El cultivo, por más que nos empeñemos y lo intentemos demostrar, no es algo natural en su totalidad. Un cultivo no es algo que se genera por la intervención únicamente de la naturaleza. Desde que colocamos la semilla en el terreno de forma consciente, hasta que terminamos de conseguir lo que de la planta estábamos esperando desde un principio, la mano del hombre es crucial. Pero no nos engañemos, estamos consiguiendo algo verdaderamente peligroso, lo natural aparece en nuestros cultivos en un espacio cada vez más reducido, a veces insignificante, y esto es doblemente preocupante: estamos negándole su sitio a la naturaleza y a su vez lo estamos ocupando nosotros mismos.

Con este artículo comenzamos una serie que intentará poner a cada cosa en el lugar que le corresponde. El desarrollo natural de las plantas, del suelo, de las aguas, de los animales y de los microorganismos es crucial para el desarrollo de la humanidad. Y es que como se dijo en su momento “el planeta en el que vivimos es algo que hemos recibido prestado de nuestros nietos”.

 

Definición

Si leemos todas y cada una de las definiciones que sobre la fertilización aparecen en libros, en revistas, en prensa o en internet, el concepto que se tiene de ella está siempre encaminado a enriquecer, a dar más valor a lo que fertilizamos; este hecho no es del todo incorrecto pero no deja de ser una concepción de la fertilización únicamente cuantitativa. El catedrático en Economía Aplicada de la Universidad de La Laguna, Federico Aguilera Klink, que fue galardonado el año pasado con el Premio Nacional “Lucas Mallada” de Economía y Medio Ambiente, fue uno de los primeros en hablar de los “imputs” y los “outputs” (lo que entra y lo que sale) en el medio ambiente, y afirmaba que no sólo se debía tener una concepción cuantitativa sino que también el hecho de no estar contaminado le aportaba al medio un valor añadido. Esta debería ser la única premisa que debemos tener en cuenta a la hora de fertilizar, es decir, un suelo contaminado, saturado, es algo que con buenas prácticas de fertilización debemos evitar, de esta forma lograremos unos rendimientos en nuestros cultivos acordes con el desarrollo natural del medio. Si tenemos, por tanto que definir la fertilización lo haríamos como la suma de todos los procesos que pretenden hacer fértil un organismo.Como veremos más adelante el suelo no es únicamente el soporte físico para el desarrollo de las plantas, es un conjunto de procesos químicos, metabólicos, biológicos, etc., que le confieren al conjunto una vida que se transmite a todos y cada uno de los seres que habitan en él y sobre él. El suelo es vida y da vida.

 

Tipos de fertilización

 

Vamos a establecer dos grandes tipos de fertilización en función de su procedencia, siempre natural: la fertilización orgánica y la fertilización mineral (o inorgánica). La evolución de los ecosistemas está siempre basada en un proceso cíclico, que en nuestro caso no es del todo perfecto porque estamos intentando conseguir una producción adicional. Dentro de este ciclo quien mejor se adapta es la fertilización orgánica (de origen animal o de origen vegetal), mientras que la fertilización mineral es un apoyo a la mejora en el rendimiento, pero siempre desde un segundo plano y considerando todos los inconvenientes que nos puede acarrear. Con la fertilización mineral estamos diferenciando la aportación de nutrientes primarios, nutrientes secundarios y micronutrientes. También estableceremos diferencias entre la materia orgánica líquida y la sólida, ya que su forma física influye mucho a la hora de la aportación: la líquida es mucho más fácil de asimilar puesto que ya se encuentra disuelta en agua mientras que la sólida no sólo depende de condiciones climáticas (debe llover para que se asimile) sino que una vez haya agua en el suelo debe pasar a la solución del mismo.

 

 

 

 

 

(Cuadro)

 

FERTILIZACIÓN

 

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ENMIENDA ORGÁNICAENMIENDA MINERAL

 

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VegetalAnimalPrimariosSecundariosMicronutrientes

 

(Fin Cuadro)

 

 

 

Los nutrientes primarios son los que la planta absorbe en mayores cantidades y que al igual que todos los elementos son básicos para su desarrollo. Estas cantidades pueden ser de hasta varios cientos de kilos por hectárea, algunos tomados de la atmósfera (carbono, hidrógeno y oxígeno) y otros tomados desde el suelo por las raíces (nitrógeno, fósforo y potasio). Los nutrientes secundarios son los que la planta absorbe también en grandes cantidades pero sensiblemente menores a las de los primarios. Son el calcio, el magnesio y el azufre. Los micronutrientes u oligoelementos son nutrientes igual de esenciales para el crecimiento de las plantas, pero las cantidades son muy pequeñas (del orden de algunos gramos o cientos de gramos por hectárea). De hecho existe un riesgo a la hora de aportar este tipo de nutrientes y es que el rango entre necesidad o toxicidad es muy pequeño, por lo que un leve error puede ser muy negativo, incluso en determinadas plantas sus aportaciones pueden ser tóxicas. Los micronutrientes esenciales son el boro, el zinc, el cloro, el cobre, el hierro, el manganeso, el molibdeno y el cobalto.

 

Las formas en las que podemos disponer de la materia orgánica son diversas y abundantes:

– Estiércol y deyecciones de animales o purines.

– Restos de cosechas.

– Restos de podas (plantas ornamentales, frutales, césped…)

– Residuos de industrias transformadoras (depuradoras, centrales de biomasa…)

– Turbas.

– Harinas cárnicas.

– Harinas de pescado.

– Subproductos de la industria alimentaria (vinazas, cultivo del champiñón…)

– Residuos de industrias forestales (corteza de árboles, viruta de madera, serrín…)

– Abonos verdes, etc.

Con ellos conseguimos:

– Favorecer la fertilidad del suelo.

– Mejorar las propiedades físicas (estructura, retención de agua…)

– Mejorar las propiedades químicas (aporte de nutrientes, CIC, pH…)

– Mejorar las propiedades biológicas (aumento de la micro y macrofauna del suelo).

– Evita la erosión.

– Evita la contaminación de los acuíferos subterráneos.

– Favorece la retención de los nutrientes evitando su pérdida por lixiviación.

– Bajos costos.

– Gestión de nuestros propios recursos con lo que no dependemos de proveedores.

En los próximos capítulos sabremos como gestionar correctamente estos recursos y combinarlos de forma apropiada con las aportaciones minerales. Aprenderemos ha realizar un compost, a trabajar con lombrices de tierra, a trabajar con abonos verdes y cuándo saber qué necesidades nutricionales debemos corregir y en qué época, de dónde podemos conseguir los nutrientes necesarios y aprender a gestionarlos como un recurso muy valioso que es lo que es realmente.

 

Juan Antonio Martín Armas

TRATAMIENTOS BIOECOLÓGICOS, S.A.

 

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