Elaborar semillas de cannabis de forma casera nunca fue tan sencillo. Vamos a explicar cómo hacerlas en casa sin necesidad de tener ningún tipo de conocimiento sobre genética. Semillas regulares o feminizadas, todo es posible con un mínimo de dedicación.

por Josetxo

 

            Aún recuerdo aquellos maravillosos años en los que algunos valientes comenzaron a abrir tiendas especializadas de cultivo y, cómo no, a vender semillas de marihuana. Por aquel entonces, y no hablo de hace mucho tiempo (o quizás sí, y me esté haciendo un poco viejo), era realmente complicado encontrar diferentes semillas. Sobra decir que no existían las semillas feminizadas ni las autoflorecientes. Simplemente semillas regulares, cien por cien naturales y, para qué engañarnos, con bastante más estabilidad de lo que a día de hoy podemos encontrar en el mercado.

            Rápidamente, comenzaron a emerger decenas de nuevos bancos de semillas con una gran gama de variedades entre las que poder seleccionar la que, a nivel personal, más nos gustase. Y cuando pensábamos que ya estaba todo inventado, llegaron las semillas feminizadas, haciendo la vida de cualquier cultivador mucho más sencilla. La ausencia de machos era una gran ventaja para muchos cultivadores que no disponían de espacio o tiempo suficiente para descartarlos si partían de semillas regulares. Y aunque su precio, en principio, era casi tan elevado que resultaba ridículo, con el tiempo se ha ido estabilizando. Gracias a bancos de semillas que comenzaron a ofrecer variedades feminizadas de calidad a precios muy inferiores, la competencia tuvo que reducir beneficios.

Cuando las semillas feminizadas invadieron por completo el mercado cannábico se creyó que ya estaba todo inventado, pero llegaron las semillas autoflorecientes. Para ser sincero, no soy un apasionado de estas variedades, aunque reconozco que suponen una gran ventaja para todos los cultivadores sin experiencia (o con poca experiencia) que no quieren complicarse la vida con ciclos lumínicos en cultivos de interior, o para pequeños cultivos de exterior. Estas nuevas plantas auto-florecientes son capaces de florecer aunque estén todo el día con luz, de hecho, cuanta más luz tienen (en cantidad y calidad) mejores resultados ofrecen. También son una gran ayuda para quienes quieren plantas pequeñas en altura y rápidas en desarrollo, ya que en apenas tres o cuatro meses (dependiendo de la variedad) están listas para ser cosechadas.

            En la actualidad tenemos a nuestra disposición unas cuantas opciones: semillas regulares, feminizadas y autoflorecientes. Resumiendo, las semillas pueden ser autoflorecientes o fotodependientes (no autoflorecientes) y, dentro de estas opciones, también pueden ser regulares (que ofrezcan machos y hembras) o feminizadas (que ofrezca sólo hembras).

            Teniendo todo esto a nuestro alcance, ¿por qué no hacer nuestras propias semillas? Es un proceso realmente sencillo, podremos cruzar las plantas que más nos gustan y experimentar para ver qué sale de ellas. Con un poco de suerte crearemos cruces muy sabrosos y potentes; con mucha suerte crearemos cruces asombrosos por su potencia, sabor y producción; y con mala suerte simplemente tendremos algún cruce distinto al resto, que seguro estará genial a la hora de fumárselo. No hay nada que perder y mucho que ganar, así que vamos a explicar cómo reproducir de forma casera nuestras plantas de marihuana para obtener semillas regulares o feminizadas. En otro número explicaremos cómo hacer autoflorecientes (ya que conlleva un poco más de lío). Pero primero, y para hacerlo bien, vamos a ver cómo seleccionar los parentales adecuados para realizar un buen cruce.

Cogollo preparado para ser polinizado

Seleccionando parentales

            A la hora de seleccionar las plantas que vamos a cruzar para obtener semillas (denominadas parentales), debemos tener en cuenta factores tan importantes como el olor (tanto en crecimiento como en floración), el sabor al fumarla o vaporizarla, la producción, la potencia, el efecto y, por supuesto, la cantidad de tricomas/resina que ofrece.

            El olor es una característica que pocos cultivadores aprecian de buenas a primeras, quizás los más veteranos y experimentados sepan de lo que hablo. Durante la etapa de floración es realmente sencillo apreciar los olores en los cogollos y valorar si el olor es de nuestro agrado o no (también su intensidad). Pero… ¿y durante la etapa de crecimiento? ¿Cómo se valora eso? Tan sencillo como esperar a que la planta tenga un mínimo de un mes de vida. Frotaremos los dedos en su tallo (sin dañarla) y analizaremos el olor que ha quedado en nuestros dedos. Las plantas con un olor más intenso y penetrante durante la etapa de crecimiento son mucho más interesantes que las que no ofrecen olor o tiene una calidad cuestionable. Por lo general, son mejores plantas para elegirlas como parentales, siempre que durante la etapa de floración se confirme la intensidad y calidad. Es totalmente indiferente si huelen a piña, fresa, pino o tierra. Cada cultivador tiene sus gustos y elegirá el olor que más le guste, valorando principalmente la intensidad y duración del mismo.

            El sabor de los cogollos, una vez cosechados y curados, también define a un buen parental. Todos los cultivadores experimentados sabemos del enorme error de los cultivadores más noveles que sólo buscan cogollos gigantes sin prestar atención al resto de cualidades. Un buen sabor es, sin lugar a dudas, muchísimo mejor que una buena producción, siempre que vaya acompañado de una buena potencia y efecto. Es una característica súper importante que no debemos olvidar.

Te puede Interesar
¿Cómo afecta el cannabis a la fertilidad y la ovulación de las mujeres?

            El efecto que ofrecen determinadas plantas, así como la potencia y durabilidad del mismo, son características primordiales. Una planta sin potencia ni efecto, por mucho sabor y olor que tenga, no sirve para nada. Obviamente, el efecto está marcado por la genética: las variedades índicas ofrecen efectos más relajantes, mientras que las variedades sativas ofrecen efectos más enérgicos (seguimos hablando en términos generales). De los híbridos ni hablo porque puede salir cualquier cosa. La potencia o intensidad del efecto es sumamente importante. No me gustaría fumar una planta que tenga un efecto muy placentero pero que su intensidad sea muy leve. Lo mismo con la durabilidad, de qué sirve un buen efecto si no perdura en el tiempo… al menos un poco.

            La cantidad de resina que ofrece una planta es un factor muy importante ya que, por lo general y al margen de algunas excepciones, a mayor cantidad de resina mayor intensidad y durabilidad del efecto. Todos sabemos que la resina es el nombre que se otorga al conjunto de tricomas que cubren nuestra planta; y que dentro de esos tricomas están los terpenos y cannabinoides, encargados del olor, sabor y efecto de la planta.

            La producción es un factor a tener en cuenta pero que no debe acaparar nuestra atención por completo, ya que una planta muy productiva pero sin el resto de características mencionadas no sirve de nada.

            Sabiendo las cualidades que debemos valorar a la hora de elegir los parentales de nuestro futuro cruce, podemos ponernos manos a la obra, eligiendo, por ejemplo, dos plantas altamente productivas para obtener así semillas que cuando sean cultivadas ofrecerán también plantas muy productivas… ¡Pues no! No cometas este error, céntrate en buscar dos parentales totalmente opuestos en características. Si, por ejemplo, tenemos un parental que ofrece grandes cogollos y una gran cantidad de resina, como alguna Critical, busca otro parental que ofrezca cualidades diferentes como un gran sabor y olor (a fresa, por ejemplo), como White Strawberry Skunk. Si cruzamos dos variedades que ofrecen grandes cogollos, vamos a obtener semillas que cuando sean cultivadas ofrecerán grandes cogollos, ¿pero dónde está la magia? Ya teníamos dos variedades muy productivas, ¿para qué queremos otra más? Es mucho mejor experimentar e intentar mejorar esas genéticas, para que además de productivas sean, por ejemplo, mucho más resinosas u ofrezcan un olor y un sabor especiales. Si tienes un parental que ya cumple con una o dos de estas características, no utilices otro parental que tenga las mismas características, busca uno diferente que pueda aportar algo interesante al cruce. A nivel personal, me gusta jugar mucho con los olores y sabores, también con los colores; por eso utilizo un parental púrpura de buen sabor y otro que aporte cosas diferentes como resina, producción, potencia y/o efecto.

Polen preparado para ser congelado

Cómo hacer semillas

            Ahora que ya sabemos cómo elegir los parentales de forma correcta, vamos a ver cómo hacer esas semillas regulares, feminizadas o autoflorecientes.

Regulares

            Para hacer semillas regulares sólo necesitaremos un parental masculino y uno femenino, ambos seleccionados por nosotros bajo nuestros propios criterios. Si ponemos a florecer los dos parentales a la vez, veremos que la planta masculina crece y produce flores (masculinas, obviamente) mucho antes que la hembra. Esto es algo completamente normal. Simplemente esperaremos a que el macho esté maduro y soltando polen para sacudirlo por encima de la hembra, polinizándola. Si hemos elegido un macho de larga floración (sativa) y una hembra de corta floración (índica), por simple sentido común pondremos el macho a florecer dos o tres semanas antes que la hembra. Si ambos ejemplares tienen un ciclo de floración similar los pondremos a la par. No es necesario polinizar toda la planta si lo que queremos es obtener sólo unas pocas semillas. En este caso floreceremos los parentales por separado y, cuando el macho suelte el polen, lo recogeremos con cuidado. Con la ayuda de un pequeño pincel esparciremos ese polen en uno o dos cogollos de la planta hembra. De esta forma sólo polinizaremos una pequeña parte de la planta.

            Esta forma de reproducción es la más sencilla y natural, la que la naturaleza ha seguido durante milenios, aunque, en esta ocasión, con un poco de ayuda para seleccionar las partes que queremos polinizar. También podemos guardar un poco de polen en un envase seco acompañado de algún secante (como arroz) y congelarlo. De esta forma se conservará para futuras polinizaciones (como el polen de la BB F2 que podéis ver en la foto).

Feminizadas

            Si las semillas regulares no son una buena opción para ti, siempre puedes pasar al siguiente nivel, algo más complicado a primera vista pero que con un poco de maña y paciencia puede conseguirse fácilmente. Para hacer semillas feminizadas necesitaremos seleccionar dos parentales femeninos (hembras). Uno de ellos seguirá siendo y ejerciendo de hembra para la reproducción y el otro lo transformaremos, con la ayuda de la química, en un macho (lo revertiremos). Es importante que el ejemplar que vayamos a usar para ser revertido provenga de semillas regulares y no haya sufrido estrés previamente. Todas las semillas feminizadas provienen de parentales revertidos y eso deja cierto estrés genético, por lo que es mucho mejor utilizar un parental que no provenga de semillas feminizadas y así evitar ese estrés heredado.

Te puede Interesar
Semillas feminizadas ¿Cómo se obtienen?

            Para revertir una hembra y que dé flores macho vamos a necesitar la ayuda de un preparado químico conocido como STS o tiosulfato de plata. Este preparado es indispensable para que la planta hembra se revierta y nos dé flores macho. Aunque la planta se transforme en un macho, sus genes seguirán siendo de hembra, por lo que al cruzarla con otra hembra toda su descendencia (semillas) serán hembras. El STS es un producto que no se debe respirar (es cancerígeno), por lo que hace falta mascarilla y guantes para elaborarlo y aplicarlo. Necesitaremos comprar en la farmacia un paquete de barritas de Argempal (no necesitan receta) y también un bote pequeño de hiposulfito de sodio (o tiosulfato de sodio). Normalmente, el bote más pequeño es de 250 mg. Aunque la farmacéutica se quede con cara de sota, son productos que no necesitan receta y que puedes comprar en cualquier farmacia. También necesitaremos agua destilada, unos vasos de plástico y un pulverizador. Sobra decir que ya debemos tener guantes y mascarilla, que podemos encontrar en cualquier ferretería o incluso en los chinos.

Cómo hacer STS y cómo aplicarlo
  1. Con los guantes y la mascarilla puestos, ponemos veinte mililitros de agua destilada en un vaso de plástico y diluimos en esa agua la punta de siete de las diez barritas que trae la caja de Argempal.
  1. En otro vaso de plástico ponemos treinta mililitros de agua destilada y añadimos 1,3 gr de hipolsufito de sodio (o tiosulfito de sodio) y removemos con algún instrumento no metálico. El metal puede dañar la formula, por lo que usaremos algo de plástico o madera para remover.
  1. Una vez que tenemos todo bien disuelto y mezclado, verteremos el contenido del primer vaso dentro del segundo vaso, removiendo lenta y constantemente mientras vertemos. Así tendremos 50 mililitros de agua destilada con sus añadidos, en un mismo vaso.
  1. Ahora pondremos en una botella o recipiente de plástico cuatrocientos mililitros de agua destilada y después verteremos el contenido del vaso preparado anteriormente y removeremos todo bien. Así tendremos 450 mililitros de STS concentrado. Como es muy concentrado y tóxico para las plantas, debemos diluirlo en una proporción de 1:4 antes de usarlo. De forma que pondremos en el pulverizador una parte de STS concentrado y cuatro partes de agua destilada (por ejemplo 100 mililitros de STS y 400 mililitros de agua destilada).
  1. Ya tenemos listo el STS dentro del pulverizador pero… ¿cómo lo usamos? Muy sencillo: el ejemplar que queramos revertir debemos pasarlo a floración antes que la hembra que vaya a recibir su polen (unas dos o tres semanas antes). Pondremos el parental en cuestión a florecer de forma normal, a 12/12 o a 11/13 (dependiendo de gustos y variedad). En su quinto día de floración aplicaremos de forma foliar una pulverización con el preparado de STS que tenemos en el pulverizador, dejando las hojas bien empapadas (es recomendable hacerlo justo en la fase de oscuridad para que se absorba lentamente, sin ventilación). Continuaremos con el proceso de floración normal hasta que lleguemos al décimo quinto día, o lo que es lo mismo, diez días después de la primera pulverización. Aplicaremos entonces una segunda y última pulverización de STS y dejaremos que la planta siga floreciendo normalmente. Sobra decir que todas las pulverizaciones deben hacerse con guantes y mascarilla.

            Y listo, tras tres semanas pondremos a florecer a la hembra seleccionada para producir semillas. Veremos cómo la planta a la que hemos aplicado el STS comienza a sacar flores masculinas. Cuando éstas estén maduras soltarán polen y con ese polen polinizaremos a la hembra. Una vez que la planta revertida haya soltado el polen debe ser completamente desechada. Es una planta tóxica y sólo podemos aprovechar de ella su polen. Nunca te la fumes, ni la uses para realizar ningún preparado, elimínala por completo. La planta polinizada creará semillas de forma normal pero con la diferencia de que serán feminizadas.

            Seleccionad bien vuestros propios parentales y aventuraros en el fantástico mundo de la cría de cannabis a nivel amateur.

 

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.