Nace una nueva forma de adicción. Según los “expertos”, cada vez más jóvenes españoles se suman a la moda del ‘pharming’. El consumo de fármacos para lograr efectos euforizantes, alucinatorios o relajantes es más habitual de lo que pueda parecer según los expertos, que alertan de los “efectos adictivos y el peligro que conlleva para la salud”.

En EEUU ya hay 21 millones de chavales practican que se drogan con medicamentos. Abusar de medicamentos, sobre todo de aquellos que contienen codeína, metilfenidato, benzodiacepina, alprazolam y dextromethorphan, para lograr efectos euforizantes, alucinatorios o relajantes es cada vez más común entre los jóvenes españoles. 

Los expertos advierten de los riesgos del llamado ‘pharming’. “El problema es que este ‘pharming’ se produce con medicamentos que llevan la etiqueta de no ilícitos, ya que se dispensan en farmacias, y la gente cree que puede abusar de ellos con seguridad sin darse cuenta de los efectos adictivos y el peligro que conlleva para su salud”, ha advertido el doctor Peré Munné del Hospital Clinic de Barcelona.

La principal fuente de acceso a estas medicinas es el botiquín familiar en un 60% de los casos. Mientras que, en el 40 por ciento restante, la mayoría lo obtiene de la farmacia legalmente y el resto son recetas falsas.

Muné cree que los médicos deben ser rigurosos en sus recetas para que las dosis de los envases que prescriben se ajusten a las necesidades terapéuticas. “El consumo de determinados medicamentos de venta en farmacia es un paso previo para el consumo de otros productos más peligrosos y adictivos”, sostiene el experto en toxicología.

Los adolescentes y jóvenes son los primeros consumidores de estos medicamentos. “En Estados Unidos hasta 21 millones de chavales hacen ‘pharming'”, según Munné. No obstante, también se ha detectado un incremento de la venta y del consumo por parte de muchos padres de medicamentos prescritos para sus hijos tratados de hiperactividad o trastornos de atención, como es el caso del metilfenidato.

Sumisión química

Los expertos también advierten de la necesidad de incentivar las medidas preventivas sobre el uso de drogas para el robo y la violación. Con lo que se denomina sumisión química, se consigue el sometimiento de las víctimas y no se deja rastro después de ocho o 12 horas de ingerirlas.

Esta es la razón por la que no haya estudios en España que cuantifiquen un problema importante pero de difícil denuncia, ha explicado el doctor Ángel Bajo, médico de urgencias del Hospital Universitario de Salamanca. “No es una leyenda urbana, son hechos reales que se producen en nuestro país y que requieren de las autoridades una atención especial como ocurre en Francia, Reino Unido o Estados Unidos, que cuentan con protocolos de actuación para casos de violaciones y agresiones sexuales”, explica Bajo.

El éxtasis líquido o GHB y las benziocepinas son las sustancias que se suministran en la mayoría de los casos sin que la víctima lo sepa. Entre el 17 y el 20% de las agresiones sexuales, unos 1.200 casos, se producen por uso de estas drogas que desinhiben y producen una amnesia retrógrada.

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