Muchos conocemos en nuestro entorno más cercano a consumidores de cannabis. Algunos lo hacen con fines recreativos, otros de forma terapéutica. Pero todos ellos se la juegan consumiendo. Más de cuatro millones de españoles toman cannabis. Como poco, debería existir un debate serio al respecto por parte de quienes dicen representarnos.

Sin embargo, María Luisa Carcedo ha descartado en varias ocasiones la posibilidad de regular el uso medicinal del cannabis. La ministra de Sanidad ha sostenido que regular esta iniciativa “no está en la agenda del PSOE” pese a indicar al mismo tiempo que el consumo de esta sustancia ha repuntado en España junto al tabaco. Sin embargo, en el programa electoral del PSOE sí se puede encontrar una comisión de estudio “para abrir un debate en profundidad sobre el conocimiento del cannabis y sus efectos sobre la salud”. La ministra lo negaba el pasado mes de diciembre: “no lo tenemos en la agenda”, decía, al tiempo que calificaba como “una moda” el uso medicinal de esta sustancia, declarando que “no hay evidencia científica” en este sentido.

Desde el Observatorio Español de Cannabis Medicinal acusan a PSOE y PP de bloquear avances para la regulación de forma integral el acceso al cannabis terapéutico a los pacientes y que suponga un avance en la lucha contra el mercado ilegal. Desoír esta realidad es gobernar de espaldas a la ciudadanía. Porque además de su gran consumo por parte de la población, la regulación tiene una gran acogida. De hecho, el 84% de los españoles está a favor frente al 9,2% que está en contra, según una encuesta del CIS.

El 20% de la población mundial sufre de dolor crónico. El impacto socioeconómico que tiene esto es brutal: en USA se calculó en 2015 que su coste era superior a otros sanitarios como el cáncer o la diabetes. El cannabis tiene un enorme potencial para tratar el dolor y así lo dicen gran cantidad de estudios. De hecho, las moléculas del cannabis son 30 veces más potentes que la Aspirina para aliviar el dolor, según sugerido un estudio de la Universidad de Guelph (Canadá) y que ha sido publicado en la revista Phytochemistry.

Y sigue: “Claramente, existe la necesidad de desarrollar alternativas para el alivio del dolor agudo y crónico que vayan más allá de los opioides. Estas moléculas no son psicoactivas y se dirigen a la inflamación, lo que las convierte en analgésicos ideales”. Los efectos analgésicos del cannabis se basan en la acción del THC sobre una molécula llamada receptor cannabinoide de tipo 1 (o CB1).

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En primicia, podemos hablar de algunos datos de una encuesta realizada por DosEmociones entre sus socios y pacientes, de los que 75% son mujeres. En general, se observa un beneficio emocional, una reducción del tratamiento farmacológico, reducción de visitas médicas dada la mejoría del paciente y una mejoría física. También son relevantes los datos que hablan de la mejoría y calidad de sueño y descanso (imprescindible para los pacientes) y la reducción de pesadillas nocturnas para aquella personas que sufren violencia de género y/o estrés post-traumático.

En cuanto al impacto positivo en el bienestar emocional, la encuesta es clara. Respecto a la pregunta sobre si los usuarios se mostrarían satisfechos con su vida presente en comparación con cómo se sentía antes de comenzar el tratamiento con cannabinoides, el 36% aseguró que frecuentemente, y un 34% que siempre o casi siempre. Sobre el buen humor, y su mejora con el tratamiento, un 47% responde que frecuentemente se encuentra así.

La calidad de sueño también muestra una gran mejora. Mientras un 29% ha mejorado frecuentemente, un 34% lo ha hecho de manera continua. También son significativas las respuestas que hablan de una sensación de tranquilidad o relajación mayor a anteriormente a consumir.

Por otro lado, el estudio muestra que la mitad de los pacientes utilizan la vía vaporizada (no confundir con vapear), mediante vaporizador certificado por la UE, usando mayormente variedades con equilibrado contenido entre THC y CBD, según aseguran desde la asociación. Por tanto, es importante saber también que el uso del cannabis medicinal va mucho más allá de “fumarse un porro”, y tanto las opciones (perfil de cada planta, extracto, crema o flor) como las vías de administración, hacen que el tratamiento con cannabinoides sea especialmente individualizado, siempre bajo control médico…

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Con todos estos datos, es importante desenmascarar qué intereses se encuentran tras nuestra salud, por qué sí se permite el consumo de opicáceos, morfina, antidepresivos, benzodiacepinas y otros compuestos químicos que generan gran dependencia y numerosos peligros para nuestra salud. Según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades, cada día mueren 91 estadounidenses por sobredosis de sustancias opiáceas. Las farmacéuticas han cuadruplicado las ventas de opiáceos desde 1999. Negocio seguro.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.