
         
Descripción del Fenotipo y Cultivo

A causa de la especial climatología de la zona con una predominancia en humedad relativa por encima del 70% y temperaturas medias que superan los 23 grados centígrados durante todo el año, la línea adaptada predominante muestra unas características sorprendentes.

Ya es aceptado por todos el hecho de que el regadío intenso y las humedades altas en floración van en detrimento de la producción de cannabinoides y a favor más bien del cultivo de cáñamo industrial, sobre todo enfocado a los derivados textiles y de fibras. Sin embargo, la línea del triángulo de oro se mantiene potente, de efecto cerebral altamente sativo, pero con características morfológicas más parecidas a sus vecinas del noroeste, las índicas puras.

Muestran un desarrollo medio en altura, con hojas de foliolo relativamente ancho, de textura carnosa y tono verde claro. En su lugar de origen, comienzan a abrir sus ramas tras unos dos meses de floración a catorce horas de oscuridad que es lo que se alcanza en esa latitud. En un mes más suelen terminar, con una producción media y una relación cáliz/hoja bastante equilibrada.

Su cultivo en nuestro país sólo es posible en zonas de valle y alta humedad constante a lo largo de todo el año, siendo muy recomendable su cultivo en invernadero en la parte norte de la península. También en algunos microclimas de las islas y zonas aisladas de Málaga produce un desarrollo aceptable.

En interior, es posible reproducir las condiciones originales en cuanto a temperatura y humedad, dando buenos resultados incluso en sistemas hidropónicos. En caso de encontrarse en zonas secas, se hará necesario el uso de humidificadores o mejor aún, nebulizadores que mantengan la atmósfera impregnada de “micro gotas”.

En el próximo número analizaremos la línea mexicana que entra en la franja actual, para pasar a continuación a las latitudes 20º a 30º Norte y Sur, donde encontraremos algunas sorpresas más.

Efectivamente, a partir de este número y los siguientes estudiaremos las zonas productoras por encima y por debajo de los 30º de latitud, entre las que se encuentran algunas de las líneas más índicas por un lado y algunas sativas con características similares a aquellas, debido a su cultivo en montaña, como las de Leshoto. Por último, podremos ver algunas sativas puras de alta latitud en el Sur de África.

Lo cierto es que estas zonas no son productoras de manera “tradicional” y su cultivo para fines lúdicos es relativamente reciente siendo de cientos de años y no de miles. A pesar de ello, algunas regiones como Pakistán o Nepal si han estado históricamente más influenciados por los países más al suroeste como India, etc… De cualquier manera, la alta adaptabilidad del cannabis así como algunos técnicas rudimentarias de mejora vegetal aplicadas por los cultivadores “industriales” de estos países, aprendidas de distintos “visitantes” a lo largo de las guerras y ocupaciones a las que han estado sometidos durante decenas de años.

En definitiva, como se explicaba en las primeras entregas, tenemos por un lado la línea Kush o Mazar I Sharif, usualmente conocidas como “Afganas”, que se extiende hacia el Norte, consiguiendo quizá su mejor adaptación en los territorios Sur y centro de Uzbekistán y Tajikistán. Algunos autores consideran esta línea dentro de las variaciones pakistaníes, pero debido al tiempo transcurrido desde la introducción de aquella línea y a las diferentes mejoras realizadas en la zona por propios y extraños, hoy en día se pueden considerar líneas claramente diferenciadas, aunque cuanto más al norte, más inducida es la segregación. Por tanto, consideraremos las líneas pakistaní y norafganas como emparentadas pero con características claramente diferenciadas actualmente.

Por otro lado, aún en el hemisferio Norte y dentro de la franja que nos ocupa, nos encontramos la línea Nepalí, la Libanesa y la Marroquí, mientras que en Sur podremos encontrar las delicias sudafricanas, importadas de India y  Tailandia. Vamos a estudiar cada una de ellas, comenzando con la que quizá sea la precursora de lo que hoy conocemos como “Skunk”.

Cogollo pakistaní

El Hindú Kush y Afghanistán

La denominación “Hindu Kush” se refiere a la zona geográfica que comprende el sistema montañoso principal de Asia Central, que se extiende más de 600 kilómetros desde Pamir Knot hacia el suroeste, entrando en parte en Afganistán y Pakistán hasta el Himalaya. La altura de la cadena montañosa va subiendo según nos desplazamos al Oeste, pudiendo llegar a los más de 7.000 metros del pico Saraghar o el Noshaq.

Como es lógico, esta gran extensión de terreno que abarca varios países incluye también diferentes tipos de cultivo, aunque los más tradicionales se realizan en pequeñas casas rurales a diferentes alturas, desde aproximadamente los mil metros hasta los tres mil quinientos. En su zona más occidental encontramos Afganistán, principal país productor de amapola de la que se extrae el opio desde tiempo inmemorial y más recientemente de cannabis, destinado fundamentalmente a la extracción de resina con la que se elabora uno de los mejores hachises del mundo.

Afganistán fue el campo de batalla entre el imperio británico y la Rusia de los zares durante el siglo XIX hasta que en 1893 los ingleses establecieron una frontera oficiosa (la “Línea Durand”) que separaba el país de la India Británica, consiguiendo su independencia en 1919. Siete años después, el Emir Amanullah fundaba la primera monarquía Afgana.

Ya en la década de los 70, durante la guerra fría, el monarca de turno estableció importantes lazos con la entonces Unión Soviética que insuflaron fondos al país paliando en parte los daños producidos por las distintas guerras acaecidas en su territorio. A partir de ahí se suceden una serie de “golpes de estado” hasta que en 1978, Babrak Kamal intenta crear un estado marxista, iniciativa rechazada por la mayoría de las fuerzas armadas que preferían más bien un régimen islámico. Una vez más interviene la Unión Soviética invadiendo el país en Diciembre de 1979.

Los “Mujaidínes” resistían a los invasores, y en nombre del Islam lanzaron un llamamiento a la “Jihad” o guerra santa, y ahí comienza la intervención de los USA suministrando fondos y armamento a la resistencia a través de Pakistán con ayuda de la CIA y otras agencias innombrables que llevó la situación a un resultado de “tablas” o empate, pues los rusos se veían incapaces de mantener y ampliar la ocupación al encontrarse con la “inesperada” ayuda norteamericana a los mujaidínes retirándose en 1989 tras firmar un tratado con USA y Pakistán. Unos años después el movimiento radical islámico de los Talibanes toma el control de la capital Khabul e impone un estricto régimen religioso que incluía amputaciones de miembros y lapidaciones para los delincuentes y el ostracismo total para las mujeres, impidiéndoles hasta la formación educativa.

Hasta el día de hoy mantienen el control en la zona a pesar de los repetidos ataques de su ex socio USA, manteniendo a la población en la extrema pobreza y llegando incluso a realizar ataques terroristas a gran escala como el cometido contra las Torres Gemelas.

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