Macroelementos primarios: el nitrógeno.

Por Massimiliano Salami (drgrow)

 

Introducción

La fitopatología es la ciencia que estudia las enfermedades de las plantas. Como hemos visto en artículos aparecidos en números anteriores, no todas las enfermedades tienen un origen “vivo”; existen otras, las denominadas abióticas, cuya aparición está relacionada con climas y ambientes adversos, con un mal manejo del riego, etc. En este conjunto de patologías también se incluyen las deficiencias y toxicidades.

Las deficiencias y las toxicidades son enfermedades abióticas no parasitarias.

Como todos sabemos, las deficiencias o toxicidades son negativas para el desarrollo de las plantas: causan paradas y retrasos en el crecimiento normal del vegetal con las consiguientes pérdidas de producción.

Desde un punto de vista de la sanidad del vegetal hemos de saber que una nutrición equilibrada aumenta tanto la resistencia como la tolerancia de las plantas frente a un patógeno de origen biótico. Una planta deficiente es más sensible a los ataques de patógenos que provocan la enfermedad.

La falta de nutrientes desajusta los niveles bioquímicos de las células; cuando el ele­mento deficiente no puede ser reem­plazado por otro, entonces es cuando aparecen los síntomas de la carencia. La falta de uno o más elementos afecta con claridad a las reacciones bioquímicas que tienen lugar en las células: no se realizan en el tiempo correcto y originan con esa alteración reveses en el metabolismo de la planta. Los problemas más comunes son la parada del desarrollo del vegetal y en casos más graves la muerte de las células, de los tejidos y órganos de la planta. El vegetal presenta síntomas de desnutrición que se exteriorizan de diferentes maneras según sea el nutriente limitante.

Las toxicidades también afectan al crecimiento del vegetal; el exceso de uno o más elementos bloquea la absorción de otro, con su consiguiente deficiencia: la acumulación de elementos esenciales en concentraciones muy elevadas en las células hace que estas se dañen de manera permanente. Los efectos derivados de un exceso de nutrientes pueden ser incluso peores que los surgidos por deficiencias.

Los términos que se emplean para nombrar los síntomas cuando ya son visibles en las hojas y que nos revelan que algo está pasando, los desglosamos a continuación:

      Clorosis. Es un amarillamiento internerval de las hojas. Según sea de las hojas más viejas o más jóvenes, se tratará de distintas deficiencias.

      Amarillamiento. Se denomina ama­ri­­llamiento a la pérdida de color de las hojas de manera general y homogénea.

      Retícula. Es otro tipo de clorosis. Esta vez, los nervios más pequeños permanecen verdes mientras que amarillean las zonas foliares entre dichas venas, típico de la ca­ren­cia de manganeso.

      Manchado y moteado. Aparecen partes descoloridas sobre tejido normal. En el moteado se distin­guen con claridad las zonas deco­loradas, que se examinan para precisar los síntomas de ciertos ataques fúngicos.

      Coloración del envés. En ciertas condiciones, el dorso de las hojas, al igual que los peciolos y tallos, puede presentar matices rojos.

      Generalizado. Los síntomas no se observan en un área determinada de la planta, todo lo contrario: el amarillamiento es general.

      Localizado. Los síntomas surgen en un área concreta de la planta, por ejemplo, en las hojas nuevas.

      Necrosis o marchitamiento. Muerte celular. Puede aparecer en áreas determinadas de las hojas o en todo la planta.

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      Marginal. La clorosis y necrosis pueden ser de tipo marginal, o sea, que se produzcan en los bordes de los foliolos.

: Exceso de nitrógeno: hojas verde oscuro en forma de garra y puntas quemadas, síntomas característicos de esta toxicidad.

Síntomas de deficiencias y toxicidades debidas a elementos primarios

Nitrógeno

Carencia

Los síntomas comienzan a aparecer en las hojas más viejas. Dada la movilidad que caracteriza al nitrógeno, este se transloca desde esas hojas hasta las partes de nuevo crecimiento, como brotes e inflorescencias.

En una planta con posible déficit de nitrógeno podemos fijarnos en lo siguiente para detectar el grado de carencia:

  • Reducción generalizada del creci­miento y pérdida de producción.
  • Amarillamiento progresivo de las hojas más viejas a la vez que los brotes nuevos permanecen verdes.
  • El tallo, las ramas, el peciolo y en ocasiones la superficie de las hojas se colorean con matices púrpu­­ra de­bido a una acumulación de antocianos en dichas zonas.
  • El aspecto general amarillo-verdoso se debe a la descomposición de la clorofila. Más adelante, las hojas adquieren una coloración amarillo intenso y finalmente se tornan marrón óxido hasta marchitarse desde las puntas de los foliolos.

Causas posibles:

  • Falta de nitrógeno en la solución de suelo (o medio de cultivo) o también puede ser que el aporte de este elemento haya resultado insuficiente para cubrir las necesidades de la planta.
  • El nitrógeno inorgánico (NO3), al no retenerlo el complejo arcillo-húmico por tener carga positiva, puede verse lixiviado del medio o del suelo. Puede perderse por un lavado abundante, riegos indis­crimi­nados e inclusive por lluvias copiosas.
  • Las condiciones atmosféricas adver­sas, como temperaturas y humedades extremas, dificultan la transformación del nitrógeno orgánico en inorgánico, provocando en los cultivos en suelo al aire libre posibles carencias de este ele­men­to. Tanto las bajas temperaturas como una humedad relativa elevada reducen la absorción.
  • El exceso de radiación sobre los contenedores recalienta y daña la raíz, la cual pierde la capacidad de absorber el nitrógeno necesario, y la planta amarillea.
  • Algunos microorganismos del suelo se alimentan de nitrógeno inorgá­nico. Pueden, por tanto, causar una deficiencia aunque solo sea de manera temporal. Al morir estos microorganismos, se libera nitróge­no en forma orgánica en el suelo y en la solución, que deberá mineralizarse antes de destinarla a nuevos cultivos.
  • En cultivos hidropónicos, donde se pueden criar variedades de distinta edad y necesidades con una misma solución de nutrientes, las plantas más adultas y vigorosas absorben mayor cantidad de nitrógeno y con gran rapidez, lo que provoca una deficiencia en las más jóvenes. Hay que tener en cuenta en estos casos que el sistema radicular es mayor, y el contacto con los elementos nutritivos proporcional a ese tamaño. De la misma manera, si la superficie aérea desarrollada por las plantas tiene un tamaño destacado, provocará que estas absorban mayor cantidad de agua y elementos nutritivos para satisfacer las necesidades de las reacciones fotosintéticas.
  • Un sistema radicular dañado, reducido, enfermo, también puede impedir la absorción de este elemento, aun cuando exista en cantidades suficientes.
  • Durante la fase de floración cabe la posibilidad de que surja una carencia, debida quizá a que el plan de abonado no haya tenido la cantidad de nitrógeno que ciertas variedades requieren.
  • El exceso de abonos potásicos en una solución, como el “P-K 13+14” usado en todo el mundo, puede impedir la absorción del nitrógeno.
  • La carencia de iones de molibdeno en la planta provoca una falta de nitrógeno, al intervenir este como catalizador en la transformación del nitrato en amonio (NO3 en NH4+).
  • No todas las variedades de Cannabis sativa L. tienen las mismas demandas de nitrógeno, por lo que el uso de un mismo fertilizante puede resultar positivo para ciertas especies pero no para otras. Las necesidades variarán en función de múltiples factores: genética, edad, fase del desarrollo en que se encuentra el vegetal, volumen de su parte aérea y del sistema radicular, existencia de microorganismos, disponibilidad de elementos antagonistas, etcétera.
  • Los niveles de nitrógeno pueden descender en un cultivo dispuesto en fibra de coco. Los fertilizantes “Coco A+B” son los ideales para este sustrato profesional.
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Cultivo de interior con apenas señales de abundancia de nitrógeno. La corrección se realiza con un lavado.

Toxicidad

El nitrógeno es un elemento peculiar: si alimentamos la planta con él, esta lo absorberá aunque no lo requiera. Por tanto, si fertilizamos con soluciones muy nitro­genadas durante largos periodos de tiempo o con soluciones muy concentradas, puede que la planta se empape tanto de ese elemento que comience a mostrar síntomas característicos de toxicidad en la parte aérea.

 

Los síntomas del exceso de nitrógeno en Cannabis sativa L. son los siguientes:
  • Aumento del desarrollo aéreo fren­te al radicular.
  • Elongación de tallos, ramas y cimas, sobre todo en condiciones de baja intensidad lumínica.
  • Las ramas se hacen más blandas, con tendencia a doblarse, se vuelven quebradizas y vulnerables a los ataques de hongos.
  • Las hojas adquieren la forma de una garra.
  • La coloración verde oscuro del follaje indicará una excesiva con­centración de nitró­geno.
  • Pueden aparecer clorosis y necrosis más o menos marcadas en las puntas de los foliolos, tanto en hojas viejas como nuevas.
  • Las flores se desarrollan menos compactas, lo que repercute en el nivel de producción.

 

Referencias:

SALAMI, M. (2008): Cannabis sativa L., Dr. Grow´s Productions.

SALAMI, M. (2012): “Nutrición mineral, plagas y enfermedades”, Cannabis Magazine n.º 98.

Acerca del autor

Massimiliano Salami
Massimiliano Salami es escritor, autor del libro Cannabis sativa L., colaborador de Cannabis Magazine e investigador en el cultivo del cannabis. Licenciado en matemáticas, es técnico en gestión de empresas agropecuarias con amplia experiencia como breeder.