Por Franco Loja

Este es el sexto artículo de la serie que analiza la situación de la planta del cannabis en diferentes países del mundo. Trabajando como gerente de Green House Seed Company he tenido la oportunidad de viajar a muchos lugares del mundo; he experimentado de primera mano las subidas y bajadas de muchos países, y es un placer y un honor para mí compartir esta información con todos los lectores de El Cultivador. Este mes miramos hacia el tercero de los países africanos programados para esta sección: Suazilandia. En los meses siguientes discutiremos la isla de Mauricio, y más adelante cubriremos algunas islas del Caribe que he tenido el privilegio de visitar: Jamaica, Antigua, Santa Lucía, Barbados y San Vicente.

Suazilandia es un pequeño país sin salida al mar entre Sudáfrica y Mozambique, con algo más de 1 millón de habitantes. Es mayoritariamente conocido por sus parques naturales donde las increíbles flora y fauna africanas están protegidas y visitadas por un gran número de turistas cada año. Suazilandia es un país muy pobre y tiene la mayor tasa de infección de VIH/SIDA del planeta (aproximadamente un 40% de la población está infectada, de acuerdo con los datos del gobierno de EEUU). Es también la última monarquía absoluta del sur de África, y el Rey Mswati III dirige el país de acuerdo con los valores tribales tradicionales, de una manera muy dictatorial. Tiene 14 esposas y, cada año, elije una nueva de entre millones de vírgenes que “compiten”. Esta ceremonia es internacionalmente conocida como el “Reed Dance” y representa el mayor atractivo turístico, a pesar de las crecientes críticas por parte de la comunidad internacional. Suazilandia tiene constitución pero los partidos políticos son ilegales, y la moneda está directamente ligada al rand sudafricano. A pesar de esto hechos no demasiado democráticos, la gente de Suazilandia es muy amable y extremadamente hospitalaria con los extranjeros, y el país disfruta de un status relativamente libre de delincuencia, y muy poca violencia. Comparado con sus vecinos Sudáfrica y Mozambique es un país relativamente seguro al que viajar. Sin embargo es obligatorio tener un cierto grado de organización y flexibilidad porque la falta de infraestructuras puede suponer un gran reto.

Suazilandia produce grandes cantidades de cannabis considerando la limitada extensión geográfica que ocupa. De acuerdo con el Informe sobre Drogas de las Naciones Unidas de 2008, Suazilandia está entre los 5 primeros productores de cannabis del África continental. Prácticamente toda la producción de cannabis se exporta a través de la porosa frontera con Sudáfrica o Mozambique, dejando una ínfima cantidad para satisfacer la demanda local. La gente de Suazilandia tiene una relación con el cannabis parecida a la de la mayoría de las áreas más pobres del planeta: solo la cosecha es capaz de generar algún ingreso que apoye el crecimiento de la economía local al nivel de la familia tribal. La mayoría de la población masculina de las áreas rurales utiliza el cannabis básicamente a diario, tanto con propósitos lúdicos como medicinales. Las propiedades antisépticas del cannabis ayudan extremadamente en la lucha contra las infecciones de estas zonas rurales.

En Suazilandia hay diversas variedades autóctonas de cannabis, todas ellas muy similares a las sativas sudafricanas: son plantas muy altas con pocas ramas laterales, muy elásticas y con un periodo de floración extremadamente largo. Las hojas son muy finas, no se superponen, y los cogollos son largos y finos también, con pequeños tricomas y un aroma muy a madera e incienso. Las plantas se siembran a millares, muy cerca unas de otras; lo habitual es dejar los machos para que polinicen a las hembra, asegurándose así la producción de semillas para la siguiente cosecha, a la vez que la cosecha es más pesada y crea mayor beneficio. La mayoría de los cultivos se hacen en áreas remotas, normalmente a cierta altitud. Los lugareños se benefician de tener un terreno muy escabroso y esparcen sus cosechas en diferentes valles y colinas para minimizar las pérdidas debido a sequías o inundaciones. Una cosecha típica se planta en diciembre, empieza a florecer en febrero y se recoge entre abril y mayo. El clima normalmente asegura suficiente lluvia para que sobreviva sin ningún riego adicional. Solamente durante los años de sequía la cosecha puede ser fallida. Las plantas se nutren 100% con fertilizantes orgánicos (estiércol de vaca, cenizas son los más comunes), y muchas cosechas crecen completamente sin fertilizantes. La presencia del gobierno en este territorio está limitada a la ciudad capital y las áreas turísticas (parques naturales y cruces de fronteras), así que la gente de Suazilandia puede cultivar grandes extensiones de cannabis prácticamente sin ser molestados.

Durante los últimos 10 años muchos sudafricanos y algunos europeos han estado muy ocupados importando cosechas de Suazilandia a los países vecinos, y muchos de ellos llevaron semillas de bancos de semillas europeos a Suazilandia, introduciendo estas potentes genéticas y cruzándolas con las variedades locales. Los resultados son, como poco, increíbles. En la mayoría de los casos el cruce de una variedad de Suazilandia con variedades más índicas traídas de fuera, ha aumentado su potencia, nuevos sabores y periodos de floración más cortos. Algunos de esos cruces merece bien la pena guardarlos, pero la falta de infraestructura y la complicadísima logística del país hacen prácticamente imposibles las operaciones madres-esquejes. A consecuencia de esto, una vez que una cosecha particularmente buena alcanza el mercado, no queda ni una traza viva de su origen.

Otro concepto innovador importado en los recientes años es hacer hachís. Debido al gran tamaño de las cosechas, siempre hay mucho material de cannabis de baja calidad para hacer hachís. Unos pocos equipos internacionales se ocupan de hacer grandes cantidades de polen de hachís tamizado, que también acaba llegando a la mayoría de las ciudades de Sudáfrica. La calidad no es comparable con la del hachís de Marruecos o de Asia, pero satisface la intensa y constante demanda, generando beneficios de un material que de otro modo es desechado. Las razones de por qué la calidad no es muy buena son la elevada humedad de la zona y las condiciones de suciedad y polvo de los pueblos donde se hace el proceso. El hachís se fabrica secando el material del cannabis, aplastándolo y tamizándolo. El polvo, entonces, se prensa en forma de ladrillos para su transporte utilizando diferentes utensilios de prensa, desde prensas de cabecera hasta gatos de camiones.

Suazilandia es un destino muy interesante para el turista consumidor con espíritu aventurero, especialmente cuando se combina con una visita a sus vecinos Sudáfrica y Mozambique. Es un país salvaje donde la naturaleza, el hombre y el cannabis están muy conectados; el mejor modo de ver el país es alquilar un 4×4 y conducir a través de él. Pero no olvides llevar tus papelillos de fumar favoritos, porque no encontrarás muchas tiendas donde los vendan una vez cruzada la frontera…

Paz, Amor y THC

Franco Loja
Green House Seed Company

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.