Los dueños del gigantesco invernadero aseguran que las plantas “no colocan”, pero han sufrido hasta cinco asaltos violentos en una semana y han tenido que pedir ayuda a la Guardia Civil.

A muy pocos kilómetros de Zaragoza capital y en unas instalaciones que se extienden sobre una superficie de casi siete hectáreas –dos de ellas cubiertas– una empresa de capital holandés cultiva desde la pasada primavera miles de plantas de cannabis. Los invernaderos se encuentran a pie de carretera y el olor los delata. Sin embargo, sus propietarios no han tenido ningún problema con la Guardia Civil. Todo lo contrario, ha tenido que ser esta quien vigile el perímetro durante muchas noches para frenar la oleada de asaltos violentos que han sufrido este verano.

La razón por la que la Benemérita no ha desmantelado sino protegido esta gigantesca plantación es sencilla. Aunque muchos de los vecinos de la localidad aragonesa donde está emplazada –y que no se cita, por seguridad– lo ignoran, en lo invernaderos que se construyeron hace más de una década para cultivar plantas decorativas se produce hoy cannabis legal con fines industriales: principalmente cosméticos. Y pese a que esta variedad carece del agente químico que provoca los efectos psicológicos de la marihuana, el aspecto de los tallos es idéntico a esta y ha convertido las instalaciones en una auténtico reclamo para los delincuentes.

Según ha podido saber HERALDO, a comienzos del pasado mes de julio los dueños de los invernaderos tuvieron que dirigirse a la Delegación del Gobierno en busca de ayuda. Lo hicieron tras sufrir hasta cinco robos con violencia en apenas una semana, asaltos en los que los ladrones se colaron en las instalaciones y se llevaron decenas de plantas. Al parecer, actuaban siempre encapuchados y llegaron a esgrimir pistolas y otras armas de fuego.

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Pese a extenderse sobre una superficie de 70.000 metros cuadrados, la plantación tan solo contaba al principio con un guardia de seguridad. Empleado que al ver cómo los delincuentes apedreaban una noche su coche pasó tanto miedo que decidió no volver más a trabajar a los invernaderos.

“Se decidió incrementar el número de vigilantes y solicitar apoyo de la Guardia Civil”, explicaba esta semana una de las personas que trabajan en la explotación. Según este hombre, estas medidas “han solucionado el problema”. Pero lo cierto es que las explicaciones no son muchas, ya que atiende a este diario desde detrás de la valla de entrada y tras un par de minutos zanja la conversación diciendo que será el administrador quien conteste el resto de preguntas. Pero su llamada nunca llega.

Según fuentes próximas a la investigación, lo que más ha alarmado a los dueños de este negocio ha sido el modo de actuar de los ladrones, que habrían llegado a encañonar a un técnico cuando colocaba el sistema de videovigilancia para sonsacarle todo tipo de información. Ello obligó a la empresa a colocar grandes carteles en la valla perimetral en los que puede leerse: “No marihuana. No THC. No psicoactivo. No apto para consumo”. El objetivo, disuadir a los delincuentes de sustraer unas plantas que en teoría “no colocan”.

La Guardia Civil también tomó cartas en el asunto y montó vigilancias nocturnas que habrían dado como resultado la detención de alguna persona. Pero la Comandancia de Zaragoza ha preferido no dar tampoco más información al respecto asegurando que “hay una investigación abierta”.

Una marihuana ‘light’ para uso industrial

Las plantas son prácticamente idénticas, pero la marihuana y el cáñamo presentan una diferencia notable: su porcentaje de THC. El tetrahidrocannabinol, que ese es el nombre del agente químico, tiene la capacidad de cambiar el comportamiento de una persona conectándose a los receptores de las células nerviosas. Por eso, cuando la planta supera el 0,2% de THC pasa a considerarse una droga ilegal, mientras que cuando la concentración es inferior puede dedicarse a usos industriales.

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Y ese es precisamente el destino que los dueños de los invernaderos castigados por la oleada de asaltos quieren dar a su cannabis. Aunque la empresa no ha concretado en qué están transformando sus plantas, los usos del cáñamo son numerosos: desde la fabricación de papel o tejidos, hasta la de cosméticos o suplementos dietéticos.

La Agencia Española de Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) concedió el año pasado cinco licencias para cultivar marihuana con un THC superior al 0,2%, pero solo con fines de investigación.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.