La legalización mundial del cannabis, para uso medicinal y también recreativo, abre la puerta a la industrialización de esta planta en varios países de América Latina. Colombia, México, Uruguay y Perú han logrado regulaciones para fomentar esta industria. No obstante, Chile aún está en compás de espera

ajo la marca de Cann4, el mexicano Christian Roman viene desarrollando la fórmula de una leche en polvo para recién nacidos infusionada con CBD o cannabidiol, un componente del cannabis rico en propiedades medicinales. “Este producto se puede suministrar cuando las mujeres no tienen mucha producción de leche materna. Los endocannabinoides de esta leche que ingiere el recién nacido controlan cuatro puntos principales que son muy importantes para su desarrollo en esta etapa”, dice el fundador y director general de Cosmos Cannabis Group, comercializadora de productos hechos a base de cannabis. “Una de ellas es que ayuda a conciliar el sueño, despierta el apetito, controla el dolor en caso de que los niños sufran cólicos y refuerza el sistema inmunológico”.

Tras la aprobación del reglamento de la ley del cannabis para uso medicinal en México en 2018, para Roman, el cielo es el límite a la hora de desarrollar más oferta de productos con CBD. Por lo pronto, el consultor internacional de cannabis desarrolla la marca de bocaditos infusionados con CBD, Canna Botana y la de productos lácteos, Lacto Cannabis. Hasta hace poco, Cosmos Cannabis Group manufacturaba y vendía en Estados Unidos a través de páginas web de venta especializada gotas con CBD para los ojos que estabilizan la presión intraocular, detienen el daño del nervio óptico y la pérdida total de la visión producto del glaucoma, además de agua infusionada con CBD recomendada para personas mayores, pacientes con enfermedades y deportistas, debido a sus propiedades antiinflamatorias. Hoy, con la apertura de su país natal y de otros mercados en América Latina, se ha abierto una gran ventana para la industria del cannabis.

Así como otros países de la región y el mundo, México ha dado un paso más allá respecto con la regulación del cannabis para uso medicinal. Recientemente, la Comisión Federal contra la Protección y Riesgos Sanitarios (Cofepirs) liberó la comercialización, exportación e importación de 57 productos con cannabis entre suplementos, cosméticos, alimentos y materia prima con hasta 1% de THC o tetahidrocannabinol, componente psicoactivo del cannabis.

Incluso, con el cambio de gobierno, ya se habla de su legalización para uso recreacional en México, un país donde las rígidas políticas contra el narcotráfico han sido infértiles y que ve la legalización como una vía para revertir la situación de extrema violencia por la que pasa.

En tanto, bastante más al sur del continente, en Uruguay, el primer país en el mundo en legalizar por completo el consumo, se fabrica el primer producto médico de cannabis registrado internacionalmente, en este caso ante el Ministerio de Salud Pública. “Antes de que mi país legalizara por completo el uso del cannabis, yo venía investigando al respecto tras su redescubrimiento liderado por el doctor israelí Raphael Mechoulam, conocido como el padre de la medicina cannábica”, dice Armando Blankleider, director ejecutivo del laboratorio Medicplast. “Previo a la reglamentación del cannabis de uso medicinal, me contacté con distintos proveedores de materia prima en el mundo, en Estados Unidos y Holanda, especialmente, pero ninguno ofrecía productos registrados en sus respectivas autoridades sanitarias que garanticen una estabilidad y concentración constante de la materia prima”.

Finalmente, tras encontrar en Suiza un proveedor que cumplía todas las exigencias de calidad sanitaria de la materia prima, hace un año Medicplast lanzó al mercado Epifractán, medicamento a base de extracto de cannabis, en concentraciones de 2% y 5% de cannabidiol. Según Armando Blankleider, si bien Epifractán está indicado para pacientes con epilepsia refractaria, principalmente, puede ser usado para tratar patologías del sistema nervioso central y periférico como Parkinson, esclerosis lateral, múltiple, neuritis, neuralgia, y dolencias osteomusculares, artrosis, artritis, y hasta cefaleas, al tratarse de un poderoso antiinflamatorio.

“Epifractán es un producto farmacéutico con una baja dosis de tetrahidrocannabinol (THC), menor al 0,2%. La ley admite hasta 1% de THC. El medicamento se vende bajo receta médica común, porque no es un medicamento psicotrópico o psicofármaco”, explica Edelma Ros, química farmacéutica y directora técnica de Medicplast.

Aunque el precio de Epifractán es algo elevado, US$ 70, Blankleider asegura que para una madre con un hijo con 50 convulsiones de epilepsia al día y que de un día para el otro estas desaparecen, el monto no es caro. “La tendencia es que el precio baje y se haga más accesible, en la medida en que surjan más productores de materia prima para el sector farmacéutico”, dice.

Aunque Blankleider no revela el nivel de ventas de este producto en su primer año, asegura que Medicplast, laboratorio de productos médicos descartables con más de 30 años en el mercado uruguayo, apostará todas sus fichas en el desarrollo y comercialización de productos médicos a base de cannabis en su país y en los mercados en los que la regulación lo permitan.

En tanto, para el consumo recreacional –que fue la principal motivación del gobierno del expresidente José Mujica al legalizar el cannabis– Uruguay realizará una licitación en febrero de 2019 para que cinco empresas (actualmente hay dos) se sumen a la producción de marihuana que es expendida a través de las farmacias. Las empresas que resulten ganadoras deberán producir 2.000 kg de cannabis por año, en terrenos de tres hectáreas que le serán provistos por el Estado uruguayo.

“A diferencia de otros países, la regulación del cannabis en Uruguay no fue por un tema medicinal, sino para generar un nuevo paradigma que sustituyera al modelo prohibicionista y combatiera consecuencias sanitarias, sociales y económicas del uso problemático de sustancias psicoactivas, a través de la intervención del Estado y, por supuesto, también combatir el narcotráfico”, dice la activista uruguaya Mercedes Ponce de León. “Todos eran problemas de derechos humanos. Eso hizo que la regulación se centrara primero en el cannabis recreativo, o mejor llamado ‘de uso adulto no médico’, ese es el término correcto. Se abrieron las vías de su acceso a través de clubes, asociaciones, el autocultivo en casa y después se incrementó la venta en farmacias de un cannabis producido bajo control estatal”, complementa.

Un poco más al norte, en Colombia, a tres horas del suroeste de Bogotá, el departamento de Tolima, famoso por cultivar casi toda la producción de arroz local, se prepara para su primera cosecha de plantas de marihuana destinadas a la fabricación de cosméticos y productos medicinales de Khiron, compañía canadiense con operaciones en Colombia.

“Tenemos todas las licencias en Colombia. Las primeras son para cultivo, producción y extracción, porque en Colombia y en el resto de países de América Latina la tendencia es joven. Los productos médicos van a ser extractos, aceites, no de flor seca como en Uruguay. Este cultivo nos permitirá producir para la venta doméstica y la exportación. En 2017 fuimos la primera empresa en tener todos nuestros cultivos con licencias. Ahora estamos en un proceso regulatorio para obtener las licencias para la venta doméstica”, dice Álvaro Torres, CEO y fundador de Khiron. “Nos ubicamos cerca de Bogotá para distribuir a otras ciudades. Tenemos un área alquilada de aproximadamente 17 hectáreas. En nuestra primera fase cultivaremos en 5,5 hectáreas, donde pensamos obtener una capacidad de producción de 16 toneladas de cannabis en flor seca, que equivalen a 1,6 toneladas de extracto, y que puede atender aproximadamente a 150.000 pacientes”.

A la fecha, la experiencia colombiana ha sido muy positiva. Hace tres años, el gobierno del entonces presidente Juan Manuel Santos y el Poder Legislativo crearon un marco jurídico estable que fue reconocido por los empresarios y que es considerado por los expertos consultados como uno de los mejores de América Latina. Actualmente, Colombia es una plaza importante para la inversión de la industria del cannabis, haciendo atractivo el negocio para inversionistas nacionales y extranjeros, sobre todo de Canadá, país que en octubre pasado legalizó el uso recreativo –el medicinal ya estaba regulado– del cannabis. A la fecha, más de 120 empresas cuentan con licencia para cultivar esta planta en Colombia.

Estrenan reglamento

Al sur, el Perú observaba con sana envidia el despegue de esta industria en su país vecino. Y es que a más de un año de haberse promulgado la ley que regula el uso medicinal y terapéutico de la marihuana, aún no contaba con un reglamento que diera inicio a esta industria en el país andino.

Pero todo cambió recién este 23 de febrero cuando, en el diario oficial “El Peruano”, apareció el decreto supremo que oficializa la puesta en marcha del reglamento de la ley 30681, “que regula el uso medicinal y terapéutico del cannabis y sus derivados”.

A dos días de estrenado el reglamento, fue la ministra de Salud del Perú, Zulema Tomás, quien salió a aterrizar los alcances de un reglamento que tenía un antecedente nefasto (un prerreglamento) para la Federación de Cannabis Medicinal en el Perú (Fecame), que agrupa a más de seis asociaciones de consumidores de cannabis. “Cuando se publicó el prerreglamento era tan punitivo que parecía que el cannabis no estaba legalizado. Esta planta tiene dos principales activos, el THC y el CBD. El que es más satanizado es el THC, porque tiene poderes psicoactivos, pero lo que la gente no sabe es el efecto que causa en el dolor de enfermos con cáncer terminal, fibromialgia, artritis, sida. El THC les hace muy bien y lo usan en simbiosis con el CBD, porque ambos cannabinoides se potencian y se equilibran”, aclara Sandra Ramírez, presidenta de Fecame.

La secretaría de Estado explicó este miércoles 27 de febrero que la venta medicinal del cannabis será a través de una “receta médica” y que “el proceso de elaboración será desarrollado por laboratorios o centros farmacéuticos que estén autorizados por la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid)”.

“Lo más importante es que el cannabis, de ser un insumo prohibido, pasó a ser un fármaco para tratamiento médico y terapéutico de patologías tan complejas como esclerosis múltiple, dolores neuropáticos, procesos de ansiedad, epilepsias refractarias, que muchas veces han presentado complejidades porque hay varios tipos de epilepsia”, agregó Tomás.

Con este reglamento, las aspiraciones de negocio de Antonio Salas, presidente de Agribusiness Consulting & Management (ACM), fueron escuchadas. El reglamento recién estrenado contempla la producción de cannabis medicinal, además de la investigación, el cultivo, la importación y comercialización. Según la norma, la producción estará a cargo de laboratorios (“establecimientos farmacéuticos”) y “entidades públicas” que podrán adquirir semillas, sembrar, cultivar, cosechar y fabricar productos derivados de cannabis.

A juicio del presidente de ACM, el Perú debiera aprovechar el naciente boom de la industria del cannabis, similar a la de su par colombiano, y convertirse así en un agroexportador que lleve este y otros productos de medicina natural del Perú a los mercados internacionales. “Actualmente, el cannabis de uso medicinal es un producto que tiene una alta demanda en el mercado y todavía hay poca oferta, lo que lo hace muy caro. Por ello el mercado interno no va a poder abastecerse, sobre todo un país como el nuestro en vías de desarrollo que no tiene la infraestructura en salud pública ni los recursos para absorber estos costos altos”, dice. “En cambio, si se da la regulación que permita producirlo acá, puede costar cinco veces menos que importarlo. En el Perú hay una demanda de 200.000 personas, pero el cannabis medicinal tiene un espectro más amplio en su uso que el que le estamos atribuyendo ahora, sin contar su potencial de exportación”.

Potencial cannábico

La industria de la marihuana no vende humo. Según la consultora de estudios en la industria del cannabis New Frontier Data, solo en Estados Unidos –donde 33 estados en los últimos 22 años han aprobado algún tipo de legalización de la marihuana, desde el uso medicinal hasta el recreativo– el valor de la industria del cannabis pasará de US$ 10.000 millones en 2018 a casi US$ 26.000 millones en 2025. En tanto, la participación de los mercados de uso para adultos de esas ventas se duplicará, y pasará a 22% en 2018 a 44% en 2025.

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Asimismo, según estimaciones de BDS Analytics, otra firma especializada en datos de esta industria, el gasto mundial en productos de cannabis se habrá más que duplicado a US$ 32.000 millones en 2020. En tanto, de acuerdo con Arcview Market Research, este gasto alcanzaría US$ 57.000 millones para 2027 a nivel global.

Con estas proyecciones, son varios los inversionistas que han puesto los ojos en este sector. “Es como la Apple del futuro”, decía Steven Hawkins, presidente de Horizons ETF, un fondo de inversión especializado en estas compañías y que maneja el Horizons Marijuana Life Sciences Index (HMMJ), ETF que agrupa las acciones de las principales compañías productoras de cannabis en el mundo y que ya lista en la Bolsa de Valores de Lima (BVL).

Muestra de esto es que, según el Índice de Competencia de Cannabis Global de Bloomberg Intelligence, el índice de relación precio-venta entre la valoración de las compañías que listan en Wall Street y el valor de sus acciones está en los tres dígitos. La canadiense Canopy Growth, que está valorada en US$ 11.400 millones, actualmente cotiza en una relación precio-venta de 132, y Aurora Cannabis, valorada en US$ 9.200 millones, cotiza en 106. GW Pharmaceuticals, de Reino Unido, está en 231, mientras que la relación precio-venta de Apple y Amazon es de aproximadamente 4.

En el plano regional, en mayo pasado Khiron se convirtió en la primera empresa de cannabis de Colombia en cotizar en la Bolsa de Valores de Toronto. De esta forma, Colombia se está preparando para ser un importante jugador mundial en esta industria.

Rodrigo Arcila, presidente de la Asociación Colombiana de Industrias del Cannabis (Asocolcanna), asegura que la mayoría de las empresas asociadas –21 en total– tienen una estrategia de integración vertical. “En el próximo año habrá producción en algunas de estas empresas, con mayor seguridad a partir del primer semestre de 2019. Ya se están dando cultivos. Lo que sigue es que las empresas empiecen a transformar productos para sacar aceite o extractos”, dice.

No obstante, Colombia no quiere repetir la experiencia de la industria del café. “Cuando comenzamos la compañía, la premisa más importante para el negocio era no crear una compañía que se base en hacer cannabis, extracto y exportarlo barato, porque eso en América Latina se hace. Ese no es nuestro interés, y si bien podemos hacerlo como una unidad de negocio aparte, la compañía está enfocada en el paciente y en generar un mercado en América Latina. Debemos estar cansados de exportar café a US$ 1 la libra y que Starbucks venda a US$ 5 la taza de café colombiano”, dice Álvaro Torres, de Khiron. “Si bien exportar materia prima o un commodity es un negocio válido, en nuestro caso es distinto porque intentamos un cambio de mentalidad, de generar un impacto positivo para los pacientes. Para nosotros esto es más atractivo que vender extracto barato y esa es la misma filosofía que queremos llevar a los otros países. No estamos obsesionados en centralizar nuestros cultivos en Colombia. Si la reglamentación del Perú finalmente es beneficiosa, podríamos expandirnos”.

México sigue de cerca los pasos de Colombia. Christian Roman asegura que, si bien en una primera fase la regulación del país azteca facilita la apertura para la importación de productos principalmente, la meta principal es tener una producción nacional. “México cuenta con muchas ventajas y se debe impulsar este sector en cuanto al cultivo y manufactura de productos de primera calidad, tener la tecnología más alta y con un cultivo que esté al mismo nivel de los cultivos de Canadá, Israel y Holanda. Los productos deben regirse bajo buenas prácticas de manufactura para que pueda ser exportado hacia otros países donde el cannabis ha sido legalizado”, dice. “Hay interés de otras empresas internacionales de tener locaciones en México para producir ahí y cubrir algunas partes de su demanda y exportarlas”.

En 2018, Christian Roman trabajó de cerca con el expresidente mexicano Vicente Fox y organizaron el primer CannaMéxico World Summit, evento internacional que reunió a expertos, profesionales y compañías líderes en los campos de la ciencia, investigación, medicina, gobierno, tecnología, innovación, agroindustria y emprendimiento en la industria del cannabis. El evento fue todo un éxito y el 25 y 26 de abril de este año se realizará la segunda edición.

A Christian Roman, el Perú también le parece un país con alto potencial para el desarrollo de la industria del cannabis. “Ojalá que la regulación sea flexible y permita su despegue y pueda captar mucha inversión. El momento para hacerlo es ahora. De repente es necesario organizar pronto un Canna Perú para informar sobre la importancia de esto. Buscaré algunos socios para hacerlo”, dice.

De ser así, miles de pacientes peruanos se lo agradecerán infinitamente.

El alto potencial chileno

En Chile, la marihuana es regulada por la Ley 20.000, que aborda todas las drogas y estupefacientes. En esa ley -publicada en 2005 y reformada en 2007 y 2014- se despenaliza el consumo recreacional y el autocultivo, pero lo sanciona si se lleva a cabo en lugares públicos y privados concertadamente, especificando que los adultos pueden estar en posesión de hasta diez gramos y cultivar hasta seis plantas para su propio uso, siempre y cuando se cuente con un permiso especial del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG). Cualquier cantidad por fuera de ese parámetro se considera microtráfico o tráfico, lo que se castiga con cárcel y multas de hasta US$29.500.

Sin embargo, su aplicación ha sido calificada como “errática” por organizaciones a favor de su consumo, alegando que entidades de gobierno, policías y jueces suelen interpretar de forma distinta sus principios y alcances, realizando arrestos e incautaciones que consideran arbitrarias.

Debido al interés por los efectos terapéuticos de la droga, organizaciones ciudadanas como Fundación Daya y Fundación Mamá Cultiva obtuvieron permiso de la autoridad para cultivar marihuana a mediana escala y así entregarla a 15 mil pacientes con dolor crónico para aliviar sus síntomas. De forma paralela, el decreto 84, de 2015, permitió al Instituto de Salud Pública de Chile (ISP) autorizar el uso de ciertos fármacos derivados o con compuestos de marihuana, como el Cannabiol y el Sativex.

En esa misma senda, actualmente el país tramita un proyecto de Ley -denominado Ley Consumo Seguro- para autorizar expresamente el autocultivo con fines terapéuticos, que modifica la Ley 20.000 y despenaliza el expendio de marihuana medicinal y el autocultivo de cannabis. Aprobado en la Cámara Baja a mediados de 2018, ahora se revisa en el Senado, donde su comisión de Salud ya ha escuchado voces a favor y en contra, incluido un juez, Lamberto Cisternas, de la Corte Suprema, que sorprendió con su postura pública favorable al uso medicinal para paliar dolores crónicos.

“Lo que se discute es solo (permitir el autocultivo de) marihuana con fines médicos: tiene que existir el diagnóstico de un médico que se responsabilice de eso, a través de una receta y, por lo tanto, es solo terapéutico. Vamos a establecer que, si se aprueba, lo que se fiscalice sea el objetivo que la ley establece y no otro”, afirma Guido Girardi, senador de centro izquierda.

Desde la otra vereda, el senador de derecha Francisco Chahuán considera que se está discutiendo un proyecto que parte de conceptos equivocados. “Claramente la marihuana no es inocua, produce un efecto neurobiológico importante. Es una cosa muy distinta usar fármacos autorizados por el ISP, que contengan la droga sintetizada, al consumo e inhalación de marihuana”, afirma.

El temor de Chahuán es que legalizar el autocultivo termine incentivando todo tipo de consumo. Por ende, apuesta a que el esfuerzo de la autoridad combine la prevención y rehabilitación con un apoyo estatal para acceder solamente a medicamentos en base a cannabis, aprobados por la autoridad sanitaria.

La preocupación de Chahuán se basa en un reciente estudio de la consultora Global Partners respecto del consumo de drogas en el mundo laboral chileno, donde se destaca que la presencia de marihuana aumentó en 50% en los últimos dos años, así como en datos del estatal Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), que en su más reciente informe sobre drogas en la población indicó que, durante 2016, el consumo de marihuana llegaba a 14,5% (1 millón 400 mil personas, aproximadamente), cifra que representa un alza significativa respecto del 11,3% del estudio previo, hecho en 2012.

¿Hacia un mercado libre?

En cierto sentido, los miedos del senador Chahuán tienen un fundamento, ya que existen una serie de previsiones bastante pragmáticas sobre la oportunidad de negocios que significa el aumento del consumo medicinal de marihuana en diversos países latinoamericanos, incluido Chile. Un alza que además permitiría abrir la puerta al consumo recreacional.

Zachary Venegas, CEO y director ejecutivo de Helix TCS, consultora de la industria cannábica estadounidense, explicó a AméricaEconomía que “a medida que el uso medicinal se hace más prevalente y se cuenta con mayor investigación clínica, las posiciones históricas sobre la marihuana cambian, a la vez que los beneficios médicos son imposibles de pasar por alto. Debido a ello, y aunque es difícil saber cuánto tempo más dudará el estigma alrededor del cannabis, creo que los gobiernos, incluidos los de derecha, si bien estarán reticentes a permitir un uso adulto, no podrán ignorar su innegable valor medicinal”, vaticina.

Solo en octubre del año pasado, la firma Prohibition Partners, por ejemplo, estimó el valor del mercado latinoamericano (asumiendo que para el año 2023 sea legal en todo el continente) para consumo de marihuana y sus derivados, tanto a nivel recreativo como medicinal, en US$12 mil millones para el 2028, afirmando que los bajos costos de exportación y la legislación favorable van a ser una disrupción en el mercado global.

El estudio, denominado “Reporte de Cannabis Latam”, afirma que Chile podría ser el mayor mercado en la región, representando hasta 39 centavos por cada dólar del cannabis industrial del continente y con un valor de mercado de US$55 millones. Dentro del mismo documento se especifica que Targo Consulting estima el número de pacientes chilenos de uso medicinal de cannabis en 88 mil personas, con una proyección anual de demanda de 34 toneladas y un mercado potencial de US$186 millones.

Para Tom Adams, director general de BDS Analytics, Chile es visto como un mercado emergente y con el potencial de transformarse en una parte integral de la industria del cannabis. “Los factores clave son la regulación, ya que se requieren leyes y una infraestructura que permita que el mercado crezca de forma libre. Hay que estar pendiente de las normas de exportación chilenas”, explica a AméricaEconomía.

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Así las cosas, y en base a la experiencia estadounidense y canadiense de la última década, ya se alzan voces que alertan de una posible invasión de transnacionales en el mercado local de cannabis, las que finalmente repetirían el ciclo de comprar cultivos baratos dentro de Latinoamérica.

Esta posibilidad irrita al senador Girardi, combatiente histórico en Chile contra la industria del tabaco. “De ninguna manera vamos a permitir que empresas que han atentado contra la salud, que han mentido, engañado, que han generado en el pasado acusaciones de ser verdaderas mafi as, se apropien de esta (la marihuana)”, puntualiza, tomando como ejemplo el reciente anuncio de Marlboro por incursionar en la marihuana recreacional.

Más pragmático, Zachary L. Venegas, Helix TCS, prefi ere imaginar un mercado tan grande que permita la coexistencia de varios actores en el mercado latinoamericano. “Si los gobiernos optan por una visión basada en las realidades del mercado medicinal y recreacional, actuando a tiempo en términos de legislación y transparencia, no hay razón por la que el continente no pueda transformarse un líder global, no solo en términos de producción de la materia prima, sino que de productos con valor agregado también”, destaca.

“Ciertamente las grandes corporaciones van a partir con una ventaja importante, a medida que los mercados se legalicen, si es que los mercados latinoamericanos no pueden seguirles el paso. Y la mayor parte de las corporaciones se establecen en locaciones de bajo costo para exportar a los EE.UU., con miras a obtener los mejores precios. Aun así, esto deja bastante lugar para que pequeños productores y retailers, así como grandes actores locales, puedan usar sus redes y experticia para contrarrestar las ventajas que tienen los grandes actores internacionales”, concluye.

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¿Se imagina acompañar una saludable ensalada con una botella de Coca-Cola Cannabis bien helada? Todo parece indicar que esto será posible pronto, ya que la gigante de bebidas Coca-Cola estaría negociando con Aurora Cannabis, una de las tres principales productoras canadienses de marihuana, el desarrollo de una bebida gaseosa basada en el cannabis. Eso sí, esta no contendría THC, su principio psicoactivo, pero sí su aroma y sabor.

A pesar de que actualmente en el mercado se encuentran productos similares que se comercializan legalmente en varios países, el hecho de que la gran industria de alimentos y bebidas se interese por el denominado oro verde marca un hito.

Coca-Cola comparte este interés con otras grandes compañías. Constellations Brands, el grupo estadounidense de vinos, cervezas y bebidas espirituosas que tiene a Corona como una de sus marcas emblemáticas también apuesta por la marihuana. Es así que en octubre de 2017 adquirió el 10% de la canadiense Canopy Growth, la principal empresa productora de cannabis en el mundo.

Además, en el reciente mes de agosto, Constellation Brands anunció que invertirá US$ 4.000 millones más en la compañía, con lo que elevará a 38% su participación la empresa. Esta inversión, la mayor hasta la fecha en el sector del cannabis, brindará a Canopy Growth los fondos para establecer o adquirir los activos necesarios para impulsar su expansión en los cerca de 30 países con programas de uso medicinal de la marihuana aceptados federalmente.

Del mismo modo, Altria, dueña de Philip Morris en Estados Unidos y mejor conocida en la industria por su marca Marlboro, pagó US$ 1.800 millones por el 45% de Cronos, otro fabricante canadiense de productos de cannabis. Para la compañía basada en Toronto, esta alianza es estratégica, pues le proporcionará recursos financieros y capacidades de desarrollo y comercialización de sus productos.

Todo indica que mientras crezca la demanda por productos a base de cannabis, este tipo de operaciones será cada vez más frecuentes y muchos de los alimentos o bebidas que consumanos tendrán algún componente de CBD. Los grandes productores son conscientes de esta tendencia y se refugian en las grandes empresas para obtener fondos que les permitan desarrollar más productos y romper más fronteras.

 

Alicia Galindo Manrique: “Latinoamérica puede aprovechar sus ventajas para llegar a ser un gran exportador de marihuana”

La académica de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey conversó con AméricaEconomía sobre el atractivo y bollante mercado del cannabis en el mundo, y sobre cómo podría aprovechar América Latina esta disrupción verde.


-¿Cómo es que llega a analizar el tema del cannabis desde una perspectiva económica?

-Mi interés genuino es en los mercados financieros y la observación y análisis de los eventos económicos que los integran. Me interesó la controversia por una simple planta que a lo largo de los años se ha consumido, y que hoy trae consigo rendimientos potenciales. No es un mercado nuevo: esta planta remonta sus orígenes a China, con el emperador Shen Nung, en 2727 AC, y traza su ruta en una variedad de culturas, desde los persas, musulmanes, griegos y romanos. Fue traída al continente americano por los españoles, en el año 1.500, y la cosecha de esta planta (cáñamo) se utilizaba para fabricar papel, cuerda y otros productos… solo en los últimos siglos su prohibición ha sido controversial.

“Los mercados existen para poner un orden sobre la oferta y demanda de un producto o servicio, y claramente el cannabis representa una oportunidad de inversión que se proyecta, al 2022, de casi US$40 mil millones”

-Claramente, se trata de un mercado en alza.

-Es un mercado emergente muy atractivo, que representa poco más de U$10 mil millones, de acuerdo con el reporte de Grand View Research (GVR). Tiene una perspectiva de crecimiento muy interesante y ejemplo de esto son los índices accionarios formados por empresas que participan en diferentes industrias, todas relacionadas con el uso de productos y servicios en función del cannabis. Es un mercado muy atractivo, con un potencial de crecimiento de doble dígito.

Actualmente, existe el “Marijuana Index” de Norteamérica, compuesto por 34 empresas aproximadamente. Es interesante analizar este tipo de índices que incluyen empresas con requerimientos competitivos, como tener una capitalización mínima de US$80 millones y un volumen de comercialización de US$2 millones diarios. Los mercados existen para poner un orden sobre la oferta y demanda de un producto o servicio, y claramente el cannabis representa una oportunidad de inversión que se proyecta, al 2022, de casi US$40 mil millones, según la misma GVR.

-¿Cómo avanza la sociedad hacia un enfoque pragmático por sobre uno moralista, respecto a esta sustancia?

-La perspectiva moralista sobre la pragmática, y viceversa, dependen mucho de la cultura y el país. Ciertamente la legalización en muchos países ha tenido una influencia positiva para regular un mercado que ha existido desde tiempo atrás. El uso de esta planta, claramente, se clasifica en uso recreacional y medicinal. Sin embargo, existen productos derivados de esta planta como aceites, cosméticos, alimentos y materia prima que son utilizados para ser comercializados. El abuso de la sustancia, como de cualquier otra droga, es lo que perjudica su enfoque y pone a flor de piel esta controversia.

-¿Se puede asimilar este mercado al del alcohol y el tabaco? ¿En qué es similar y en qué diferente?

Los tres mercados (cannabis, alcohol y tabaco) tienen en común la historia: fueron ilegales y pasaron paulatinamente a la legalidad. El exceso en cualquiera de las tres sustancias afecta a la salud. Diversos estudios han demostrado que es más dañino la ingesta de alcohol que fumar marihuana. Asimismo, se concluye que el uso o abuso de las drogas no está relacionado con la política de un país, ya que existen países que las prohíben y los niveles de consumo son altos, a diferencia de países con reglas más liberales.

Para mí, la diferencia principal es que la planta de cannabis tiene diferentes componentes como CBD (cannabidiol), asociado con beneficios a la salud (alivio de ansiedad, depresión, entre otros), y el THC, componente psicoactivo que induce sueño y mareos. Estos componentes pueden convertirse en medicamentos o tratamientos para el dolor crónico, desórdenes mentales, cáncer y otros.

VENTAJA PARA EXPORTAR

-¿Qué perspectivas ve para el mercado Latinoamericano a corto, mediano y largo plazo?

-La perspectiva, de acuerdo con el estudio realizado por GVR, establece que los países latinoamericanos tienen una ventaja competitiva: bajos costos de producción en mano de obra y los climas tropicales que fomentan la cosecha en la zona. Latinoamérica puede aprovechar sus ventajas para llegar a ser un gran exportador de marihuana.

-¿Existirá la posibilidad de que grandes transnacionales tomen el control, tanto para uso medicinal como recreacional, una vez que la legislación sea favorable, en desmedro de startups locales?

-A largo plazo, sí veo la posibilidad de que grandes transnacionales puedan tomar ventaja (y no el control). Recordemos que países del primer mundo ya tienen un mercado más establecido sobre este producto, a diferencia de los países emergentes. Esto se ha visto en la historia económica. Sin embargo, el uso de tecnología, información, globalización, puede poner al alcance el know how del negocio, al mismo tiempo que el mercado y los gobiernos pueden impulsar a la pequeña empresa y a las startups en beneficio de la sociedad.

-Económicamente, ¿cuánto podría aportar el mercado de cannabis en términos de impuestos para los gobiernos latinoamericanos? ¿Debería ser un impuesto específico, existir bandas de precios, por ejemplo?

-Los impuestos son una herramienta para controlar un mercado que existe desde mucho tiempo atrás. Como comento, es un mercado que crece a doble dígito y que con las políticas públicas correctas puede haber un beneficio económico y social. Puede existir crecimiento en zonas marginadas y puede haber mayor bienestar. Considero que debería de ser un impuesto específico al consumo y que la recaudación al mismo podría ser destinada a la creación de alguna entidad que regule la comercialización y la educación en el uso del cannabis. En lugar de prohibir, educar. Considero que los ingresos o el impacto fiscal pudiera estar destinado a estos fines que, a largo plazo, traerían consigo ahorros significativos por persecuciones o desmantelamiento de células clandestinas, como ocurre actualmente con la guerra contra el narcotráfico.

-La legalización del cannabis ya está generando negocios e inversiones relevantes en muchos países. ¿Es esta la vía, la económica, para acabar con el tráfico y el mercado negro?

-No solamente es la vía económica, también es la cultura y sobre todo la educación del país. Como catedrática creo firmemente en que la educación abre puertas y crea oportunidades. Los países necesitan de sus gobiernos para tener bienestar.

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Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.