Entrevista al zar antidroga de Estados Unidos, la persona que encarna la política relacionada con las drogas y toma las decisiones a nivel mundial. Como era de esperar, sigue oponiéndose rotundamente a la legalización.


Colombia se ha convertido en un país consumidor, un caso en el que ustedes tienen mucha experiencia. ¿Están listos para ayudar?
Acá en EE. UU. les estamos dando mucha prioridad a la prevención y el tratamiento. Esa es la política de esta administración.  Los traficantes, con tal de hacer dinero, no les importa a quién vuelvan adictos. Muchas naciones, entre ellas EE. UU., se han convertido en productoras, traficantes y consumidoras de drogas. Y estamos listos para ayudar. Estamos listos para exportar nuestros conocimientos e ideas en cuanto a tratamiento y prevención  y a ningún costo.

La producción potencial de coca siguió cayendo en el 2009 al igual que las estadísticas sobre consumo en su país. ¿Qué le dicen estos números?
Me hablan del éxito continuo en Colombia y eso tiene mucho que ver con el compromiso. Siempre hay temor de que se reemplace en otros países y hasta cierto punto esto es cierto. Pero una cosa también es cierta y se lo digo desde mi propia experiencia (como policía), y es que cuando se desmantela una operación de drogas nunca se remplaza a la par en otras partes. Colombia es un modelo para otros países.   

También es cierto que 20 años después de esta guerra sin cuartel, la Región Andina sigue produciendo suficiente coca como para abastecer el mercado mundial. ¿No es hora ya de ensayar algo diferente?
No se puede tener una sola estrategia. Por eso la nuestra es amplia, incluye erradicación, sociedades con otros países, aparato policial y prevención del consumo. Acá en EE. UU. hemos visto, desde el 2007, reducciones significativas en los niveles de consumo de coca. Y eso habla claro sobre los efectos de la erradicación, pero también de la prevención.

Pero también podría ser que es una reducción pasajera, como ha pasado antes, o que hay otras drogas que han entrado al mercado y que le compiten a la coca. ¿Qué tan seguros están de que esto es una tendencia firme  y como consecuencia directa de la reducción de la oferta y programas de prevención?
No creo que esto sea pasajero. Los número son muy claros, son grandes reducciones y sostenidas desde el 2007.  Y creo que va a seguir en esa dirección.   

¿Pero por qué no hablar de legalización como una alternativa? ¿Por qué el ‘no’ tan rotundo?
Obama se opone a la legalización. Esto se ha estudiado por muchos años y nadie ha producido un sistema de legalización que puede ser exitosa a cualquier nivel. Cuando más se debatió esto fue durante el referendo de California el año pasado (para legalizar la marihuana), pero un estudio muy riguroso de la Rand Corporation rápidamente tumbo la idea de que esto reduciría la violencia en México. Ya tenemos suficientes problemas con el tabaco y el alcohol. Como dijo un periódico recientemente, por qué queremos tener otra sustancia alteradora de la realidad disponible y en el estante.

Pero hay experiencias que parecen exitosas, como la de Portugal. 
Ningún país ha legalizado. Portugal descriminalizó el porte de pequeñas cantidades, pero los infractores deben ir ante un panel que decide si la persona debe ir a tratamiento. México hizo algo similar. Si se miran los cambios en Holanda, el país que más se menciona cuando se piensa en libertades frente a los drogas, la coalición del gobierno ha decidido cerrar cientos de cafés que venden marihuana por los problemas que están causando. No creo que la legalización sea algo que le convenga a alguien.

EE. UU. critica mucho a Venezuela por su falta de cooperación en la lucha contra las drogas. ¿Ve cambios en esa dinámica?
Las cosas siguen complicadas. Pero mejor que sea el Departamento de Estado el que responda.

¿Pero cuál es el riesgo que ustedes ven? ¿Que se convierta en una narcodemocracia?
No es inapropiado decir que, independientemente del país que se hable, los narcotraficantes se suelen mover en directa relación con la cantidad de recursos que se dediquen en un país para combatirlos.    

Pese a toda la atención y presupuesto que recibe México la situación no parece estar mejorando.
He viajado cuatro veces a México y siete veces a la frontera. Le diría que en los últimos seis meses he visto grandes progresos. Arresto de importantes narcos y desmantelamiento de sus operaciones. No se le da tanta atención en los medios a los éxitos y se eclipsan por las tragedias que siguen pasando. Si se miran las cosas desde la perspectiva del gobierno de Felipe Calderón, no solo atacando a los carteles sino reformando el sistema de justicia, el entrenamiento, etc., se ve una  enorme cantidad de cambios. Se está haciendo mucho trabajo para frenar el flujo de dinero y los activos de los narcos, al igual que el flujo de armas. Esa cooperación entre ambos países dará resultado y los éxitos seguirán llegando.

¿Les preocupa que la violencia de México esté migrando a las calles de EE. UU., particularmente en estados fronterizos?
No estoy muy preocupado por eso. Hay incidentes, pero si miramos a la historia siempre han existido incidentes en la frontera, violencia asociada con México. No veo una sobreconcentración ni signos de que la violencia se va a expandir. Se sabe que hay presencia de los carteles en más de 200 ciudades de EE. UU., pero no hemos visto ni experimentado la horrible violencia que se ve en Juárez o Monterrey.

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