El incidente sucedió en Wiethagen, una pequeña ciudad en el noreste de Alemania, perteneciente al estado de Rostock. Ahí, un grupo de familiares y amigos que se habían reunido para un funeral, fueron después a un restaurante local para tomar café y pastel, según se acostumbra en tierras germanas.

Para su sorpresa, sin embargo, poco después de haber degustado el pastel que les ofreció la encargada del restaurante, la reunión se trastornó en grado sumo. Algunos de los presentes comenzaron a marearse, otros dijeron sentir náuseas y otros más sintieron la necesidad urgente de ser atendidos por un médico.

En total, 13 personas fueron llevadas al hospital más cercano, lo cual, por otro lado, fue causa suficiente para que la policía iniciara una investigación. Después de realizar preguntas y pesquisas, las autoridades descubrieron que el pastel servido a los comensales no era en modo alguno el habitual del restaurante, sino más bien un pastel con hachís que una joven empleada del lugar había preparado a petición de su madre, quien a su vez era la encargada de la repostería del restaurante.

El problema fue que la joven colocó el pastel con hachís en el mismo congelador que otros que su madre tenía previsto servir a los clientes. Al momento de que éstos llegaron al restaurante, la encargada de la repostería cogió el pastel erróneo y ‘voilà!, de pronto una reunión funeraria se convirtió en una fiesta inesperada de hachís.

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La policía se tomó con menos humor el hecho y actualmente investiga a la joven repostera.

Visto en The Guardian.

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