Por Neal C. Borroughs

Una vez hemos definido el lugar, las condiciones y los utensilios necesarios, vamos a detallar, paso a paso, el proceso de esquejado. Esta práctica puede hacerse de una forma más elaborada pero, inevitablemente, también más compleja, por lo que vamos a ceñirnos a un proceso básico y lo más sencillo posible.

Lo primero, como avecinábamos el mes pasado, es decidirnos por un genotipo adecuado. En la red encontraremos muchísima información inservible, debemos tener cuidado con los consejos que suelen dar ciertos foreros. Sabemos demás y de sobra que en el mundo de la hierba existen innumerables leyendas urbanas y leyendas que todo el mundo conoce pero nadie sabe, realmente, a quien les han ocurrido. Sin embargo, en publicaciones especializadas lo que se suele recomendar es que nos decantemos por genotipo skunk o una índica lo más pura posible. Debemos matizar que existen razas índicas que no son adecuadas para el esquejado.

Si somos principiantes en esta práctica la elección de una skunk o de sus similares nos facilitará mucho las cosas, sin embargo, hoy en día tenemos un abanico tan amplio de variedades que podrían adaptarse bien al esquejado que no tenemos porqué limitar tanto nuestras posibilidades.

Lo que sí es recomendable es que nos decantemos por un solo genotipo, aunque usemos diferentes madres (que provienen de diferentes semillas aunque sean todas de la misma variedad) pues nos facilitará muchísimo las cosas.

Algunas variedades que a nosotros nos han funcionado de forma salientable son Critical y Kritikal Bilbo, BubbleGum, Cheese, Blue Cheese y Super Cheese. Sin embargo, os habla alguien que ha pertenecido, desde siempre, a un grupo de cultivadores amantes de las índicas. Por lo que he escuchado de personas en las que confío firmemente, algunos híbridos con mayores porcentajes declarados de variedad sativa muestran mayor vigor vegetativo y una ramificación óptima, que nos permite obtener mayor cantidad de esquejes de muy buena calidad.

No voy a señalaros variedades concretas porque se trataría de especular y en este mundo ya existe especulación suficiente. Recordad que decantarse por un híbrido mayoritariamente sativo os alargará los periodos de floración y vuestros clones serán más grandes cuando hayan terminado su ciclo vital. Tened en cuenta esto a la hora de preparar vuestro espacio y las macetas que vais a utilizar.

Pues bien, una vez elegida la variedad germinaremos las semillas. Nosotros solíamos germinar cinco o seis semillas feminizadas y según su desarrollo vegetativo nos quedábamos con las tres que más nos gustaban. Así procedemos mediante una pequeña selección que también nos permite eliminar alguna expresión fenotípica indeseada, cosa que suele suceder.

Nosotros utilizamos un foco de 250 vatios de bajo consumo para mantener estas plantas, foco que solemos mantener durante todo el ciclo anual de cultivo y en el que introducimos constantemente nuevas posibilidades de madres. Las tres madres que proporcionarán los esquejes para nuestro primer cultivo las solemos dejar crecer y formarse durante unos dos meses. Si queréis ajustar un poco el tiempo podéis proceder al mes y medio, pero los resultados, probablemente, no serán los mismos. Dependerá de los cuidados y las condiciones de cultivo, pero en dos meses debemos tener plantas bien formadas y preparadas para la clonación.

Os recomendamos que una semana antes de cortar el esqueje comencéis a lavar todas las madres. Haced lavados de raíces periódicos con dos litros de agua por cada litro de tierra y, obviamente, dejad de abonar. Esta eliminación de nitrógeno nos va a ayudar notablemente a que los clones salgan adelante.

Para realizar los cortes de los esquejes nos hacemos con un utensilio como el descrito en el anterior artículo, con una hoja bien afilada, y cortamos las ramas con un ángulo de 45º aproximadamente. Lo que nos recomiendan las publicaciones especializadas es que escojamos ramas firmes y sanas, con diámetros entre 3 y 6 mm y largos de entre 6 y 10 cm. La verdad es que nosotros hemos hecho de todo, desde sacar adelante clones diminutos hasta decantarnos por esquejes bastante grandes. De nuevo, depende de lo que queráis hacer y las ganas que canalicéis en hacerlo.

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Pues bien, eliminamos las hojas necesarias para que el clon pueda introducirse con facilidad en el jiffy dejando, siempre, al menos, dos grupos de hojas por encima del suelo. Al sacar el esqueje es recomendable hacer un corte a medio camino entre dos nudos y, siempre, colocarlo inmediatamente en agua. Así lo continuaremos haciendo a medida que vamos sacando más esquejes.

Volvemos a advertiros de que existen varios métodos y materiales recomendados para enraizar nuestros clones, sin embargo, es mejor que utilicemos jiffys durante nuestras primeras experiencias con la clonación. Posteriormente, cuando hayamos dominado medianamente la técnica y sepamos cómo responden y qué necesitan estas ramas amputadas para enraizarse, ya podremos aventurarnos con la lana de roca o crear nuestros propios contenedores con el sustrato y otros materiales orgánicos necesarios.

A estas ramas cortadas, que tenemos metidas en un recipiente con agua, debemos aplicarle la hormona de enraizamiento antes de colocarlas en el sustrato (recomendamos que os decantéis por hormonas líquidas). Para hacerlo, podemos echar en una probeta la hormona (si es necesario preparar una solución puede hacerse en la propio probeta) y sumergir las ramas durante unos 15 segundos. Hay quien afirma que el sabor de los esquejes varía por esta aplicación hormonal y prefiere practicar un nuevo corte al sacar la rama de la probeta, justo en la punta, aunque, la verdad, no creo que cambie gran cosa en la absorción de un posible sabor ocasionado por la hormona.

Antes de proceder a la inserción de los esquejes en el sustrato debemos recortar las hojas a la mitad, más o menos, para reducir su transpiración. Esto también ayudará a que unas ramas no se peguen unas con otras y produzcan moho debido a la humedad a las que debemos someter posteriormente los esquejes. Recordad que todos los procedimientos que impliquen cortar las ramas deben realizarse con instrumentos limpios y esterilizados.

Después de la aplicación de la hormona introducimos la rama, que ya pronto podremos llamar clon, en el jiffy previamente hidratado y presionamos, con suavidad pero con firmeza, la parte superior del jiffy para que la rama entre en total contacto con el sustrato.

Como os explicábamos en el anterior artículo, ahora viene la parte más complicada. Si disponemos de un emplazamiento abierto y amplio, y de un humidificador y una superficie que pueda proporcionar un calor moderado a los lugares donde coloquemos nuestros clones, perfecto, si no es así, podemos decantarnos por el propagador eléctrico que describíamos, o nuestra imaginación a la hora de fabricar un espacio que proporcione las condiciones adecuadas. El caso es que debemos mantener húmedos los esquejes en todo momento, pues es la forma que tienen de alimentarse mientras no producen raíces.

Estos clones enraizarán perfectamente bajo la luz que tenemos para nuestras madres. Si estamos trabajando con un periodo vegetativo de 18 horas, podemos aumentarlo ligeramente, esto ayudará a un rápido enraizamiento. Los tubos de fluorescente están muy recomendados para el enraizamiento. He visto como los clones enraízan perfectamente dentro de peceras con un tubo fluorescente de baja potencia a unos 13 o 14 cm.

Si tenemos un instrumento para medir la humedad, debemos saber que la humedad óptima durante los dos primeros días es del 95 % y podemos bajarla entre un 10 y un 15 % durante la siguiente semana. Si decidimos no decantarnos por un propagador debemos tener en cuenta que es muy difícil mantener esta humedad sin un humidificador y sin una cubierta que aísle el espacio en el que se encuentran los esquejes del exterior. El plástico o el cristal son materiales perfectos para crear estos microclimas.

Tampoco debemos olvidar que este aislamiento no puede ser permanente porque los esquejes necesitan respirar. En los propagadores vemos que existen unas pequeñas aberturas que debemos abrir y cerrar varias veces al día. Lo mismo ocurre si nos decantamos por diseños propios, debemos renovar el aire constantemente para que los clores puedan respirar.

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En lo que se refiere al calor debemos tener cuidado de no pasarnos de la temperatura adecuada. Lo que nosotros hemos observado es que normalmente, una vez el cultivador es consciente de que debe mantener un ambiente cálido en el caso del esquejado, suele proporcionar demasiado calor a los clones. Lo ideal es proporcionarles entre 23 y los 27o C. Debemos ser conscientes de que temperaturas superiores a los 30º C nos pueden complicar realmente las cosas, llegando incluso a echar abajo todo el trabajo realizado hasta este momento.

El agua con la que rociamos no debe estar excesivamente fría pero tampoco debe estar caliente. Lo mejor es tenerla a una temperatura de entre 15 y 20 oC. Esto permite que la planta retenga mejor la humedad.

Los clones pueden tener un aspecto marchito durante los primeros días pero deben tener un aspecto completamente normal a la semana de haber empezado este proceso. Si vemos que algún esqueje se retrasa en su proceso de adquisición de firmeza, lo mejor que podemos hacer es deshacernos de él. Los esquejes que experimentan demasiado estrés o enraízan lentamente puede que sigan sufriendo un crecimiento y floración insuficiente y, por lo tanto, produzcan indeseablemente, conllevando la inevitable frustración después de todos los cuidados.

Después del transcurso de esta primera semana y hasta la tercera semana todos deberían mostrar raíces sanas por fuera de los jiffys y, también, un aspecto completamente normal. Tan sencillo como esto, el crecimiento leve y la firmeza son los mejores indicadores del buen estado de nuestros clones.

Existen multitud de síntomas que podéis consultar en relación a este estado, sin embargo, lo más importante es que valoréis su aspecto y el desarrollo de sus raíces. Antes de elegir qué esquejes pasarán a nuestro armario de floración y cuales no han pasado la prueba, os recomiendo que bajéis ligeramente la lámpara o fluorescente y fertilicéis muy ligeramente para crecimiento vegetativo. Si se produce un crecimiento apreciable, están preparados para el trasplante.

No seáis impacientes y si encontráis cualquier signo que no os convence en alguno de los clones, deshaceros de él, os ahorrará muchos dolores de cabeza que al final, cuando cosechas, te haces consciente de que no valió la pena.

Con todo ya preparado, en el siguiente número nos expandiremos en la alimentación, el trasplante al armario de floración, la cosecha y el proceder para acondicionar la segunda floración justo cuando cosechamos la primera, sin perder ni un solo día. También os obsequiaremos con algunas fotos de nuestros pequeños esquejes a punto de ser cosechados.

 

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.