Y, de paso, disminuir la posibilidad de hermafroditas con las feminizadas y obtener plantas más sanas y vigorosas

Por Jim ContainerHunter

Habrá quien me diga que escribir un artículo sobre semillas no feminizadas a estas alturas es una antigualla, dada la actual situación del mercado, pero yo qué culpa tengo si no estoy de acuerdo con una serie de cosas.

   Sí, ya sé que hay una lista de Bancos enteros (que abarca desde los artesanales, como Vulkania, a los de gran tamaño, como GreenHouse) que han descatalogado sus gamas no feminizadas. Dr. Grow, de Vulkania, dice que las no feminizadas ya no se venden porque el gran público no las quiere, que no le quedó más remedio que hacerlo en contra de su voluntad, que es lo que hay y que qué le vamos a hacer, y fin de la historia.

   Porque más del 90% de cultivadores son principiantes y, cuando entran de compras a un growshop, piden alguna más índica o alguna más sativa, pero que no tarden demasiado en cogollar para que no den demasiados problemas, y además feminizadas para no tener que mantener machos innecesariamente. Vale, son principiantes y están en su derecho.

   Pero yo voy a hacer un alegato en pro de las semillas no feminizadas, que para eso soy cannabicultor y redactor de esta (gloriosa) revista.

   Pero empezaré haciendo de abogado del diablo de mí mismo y defenderé a las feminizadas un poquito. Porque, las cosas como son, la feminización ha avanzado mucho de unos años a esta parte. La prueba es que hay Bancos que salieron al mercado sólo con gama feminizada y sus productos son muy buenos. Por citar sólo españoles, Sweet Seeds, Pyramid Seeds, World of Seeds, Dinafem… todos ellos tienen muy buena fama. Sin ir más lejos, la Critical Mass de Dinafem es una mala bestia y se puede convertir en un auténtico árbol plantada en el suelo, por no hablar de su desnucante Moby Dick; la Psicodelicia de Sweet Seeds es una maravilla polivalente; World of Seeds se permite el lujo de tener una gama de “landraces” feminizadas (y también sin feminizar)… todas son buenísimas.

   Pero se supone que buena parte de nuestros lectores son gente con un mínimo de inquietudes y, por tanto, capaces de salirse de los caminos más trillados. Y por cada banco que tiene feminizadas sigue habiendo veinte o más que sólo funcionan todavía con las tradicionales, sobre todo los muy puristas y los especializados en landraces, por no hablar de que casi ninguno de los Bancos baratos tiene gama feminizada ¿Para qué me estoy dejando los ojos frente al ordenador y matándome a teclear centrando mi serie de “Surfeando por Internet” en los Bancos baratos para que capeéis la jodía crisis si nadie va a comprar ni una semilla de ellos porque están sin feminizar? ¡No me hagáis esto ni os lo hagáis a vosotros/as!

Las no feminizadas tienen sus ventajas

   Tirar de semillas sin feminizar es asegurarse de cultivar modalidades que no tiene nadie, lo que a algunos puede parecer mero esnobismo, pero también de ampliar sobremanera el abanico de modalidades de yerbas y Bancos disponibles.

   Ítem Más: en los tiempos –cada vez más lejanos, me temo- en que muchos Bancos sacaban semillas con y sin feminización, compañeros cultivandangas y yo mismo plantamos algún año ambos tipos, de la misma modalidad y el mismo Banco. Para empezar, las feminizadas suelen costar el doble. Y, aparte de habernos salido machos en las no feminizadas, y pocos (los matas y ya está), y habernos podido salir alguna hermafrodita en ambas, siempre poquísimas veces (con mayor porcentaje entre las feminizadas, por cierto), las feminizadas crecieron SIEMPRE más cutres, más pequeñas, con menos producción y más flojas de efecto. Y estamos hablando de resultados empíricos ¿vale?

   Por supuesto, eso tiene su más absoluta lógica. Para obtener el “pólen-femenino” que fecundará a la madre hay que putear considerablemente a la madre para revertir su sexo y volverla padre, y eso al final es lógico que pase factura. Aunque las técnicas de feminización de los Bancos cada día avanzan más. Por ejemplo, se han descartado los fotoperíodos aberrantes y el ácido giberélico –que ya sólo se dedica a aumentos de producción (con las debidas precauciones)- en detrimento del Tiosulfato de Plata (STS, método Moham Ram). Hace poco se han obtenido nuevos tiosulfatos que no son exactamente de sodio y estresan/joroban menos a la planta. La ciencia evoluciona y nosotros con ella, pero eso no significa que lo tradicional se haya vuelto una basura de un día para otro.

¿Cómo hay tanto cultivador “talibán-del-ecologismo” que sólo emplea abonos biológicos porque le va “sólo lo natural” y luego planta semillas feminizadas? Eso no es ni lógica ni coherencia.

   La buena noticia es que, con un mínimo de conocimientos, puedes aumentar bastante la proporción de hembras en semillas feminizadas. Y aquí bastante significa un 80 ó 90%, que lo sepáis. La mala es que hay que tener puñetera idea (para eso nos leéis ¿no?), los conceptos claros y currárselo. Pero sólo un poquito más.

Pero atentos, que aquí viene lo mejor. Porque las técnicas para aumentar el porcentaje de hembras en las semillas no feminizadas son las mismas que para reducir (incluso eliminar) la posibilidad de hermafroditas entre las feminizadas.

   Más aún. Los consejos que cito a continuación son de lo más útil para asegurarte la supervivencia de todas o casi todas tus plantas procedentes de semillas -feminizadas o no- y/o esquejes, aumentando su vigor y, por lo tanto, su producción y potencia. Y deberían marcar la diferencia entre un cultivador principiante y uno que ya está dejando de serlo… además de ser de lo más fácil.

 Que no les falte de nada

   Para empezar, las plántulas recién nacidas no deben carecer de nada, ni de luz ni de nutrientes, porque cualquier circunstancia estresante aumenta los porcentajes de machos. Por supuesto, que les falte humedad o luz es nefasto en cualquier circunstancia. En la naturaleza lo normal es que la proporción de machos sea algo inferior al de hembras, no un 50/50 exacto sino 40/60 o por ahí, ya que lo mejor para la propagación de la especie es que haya más hembras, pues un solo macho puede polinizar a docenas (y hasta centenares) de ellas; el ratio de machos aumenta para asegurar la supervivencia de la especie cuando las situaciones son hostiles. Y darle un abono demasiado fuerte también es un factor estresante, lo suyo es empezar con 1/3 de lo que recomiendan los fabricantes, para pasar a ½ al cabo de tres o cuatro semanas y a la dosis completa algo después.

   En varios Bancos afirman que el porcentaje de hembras aumenta bajando la temperatura ambiental. Esto es lo único que no he podido comprobar –aún-, pero recordemos que el ambiente idóneo de crecimiento del cannabis, y mucho más en su primera fase, es de 20-22ºC. Quizá interese dejarlo (si se puede) en 16-18ºC para tener más hembras, pero no menos. El problema es que esto sólo puede conseguirse si dispones de aire acondicionado, pero nunca está de más plantearse cuál es la zona más fresquita de la casa… con el problema de que lo más normal sea que ésta sea la menos soleada, con lo cual perdemos luz y eso NO COMPENSA NADA.

   Añadamos que, si tienes aire acondicionado en casa, tendrás que gastar la electricidad necesaria para climatizar una habitación entera cuando en realidad sólo necesitas el equivalente a medio metro cúbico o incluso menos. Hay algún aparato de tipo “pingüino” que vale la pena, sin ser demasiado caro (los encontrarás más baratos de segunda mano si los buscas en invierno, en verano sube la demanda), pero sólo sirven para algo los de dos unidades, el compresor que va en la ventana y la unidad interna. Los que se mueven con ruedas por la casa y carecen de compresor externo son una engañifa vil y no valen para nada.

   Seguimos. Tanto en el caso de funcionar con esquejes como con semillas, siempre es beneficioso que la superficie –vulgo, tierra. O coco, o cubos de fibra, o…- tenga una temperatura de dos o cuatro grados centígrados superior a la del aire, salvo que seas de los que cultivas bien tarde, en pleno verano (por mala planificación, haber estado demasiado liado, querer plantas pequeñas para que no den el cante, tirar de autoflorecientes o la razón que sea) y haya un calorazo tremendo (en cuyo caso te recomendaríamos tirar de genéticas africanas o afghanas, las holandesas igual palman con esa temperatura porque están aclimatadas a todo lo contrario. O alguna todoterreno de las que lo aguantan todo, como la Shep Stone de Zenith Seeds –muy purista Banco que, por cierto, no produce feminizadas-, por citar alguna).

Mini-invernaderos para todos los gustos

   Los mini-invernaderos que vende cualquier growshop son fundamentales para cualquier cannabicultor ¿no? Con sólo poner un vaso de agua dentro ya le das a las plántulas la humedad debida.

   Pues hay algún modelo con suelo calefactado, pero cuesta el triple que los normales. Si tu presupuesto es mínimo (maldita crisis macroeconómica global) hay un truco: las mantas térmicas son muy baratas y, a nada que te muevas para conseguir una de segunda mano (¡qué útil es internet!), más. Por no hablar de que la abuelita o la tía de todo el mundo siempre tiene una.

   Seguimos. Es básico que las plantitas crezcan con buena luz, independientemente de que vengan de semilla feminizada o estándar. Si las intentas sacar adelante en una habitación y no están al lado de la ventana, se “espigarán”. Es decir, crecerán a lo alto como desesperadas buscando la luz que les falta, los tallos serán demasiado débiles para su longitud y, cuando te quieras dar cuenta, habrán fallecido todas masivamente.

   Incluso si las pones a crecer al lado de la ventana, siempre es bueno darle alguna luz adicional, sobre todo si es de uso específico cannnábico (en el próximo número hablaré cumplidamente sobre el particular). Eso no sólo repercute en más hembras, sino en más plantas vivas y en que éstas crezcan más sanas y hermosotas. También importa que las plántulas crezcan en un sitio en que haya un mínimo de brisa, porque eso refuerza sus tallos. En el peor de los casos, un ventilador es baratísimo y no gasta casi nada de electricidad. Pero uno pequeñito, de los de taxista o de refrigerar ordenadores, uno más grande seguro que las troncha.

   Y ahora atentos a este truquito molón. Combinando calefacción con luz adicional puedes poner a las plantas a crecer en febrero, incluso en enero o antes. En el caso de que puedas plantar en suelo, bien en huerto o bien en guerrilla (debidamente acondicionado/compostado, en ambos casos), o dispongas de macetas gigantescas, del tamaño de barriles (y espacio para que crezcan a lo alto y a lo ancho, claro está), obtendrás así plantas mucho más grandes, del tamaño de árboles, salvo que sean de las que no pasan de un metro hagas lo que hagas por ser “lanraces” en ese plan o genéticas muy específicas para indoor. Las transplantas al huerto en mayo y ya está (siempre es útil darle buen abono foliar y radicular en ese caso… y en todos), aunque yo siempre recomiendo protegerlas en esas fechas con un plástico transparente por encima (y eso siempre, independientemente del mes en que las pusieras a germinar) porque en nuestra latitud ese es el mes de las granizadas a traición.

   Si pones a las plántulas a germinar en la terraza o patio correspondiente, hay un truco para hacerlo en febrero, enero, diciembre…: fabricas un habitáculo con plástico transparente, del que se usa para los invernaderos “a lo Almería” (las varillas las puedes hacer con cualquier cosa: listones, alambres, varillas…) y lo calientas con un calefactor, de los que llevan ventilador. Salvo que vivas en una zona en que los inviernos sean brutales, tampoco gasta tanta electricidad. Tienes que hacer un par de pruebas con un termómetro para ver en qué punto debes poner el termostato (así las plantas ni se asan ni se congelan y tú no te arruinas con la factura del contador), pero es fácil.

   En ese caso puedes ir a por la famosa “cosecha de primavera” para tener dos cosechas en un año (la de reportajes que habremos publicado en esta revista sobre ello) y/o a por plantas que se acaben poniendo gigantescas en otoño si tienen mucho suelo disponible. En ambos casos debes reforzar el fotoperiodo con luz artificial para que no se pongan a cogollar antes de tiempo. Lo cual le vendrá de maravilla a las plántulas, ya que en esas fechas la luz solar tiene menor intensidad que en el verano. Es decir, las tienes con luz adicional durante todo el ciclo diurno y dos o tres horitas más, con unos simples fluorescentes vale (y si son de uso agrícola, mejor aún).

Capítulo 2
La importancia de la iluminación adicional y los rayos UVA

Lo prometido es deuda, y acabé la primera parte de esta entrega anunciando que hablaría de iluminación en los cultivos. Y allá voy, pero con una advertencia inicial: no voy a hablar sólo de cultivo indoor, sino también (y, más importante todavía) de algún truquito para la gente que cultive en exterior (del cual soy absoluto defensor).

Como dije en el número anterior, es fundamental que a las delicadas plántulas no les falte nada de luz mientras están creciendo. Y que un espectro lumínico más azulado proporciona mayor porcentaje de hembras. Desarrollemos la jugada:

Salvo que tengas los brotes (también llamados plántulas) en una terraza, patio o huerto a pleno sol, desde que éste sale hasta que se pone, habrá momentos del día en que no reciban luz solar directa. Las cosechas que habré sacado yo adelante en mi terracita guarra, con sólo dos horas y media de sol directo al día…

Pues, aunque las plantitas tengan todo el solazo/Lorenzo del mundo, para aumentar el porcentaje de hembras en plantas procedentes de semillas no feminizadas, disminuir o eliminar el de hermafroditas en feminizadas y, en cualquier caso, ayudar al fortalecimiento de todas, incluyendo las procedentes de esquejes, lo suyo es reforzar la iluminación. Y es fundamental que dicho refuerzo tenga el espectro más azulado posible.

Los fluorescentes con espectro específico de crecimiento son muy útiles para esto, y hablo de fluorescentes porque en el primer estadio de crecimiento no necesitamos la potencia de lámparas de 400 watios o más si funcionas en indoor (si te da el punto virguero y quiere meter alguna de 125 w cuando ya anden por dos palmos de altura, tú mismo). Pero atentos al chivatazo: hay una empresa de equipos de iluminación para uso expresamente agrario y cannábico, Secret Jardín, que tiene maravillas a precios muy asequibles.

Esta gente tiene en su catálogo, además de varios modelos de armario de cultivo, una gama de fluorescentes, la T-Neon, fastuosa. Porque además de los característicos espectros de floración (amarillo, con temperatura de luz de 2.700 grados Kelvin) y crecimiento (azulado/blanco frío, de 6.500 ºK),tienen otro de 9.500 ºK, es decir, ultravioleta A, específico para crecimiento de esquejes y plántulas y aumento del porcentaje de hembras. Eso sí, como fluorescentes que son, necesitan su correspondiente balastro, que Secret Jardin también vende (podrías recurrir a la tienda de electricidad del barrio, pero el de esta marca es bueno y barato), y los cables, los casquillos y el enchufe, claro está. O sea, un ratito de bricolaje y no más.

En el caso de que tu presupuesto sea mínimo o tu growshop local sea tan sota-caballo-rey que no te los puedan traer, siempre puedes recurrir al apaño de alguna lámpara de bronceado UVA de segunda mano. No es tan buen sistema, pero vale. Eso sí, estamos hablando de uno o dos pares de fluorescentes de 36 ó 50 W UVA y otro par o dos pares de 6.500 ºK por cosa de 12 ó 24 plántulas, no hace falta meter más. Por poder, puedes, pero ya entramos en el terreno de los experimentos… y siempre animamos a nuestros/as lectores/as a ello, por supuesto.

Ahora, al loro. Dicho refuerzo lumínico es muy útil incluso funcionando en exterior, pero también es muy práctico si has plantado muy pronto (para sacar plantas enormes o las famosas dos cosechas al año/cosecha de Primavera) o muy tarde, con vistas a evitar que las plantas se pongan a cogollar antes de tiempo. Si has plantado en enero o febrero, incluso en marzo, a lo tradicional, puede que las pocas horas de sol hagan que se te pongan a cogollar las plantas cuando no tienen ni palmo y medio. Si lo hiciste en Junio, por la razón que sea (la más habitual y/o lógica sería que no quieras plantas demasiado grandes para que no se canteen), añadirles un par de horitas extra de luz artificial al día hará que no florezcan hasta que tengan el tamaño que quieras, aunque cosecharás algo más tarde. Pero no les des luz sólo esas dos horas, sino durante todo el ciclo diurno.

Y si dicha iluminación adicional la proporcionas con ultravioletas A (UVA), el porcentaje de machos y/o hermafroditas caerá en picado. Aunque si también quieres retardar el florecimiento también deberás añadir algún fluorescente de luz azul/blanca fría porque el UVA sólo, por sí mismo, no afecta apenas a los fotoperíodos.

(Y que no se me olvide que tengo que escribir algún artículo sobre los interesantes usos en cultivo de los ultravioletas A, B y C en algún número de estos).

Los nutrientes: más nitrógeno

La teoría clásica dice que el cannabis para crecer necesita sobre todo nitrógeno y para florecer, fósforo y potasio (y oligoelementos en ambos casos). Las teorías más modernas reducen el porcentaje de nitrógeno en los abonos de crecimiento para que las plantas no se pongan demasiado altas, con espacios internodales más largos, y den igual producción con una estatura de 60 ó 70 cms que con una de más de un metro.

Pues aquí empiezan los problemas

Porque resulta que los porcentajes de nitrógeno, fósforo y potasio son factores fundamentales en el resultado final del sexo de las plantas. Más nitrógeno redunda en más hembras; más fósforo (y, en menor medida, más potasio) se traduce en más machos (en menor medida, más hermafroditas).

Y los últimos abonos, los de más última-última generación, tienden a reducir los porcentajes de nitrógeno para que las plantas no se pongan demasiado altas, y a aumentar (en algún caso, a lo bestia) los de fósforo para reforzar el sistema radicular. Por ejemplo, hay una marca de muy reciente creación, la holandesa Metrop, que es magnífica y con fertilizantes concentradísimos… pero cuyo abono de crecimiento, el MR1, tiene unos brutales porcentajes N-P-K de ¡10-40-20! Me consta que es una marca bien buena (y bien cara) y las pruebas que estoy haciendo con ella auguran lo mejor, pero me da miedo su fertilizante de crecimiento, salvo en caso de trabajar con esquejes, porque si no se corre el peligro de acabar obteniendo machos a montones si se trabaja con semillas sin feminizar. El peligro de aumentar el porcentaje de hermafroditas echándole mucho fósforo a semillas feminizadas también existe, pero es mucho menor. Y que conste que los bioestimuladores de Metrop, obtenidos por biosíntesis, son una maravilla.

Y aquí seguimos con los problemas, aunque mínimos. Porque sólo hay una marca en el mercado con un abono de nitrógeno puro, Canna. Lo denominan “Enmienda de Nitrógeno”, y con razón, porque sólo puede usarse como aditivo ya que sin fósforo, potasio ni oligoelementos las plantas acaban palmando. No es caro (unos 14 euros el bote de un litro, que te va a durar al menos dos cosechas salvo que tengas plantado un valle entero), pero casi ningún growshop lo tiene disponible en catálogo (y ya no digamos en las estanterías). El mío lo compré en el HousePlant de la madrileña Calle de la Palma, muy amigos míos (el Poti, el Aarón…) y lo tuvieron que encargar mientras me decían que cómo soy, que pido cosas que no pide nadie (estaba en el catálogo ¿no?).

Como la jugada va de echarle sólo 1 ó 2 ml a cada litro de solución nutriente para riego, máximo 3 ml y con muchísimo cuidado, ya llevo dos cosechas con él y aún no se me ha agotado. Pero yo vivo en Madrid y conozco casi todos los grows de la ciudad (así trabajo de redactor donde trabajo, no te…), pero si tú resides en un apartado y bucólico pueblecito igual tienes la ventaja de disponer de un glorioso pedazo de cacho de trozo de huerto (y/o salvaje y agreste monte para guerrillear al ladito, además), qué envidia tan malsana la que me corroe, pero lo de disponer de growshops fácil que lo lleves más cuesta arriba.

Y claro, las plantas te saldrán hembras casi todas, pero serán más altas de lo normal y te pueden obligar a pasar las de Caín para camuflarlas (aunque, eso sí, estarán hermosísimas). Problemas, problemas…

Las auxinas y las giberelinas

Seguimos. Hay dos familias de fitohormonas muy interesantes, las auxinas y las giberelinas. Ambas se encargan de un montón de cosas en el sistema endocrino de la planta, como potenciar el sistema inmunológico, pero además son responsables en gran parte de su “elección” de sexo. Darles a las plántulas auxinas y giberelinas (no confundir a estas últimas con su pariente, el ácido giberélico, que va de otro rollo totalmente distinto) es sinónimo de aumentar el porcentaje de hembras de forma estratosférica.

Pero seguimos con los problemillas, porque resulta que sólo parece haber un fertilizante con auxinas en el marcado, y es más bien carito: el celebérrimo Hemplex de los murcianos Trabe, pioneros de la agricultura ecológica en España, que cuesta 15 euros el bote de 250 cc (aunque por internet lo he visto alguna vez a 9). Si no lo conocéis aún quedaos con la copla, porque es uno de los mejores abonos foliares que existen. Jorge Cervantes le llama “Rolls Royce de los nutrientes foliares”, el personal de Plantania Carabanchel (un encanto de gente) dice de él que “mira que habrá salvado cosechas”… Si además de aplicación foliar (en la fase de floración, usado así, da unos resultados increíbles, pero hay que cuadruplicar la dosis) lo usáis en riego tendréis muchos menos machos y hermafroditas y se os pondrán las plantas como toros porque es una explosiva sopa ultraconcentrada de auxinas, betaínas, citoquininas, aminoácidos, polisacáridos y oligoelementos obtenida de la muy nutritiva alga Kelpo (Laminaria Saccharacina), procedente del Oceano Índico.

Aunque hay algo que JAMÁS debéis olvidar: no hay que abusar NUNCA de los abonos foliares (yo lo descubrí por las malas) porque entonces las plantas se malacostumbran a alimentarse por las hojas en vez de por las raíces y crecen más de lo que estas últimas pueden soportar, con lo cual palman. Y más de una vez cada dos semanas es pasarse. Aunque para asegurar más número de hembras puedes reducir la dosis y duplicar la frecuencia de riego. Usar también un buen estimulador de raíces ayudará, pero como lo suyo es usarlo siempre…

Pero, antes de que os echéis las manos a la cabeza, vienen las buenas noticias: hay una forma casera de obtener auxinas baratísima. ¡Es tan fácil como poner lentejas en remojo! Cuando te vayas a zampar unas buenas lentejitas, primero hierves bien el agua para eliminar cualquier posible microorganismo (que se le evapore por lo menos un tercio), luego pones las lentejas a remojar con la mayor proporción de lentejas y la menor de agua que puedas y, en vez de dejarlas una noche, las dejas tres días acordándote de removerlas de vez en cuando. Luego, el agua la usas para riego, con la misma adición de nutrientes que de costumbre, y las lentejas te las papeas, y si es con chorizo mejor (salvo que seas vegetariano/a… pero aquí deberías transigir). Y si optas por un puré de lentejas o plato similar, las estrujas bien y pasas por el colador lo que suelten, lo cual resulta más efectivo todavía. Y ya puestos, si además le echas 1 ml por litro del citado Hemplex en uso foliar (y 1/4 de litro en uso foliar te da para una docena de plantas) y/o 3-4 ml/l en riego, miel sobre hojuelas.

En cuanto a las giberelinas, el Hemplex tiene un hermano más barato, el AlgHemp, que lleva giberelinas, citoquininas, minerales traza, carbohidratos y 14 vitaminas (incluida la B-12). Cuesta unos 12 euros el bote de 1 litro, lo obtienen de 3 tipos de algas (Ascophylum Nodosum, Laminaria Bongardiana y Macrocystis Pirifera) y lo hay de dos tipos, el de crecimiento y el de floración. Trabe recomienda echar en el riego 10 ml/l una vez a la semana, pero es imposible sobrefertilizar las plantas con él. Yo suelo añadir 5-8 ml/l a casi todos mis riegos (combinándolo con igual dosis de Ortipur) y los resultados son espectaculares.

Para cerrar, otra recomendación. De no sobreabonar las plantas no hace falta que hable porque entonces no es que salgan más machos, es que se mueren todas y punto. Pero también es muy importante no “prensar” demasiado el cultivo, es decir, no meterle demasiadas plantas por m2, pues eso es un terrible factor de estrés para ellas. Si te pasas de densidad de plantas buscando más producción, la cagas. Entonces ninguna recibe la debida ración de aire ni de luz (natural o artificial), lo cual revierte en que los porcentajes de machos y hermafroditas se multipliquen de mala manera ¡La avaricia es aquí muy mala consejera!

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.