Por Neal C. Borroughs

Este mismo tema lo hemos abordado hace unos meses partiendo de plantas crecidas y florecidas directamente desde semillas. Para los que quieran aprovechar un poco más la cosecha y convertir aquellos 100gr/0,36m2 de los que hablábamos en, fácilmente, 140 o 150 gr deben seguir algunas pautas del proceso de esquejado. Sin embargo, estos gramos no vienen regalados y este tipo de cultivo requiere más tiempo y más esfuerzo.

Recordamos que estos métodos son adecuados para personas que tienen limitaciones de espacio. Cuando recurrimos al esquejado, sin embargo, nos sumergimos en un proceso más complejo y requerirá, al menos, otro lugar donde enraizar y hacer crecer los esquejes, siendo óptimo mantener un lugar también para las madres (que puede ser el mismo) de forma constante. Así tendremos una fuente habitual de esquejes y podremos seleccionar aquellas madres que mejores flores nos han proporcionado, volviendo a disfrutar de alguna cosecha de las mismas, y eliminar aquellas que no ha producido una flor adecuada a nuestros gustos o de calidades inferiores.

De nuevo el principal emplazamiento será el armario de floración. En nuestro caso se trata de un armario de 60x60x140 cm, sin embargo, estas sugerencias podrían ser extrapoladas a otras dimensiones similares. Os recordamos que el armario puede ser directamente comprado o, si queremos ajustar nuestro presupuesto o dimensiones exactas al lugar en cuestión, dedicar unas horas al bricolaje.

La ventilación vuelve a ser un factor esencial en estas pequeñas circunstancias de cultivo, incluso más con el esquejado, pues la distancia desde la bombilla debiera ser menor que en el proceso de semilla. No debe usarse un extractor de menos de 300 m3/h, dado que solo un extractor de estas características, u otro superior, permite estabilizar la temperatura dentro de un armario tan pequeño.

Si utilizamos el esquejado, el “CoolTube” deja de ser apropiado para convertirse en algo prácticamente imprescindible. Percibiremos una diferencia notable en nuestra producción si podemos acercar la lámpara de alta presión de sodio a los esquejes, más que con las plantas, pues en nuestro caso hablamos de unos 15/20 cm de altura de acción total sobre la flor, dado que el proceso que se describirá trata de esquejes pequeños en macetas pequeñas.

Al igual que en el otro proceso, añadiremos a nuestro equipo uno o dos pequeños ventiladores (a poder ser colgados en extremos opuestos del armario) y un intractor de unos 100 m3/h.

En lo relacionado con la iluminación, sería altamente recomendable usar una lámpara de 150 a 250 vatios de fluorescente para el crecimiento de las madres (más potencia para madres más grandes) y el enraizamiento y crecimiento de los esquejes, y una de 250 vatios de alta presión de sodio para su floración. Como os advertíamos anteriormente, existen diversas y ramificadas teorías al respecto de la efectividad de estas formas, pero la realidad contrastada es de nuevo lo que pesa, y 250 vatios para 0,36 m2 son suficientes.

Quizás es más razonable ahora, cuando hablamos de alimentar lumínicamente a unos 30 esquejes a distancias más pequeñas, pensar en aumentar la potencia a 400 vatios pero la verdad es que 250 vatios dan excelentes resultados en estas circunstancias. Más aún si le dedicamos un tiempo extra a nuestro cultivo y utilizamos, habitualmente, la rotación y el cambio de lugar de los esquejes durante la floración.

Es indudable que la primera vez que llevemos a cabo este proceso se prolongará mucho más que un cultivo normal desde semilla, pues debemos germinar y hacer crecer a las madres (bajo nuestro punto de vista, al menos un mes y medio y si puede ser un poco más, mejor) antes de quitarles los esquejes, enraizarlos, crecerlos y ponerlos a florecer. Sin embargo, si mantenemos estas madres vivas o vamos generando nuevas madres mientras florecen los esquejes, el resto del año tendremos cosechas menos tardías y más productivas que en el proceso de semilla.

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En el próximo número detallaremos este procedimiento pero os avecino que es ideal hacer crecer a estas madres bajo un fluorescente. Al igual que cuando hacíamos crecer a las plantas en fluorescente antes de pasarlas a floración, la luz blanca proporcionará el espectro adecuado y podemos acercar mucho la bombilla a las plantas, evitando el espigamiento y provocando un crecimiento lento y fuerte. Aunque también cabe advertir que si lo que queremos es hacer crecer rápido a estas madres para acelerar el proceso, sin importarnos la espigación o la débil formación, debemos utilizar sodio.

La semilla vuelve a ser un pilar fundamental en un cultivo de estas características. Existen plantas que responden muy bien al esquejado y que se ajustan a nuestro gusto y nuestros periodos predilectos de floración. Cada uno de nosotros debe mesurar cual es la planta más adecuada para su cultivo pero, como os digo, existen algunas especialmente adecuadas para el esquejado. Las índicas más puras y las variedades Skunk son las de más renombre, pero en los últimos años hemos visto como otros cruces han dado excelentes resultados. Cuando expliquemos el proceso detalladamente, nos detendremos también en algunas de los genotipos recomendados.

De todas formas, si es vuestra primera vez, es mejor decantarse por un solo genotipo, aunque sean dos o tres semillas del mismo genotipo, que ya mostrarán cierta variabilidad, puesto que todas requerirán cuidados muy similares y responderán de formas muy parecidas. Nosotros continuamos haciendo monocultivos en emplazamientos mucho más grandes por su rendimiento y facilidad.

Sigamos adentrándonos en el material y los productos necesarios para llevar a acabo este proceso. Una vez germinadas las semillas de las madres os recomendamos que las paséis, directamente, a unos tiestos de 11 o más litros. Con lo cual, compraremos los tiestos de estas características que necesitemos. No es muy lógico hacer crecer muchas madres para ocupar el espacio descrito.

El tipo de tiestos y la cantidad de plantas madre también dependerá de la intención que tengamos. Si lo que vamos a hacer es crecer estas madres solo para extraer esquejes y eliminarlas, las macetas más pequeñas son suficientes. Si, por el contrario y de forma más racional, vamos a mantener estas madres vivas durante un tiempo, hagámoslo en macetas más grandes, pues son pocas plantas y les vendrá bien el espacio. Recordemos que siempre podemos volver a crear una planta madre partiendo de un esqueje y la planta siempre tendrá la edad de la planta inicial, desde la germinación de la semilla. Es bueno retomar el proceso desde el comienzo, desde la semilla, una vez al año.

He aquí una de las principales virtudes del esquejado, podemos estar poniendo a florecer pequeños esquejes, con tamaños de entre 15 y 20 cm de una edad real de cinco meses. Esto hará que los esquejes crezcan más uniformes y produzcan mayores cantidades de cannabinoides que si solo tuvieran un mes.

Existen diversas formas de hacer crecer y florecer los esquejes dependiendo de las circunstancias, pero nuestra recomendación personal en este espacio es darle poco crecimiento y florecerlos pronto, de forma que los pondremos en macetas de entre 1 y 3 litros (preferiblemente pequeñas) dependiendo de nuestras preferencias y la cantidad de esquejes que queramos. Lo ideal es ocupar la práctica totalidad del espacio de cultivo y crear pequeñas plantas (con tamaños finales unos 20 cm o un poco más) que prácticamente serán “todas flor” antes de la cosecha. Por lo que toca medir y ajustar el número de macetas al espacio concreto de cultivo.

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Es obvio que si nos decantamos por macetas de 3 litros y esquejes de 30 o 40 cm no podremos poner 30 en un armario de estas dimensiones.

Necesitaremos un artilugio adecuado para practicar los cortes aunque un cutter esterilizado puede hacer las delicias de los más conformistas. Los bisturís especializados son los más recomendables. También necesitaremos un líquido cicatrizante o algún líquido de sellado (hay quien se sirve de su saliva) y las hormonas para poder provocar el nuevo crecimiento de raíz en estas ramas cortadas.

Para ser del todo sincero, no es coser y cantar que estas ramas produzcan nuevas raíces. No basta con echar hormonas y esperar. Las condiciones de humedad y calor son fundamentales. La planta (viva después de ser cortada) debe alimentarse a través de las hojas, por lo que la humedad ambiental es fundamental y sin calor de ahí no va a salir ni una sola raíz.

Para no complicar demasiado la existencia de los primerizos podemos enraizar estos esquejes o clones en jiffys aunque la lana de roca es una de las mejores alternativas.

Si nos decantamos por lo sencillo, aunque un poco más caro, existen propagadores eléctricos, por unos 30 €, que hacen todas las funciones que aquí requerimos. Crean condensación y por lo tanto humedad ambiental y además tienen una manta eléctrica incorporada que permite dar el calor adecuado a nuestro clones.

Existen ciertas peculiaridades nutricionales que explicaremos en el próximo número pero a grandes rasgos y para que podáis ir preparando todos vuestros enseres de cultivo, el resto de productos utilizados (abono, prevención de plagas y moho, potenciadores de la floración, etc.) son exactamente los mismos.

En el próximo número explicaremos el procedimiento en un sencillo “paso a paso”, desde la germinación hasta la segunda cosecha y os pondremos al día de todas las claves y los pequeños trucos para acercarnos a un éxito total en la labor del esquejado.

 

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.