Una nueva entrega de los artículos dedicados al doping en el deporte. Leer todas las entregas anteriores.

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Pioneros de la coca y la cocaína
 
 
7. Oxandrolona

Es el anabolizante con menos efectos secundarios. Es de administración oral, muy poco androgénico, prácticamente no retiene líquidos y no se convierte en estrógenos. Afecta muy poco al sistema hormonal y a la producción endógena de testosterona. No existe casi toxicidad para el hígado con su uso. Permite ganancias moderadas en fuerza y potencia con poco aumento de peso. Los deportistas que desean mayores ganancias lo combinan con otros productos más potentes.

Citamos ahora otros productos con características similares, pero no esteroides.

 

Clenbuterol

No es un anabólico, sino un agonista beta-adrenérgico (estimulante del sistema nervioso simpático), perteneciente a un grupo de fármacos que en su origen se empleaban sólo como broncodilatadores, para combatir el asma (junto al salbutamol y el cimaterol). No debería incluirse entre los anabolizantes propiamente dichos, pero hablamos de él porque tiene ciertas propiedades que lo convirtieron en una sustancia atractiva para los deportistas. Por un lado, parecía inducir ganancias en fuerza y tamaño sin la típica hinchazón, lo cual se confirmó en experimentos con animales. Además de esta acción anabólica se le atribuían otras anti-catabólicas: reducir la cantidad de proteína degradada y evitar la destrucción de músculo por parte del cortisol. Sin embargo, los beneficios en seres humanos no son tan grandes como se esperaba —aunque sí en algunos animales— por motivos relacionados con diferencias en los receptores beta que no vamos a detallar aquí.

Por último, como termogénico (producción de calor a partir de las reservas de lípidos) es más efectivo y permite quemar más grasa gracias al aumento de la temperatura corporal. Algunos deportistas combinan el clenbuterol con hormonas tiroideas para aumentar su acción, pero también se incrementa la posibilidad de problemas de salud.

Al no ser un producto hormonal no tiene los efectos adversos de los esteroides, pero sí los suyos propios: nerviosismo, ansiedad, palpitaciones, taquicardia, temblores, dolor de cabeza, sudor excesivo, hipertensión arterial. Suelen desaparecer al dejar de tomarlo, pero pueden agravarse si se utiliza de forma prolongada. En cuanto a la administración, los deportistas suelen comenzar con una dosis baja, de un comprimido diario, y luego suben progresivamente hasta cinco o más al día. A comienzos de los noventa se puso de moda un método de administración muy sensato, que consistía en tomar dos comprimidos diarios durante dos días y descansar otros dos, con el objetivo de minimizar los efectos secundarios, y para no saturar los receptores y evitar así la pérdida de efectividad. De todas formas, comparando sus beneficios con los posibles daños, su eficacia es peor que la de los esteroides.

Su presentación comercial es en comprimidos pequeños y en jarabe. Existe en farmacias españolas a un precio bajísimo, y hasta hace diez años no había problemas para conseguirlo sin receta.

 

Formebolona

 Es un esteroide que se puso de moda en los años ochenta y que en su origen se utilizaba para tratar a niños con problemas de crecimiento. Constituye el reflejo de uno de los mitos más frecuentemente sostenidos por la gente crítica hacia el culturismo. Congestiona la región corporal en torno al punto donde se inyecta, con un aumento temporal del tamaño y una mayor dureza; es decir, hincha el músculo gracias a una acumulación de fluido linfático en el tejido. La inflamación generada suele ser dolorosa, razón por la que incluye lidocaína como anestésico local.

Se inyecta directamente en la zona que se desea hacer crecer y la duración es de varios días. Suele utilizarse para músculos pequeños, ya que para los grandes se necesitaría mucha cantidad y sería demasiado evidente la deformación originada. Los expertos afirman que el único efecto secundario es el dolor, si bien puede llegar a ser muy fuerte. Nunca se comercializó en España, y es prácticamente imposible de encontrar en ningún lugar del mundo porque su puesto fue ocupado por el producto que citamos a continuación.

 

Synthol

Dado el éxito de la formebolona, se buscó otro producto que ofreciera sus beneficios (crecimiento muscular local, aunque no fuera permanente) sin los problemas asociados (dolor producido por la inyección y precio excesivamente caro). Un culturista alemán llamado Chris Clark, a base de inyectar en sus músculos varias combinaciones de aceites mezclados con otras sustancias, dio con el producto bautizado con el nombre de Synthol, que comercializó como aceite para dar brillo al cuerpo cuando se posa en el escenario, con el fin de evitar las posibles acusaciones por inducción al uso de drogas y por los efectos adversos derivados de su uso. No obstante, quienes lo compran saben cuál es su propósito y forma de administración. Además, nadie en su sano juicio pagaría por un frasquito de 100 mililitros de aceite doscientos euros, que es el precio al que se vende.

El Synthol es, por tanto, un producto para inflamar localmente los músculos de forma temporal, y contiene varios tipos de aceite junto con lidocaína para reducir el dolor causado por la inyección. Los culturistas de competición se lo administran en las partes que consideran en peor forma, durante los días previos a una competición. Como ya hemos dicho en relación con la formebolona, no puede utilizarse para zonas grandes como los muslos, el pecho o la espalda, ya que sería demasiado evidente la deformación, además de aumentar el riesgo de embolia por inyectar en una vena o arteria. El creador sostiene que parte del producto se aloja en el interior del músculo y produce un estiramiento de las fascias, que a su vez genera un mayor tamaño muscular permanente, afirmación que es, cuanto menos, dudosa.

 

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