High on Design (Gestalten) es el libro de los proyectos más rompedores en el mundo del cannabis con artesanía, gastronomía y literatura para dar y repartir.

Retro y hippie, dos de de los adjetivos que más se adecuan al marketing que se ha relacionado desde que tenemos memoria al universo del cannabis. Siempre había funcionado así y, por lo tanto, ¿por qué arreglar lo que no está roto? Pues porque ya era hora de desvincular al “otro negocio verde” de una filosofía estética que ignora a un público maduro deseoso de ser parte de la nueva era de la marihuana.

Hace cinco años y durante un viaje a Colorado, Santiago Rodríguez Tarditi, entró por primera vez a una tienda legal de marihuana y se dio cuenta de que todo lo que hasta ahora había conocido había cambiado. “Me sentí como si estuviese entrando a una boutique de productos wellness, donde se me guió desde el principio a través de un menú elaborado explicado por gente de lo más amable… algo totalmente diferente de las transacciones ‘clandestinas’ que eran la norma hasta entonces”, cuenta a Traveler.es acerca del libro High on Design (Gestalten), una oda al diseño y al emprendimiento del mundo del cannabis.

“Poco a poco empecé a darme cuenta de que las pipas psicodélicas empezaban a ser sustituídas por otras más sofisticadas, las de una calada eran ahora unos logradísimos gadgets electrónicos y que las apps de reparto a domicilio de marihuana hacían que me sintiese como un cliente importante, en vez de un comprador sospechoso que estaba a punto de tentar a la suerte para ir a la cárcel”, continúa Tarditi.

El mundo está empezando a enfrentarse a la realidad de la importancia histórica del cannabis (de cómo se ha usado durante miles de años en la medicina china y el Ayurveda, por ejemplo, así como de las implicaciones negativas de la fallida guerra contra una droga que no dejar de ser, sencillamente, una planta sin procesar –como la valeriana– y que puede crecer en casi cualquier lugar. “Es un regalo de la naturaleza al que estamos programados para disfrutar: todos los mamíferos tenemos un sistema endocannabinoide que procesa las moléculas del cannabis… y los beneficios médicos de su consumo responsable están siendo estudiados y publicados continuamente”, explica.

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Rodriguez Tarditi siempre se sintió atraído por los elementos del diseño de la cultura del cannabis, desde los logos de las marcas antiguas de papel de liar hasta las camisetas tie-dye de los festivaleros. Durante mucho tiempo, dio por hecho que esta era la única imagen que podía englobar a este mundo. “El hecho de que ahora puedas tener una pipa de lo más moderna en tu salón en vez de un souvenir que parece sacado de la guarida de un porreta de los años 60, es una maravilla. No tengo nada en contra de la vibra antigua a lo flower-power, pero hay una nueva ola de clientes que no se sienten tan conectados con The Grateful Dead como lo hacen con Snoop Dogg“, comenta. “Es maravilloso ver que hay una interés de esta industria por incorporar diseño y wellness“.

High on Design alaba a plataformas y revistas como Broccoli o la revista bianual Gossamer, de Verena von Pfetten y David Weiner –”con contenido para fumadores ocasionales y mentes curiosas”, como la define Tarditi en el libro–, que inundan su contenido y estética con una bocanada de aire fresco nunca antes visto en el mundo editorial del cannabis. O a movimientos como Old Pal Flower, una tienda que apoya a productores locales (de Los Ángeles) y organiza fiestas en la zona de California. “Muero de ganas de comprarme su pipa Summerland, el diseño es brutal”, exclama Rodriguez.

También pone de manifiesto a marcas como la neoyorquina Veil, vendiendo ambientadores sin tóxicos y amigables con el medio ambiente; la canadiense Verde Vie, que vende mecheros, papel, velas aromáticas o mascarillas para dormir. Interesante es también Sundae School, una marca de ropa que promueve a la marihuana como un medio de educación de alto nivel y entendimiento intercultural. A su vez, el libro pone en el mapa a las mujeres CEOs y emprendedoras que han creado negocios desde cero, como el dispensario Tetra, de Monica Khemsurov o 48North Cannabis Corp., de Alison Gordon, un próspero negocio de la industria del wellness con una directiva inclusiva, cosechas orgánicas y productos amigables con el ecosistema para un público al que le preocupa la salud y el bienestar.

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En el apartado de las apps, el reparto a domicilio es un caso aparte. “No solo te hacen la vida más fácil sino que también creo que hay algo poético y romántico en escoger tu propia flor, molerla lentamente y enrollarla de manera manual… en escuchar y ver cómo se quema el cigarrillo lentamente mientras el humo bailotea alrededor de tu boca mientras que lo inhalas y disfrutas con calma”, recita Tarditi.

El cannabis muchas veces recibe el nombre de “droga”, sin embargo, se nos olvida que tiene diferentes usos. “Desde el cáñamo (un tipo de material de construcción que requiere muy poca agua para ser producido, pero lo suficientemente fuerte para construir un edificio entero con é), hasta la tela de marihuana (mucho más sostenible que el algodón) o sus altos índices nutricionales (las semillas tienen un potente valor protéico y de hecho, el chef estrella Michelin, Claus Henriksen, del restaurante Dragsholm Slot Gourmet, dentro del hotel Dragsholm Slot, es uno de sus mayores admiradores culinarios)”, relata Tarditi.

“Es una planta mucho más sostenible que otras a la hora de cultivarla y dejarla crecer y nos brinda beneficios físicos, emocionales y mentales”, añade. ¿Unas cuántas risas? Desde luego. “CBD Y THC relajan al ser humano y lo hacen reír. Creo que la madre naturaleza nos regaló esta planta para ayudarnos a elevar nuestro espíritu y hacernos mejores personas. Si la consumimos con cabeza y la respetamos, nos volveremos más empáticos y conscientes de nuestro alrededor, tanto de forma natural como interpersonal”.

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Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.