La primavera avanza hacia el verano con todo su sol y, por supuesto pletórico de calor. Este calor que este año, según las previsiones va a sobrepasar los cuarenta grados centígrados en muchos lugares puede ser capaz de asfixiar y cocer el sistema radicular de nuestras amadas nenas que están en pleno crecimiento en sus macetas. A pesar de que la parte aérea de la planta es capaz de soportar temperaturas más altas, los 40º parecen ser el límite para el colapso de las raíces. Incluso aunque la planta no llegue a morir, con seguridad verá frenado su desarrollo.

Texto Luis Hidalgo

Este año parece ser diferente en cuanto a temperaturas, lluvias y humedades. Quizá la evidencia del cambio climático sea mayor para los cannabicultores y agricultores en general que ven como las condiciones medioambientales que se han dado en sus zonas durante años de repente han ido variando hasta este año, en el que todo parece estar patas arriba. Lo cierto es que tanto en terraza como en jardín, cuando las plantas están en maceta sufren en verano, y más cuanto más pequeñas son las macetas.

El caso es que en muchas regiones la primavera a entrado casi como si fuera verano, con temperaturas altas y lluvias tipo sub tropical, cortas, intensas, de gota gorda y agua caliente… Todo ello provoca que los cultivos en maceta se vean afectados, sufriendo varios efectos negativos producidos por el calor, como por ejemplo, la pérdida rápida de oxígeno que no se fija al sustrato, con lo que el intercambio iónico necesario para que la membrana radicular absorba las sales que alimentarán la planta se dificulta en exceso y ésta empezará a mostrar síntomas de carencias aun a pesar de que el sustrato esté perfectamente cargado de nutrientes..

Otro efecto negativo es el hecho de que si se mantiene el sustrato húmedo de forma más o menos permanente, las raíces seguramente se pudrirán si la masa sustrato / agua está a más de 40 grados durante varias horas seguidas. Además, la aparición de hongos y mohos estará a la orden del día, dañando y pudriendo las bases de los tallos. En definitiva, si bien el cannabis es una planta superviviente y adaptable por excelencia, han de pasar años hasta que una línea se adapta a un nuevo entorno climático. Mientras tanto, por la ley de selección natural, la mayoría de los ejemplares sufrirán y morirán o bien producirán marihuana de baja calidad al no poder soportar los cambios de temperatura y humedad en su entorno.

Entrada y desague

Buscando Soluciones

De cualquier manera, siempre han existido áreas donde el calor en primavera – verano es extremo, como en el Sur o el Centro. Tras años sufriendo el problema del calor en macetas en verano, vamos a ver como atacar la cuestión de manera que podamos mantener o incluso reducir la temperatura de la maceta sin excesivas complicaciones, siempre dependiendo de la inversión que estemos dispuestos a realizar.

Como es obvio, la primera acción a tomar será utilizar macetas blancas o marrones, pero nunca negras ya que el negro absorbe toda la luz, y con ella, el calor, mientras que el blanco lo refleja. En caso de no disponer de macetas blancas, podemos forrarlas por fuera con cinta adhesiva blanca o incluso pintarlas con determinados esmaltes para exterior. Otra muy buena opción es “forrarlas” por fuera con espuma de sellado que es un muy buen aislante térmico una vez que se solidifica. Es frecuente ver en explotaciones agrícolas y ganaderas que las garrafas de agua de las que bebe la gente cuando anda por mitad del campo estén aisladas por fuera con este método a modo de “termo” que conserva el agua fresca en su interior. Últimamente han aparecido una especie de macetas fabricadas en Porexpán blanco, que funcionan bastante bien, pero su precio no es muy asequible en caso de necesitar cantidad y el efecto viene a ser el mismo.

Te puede Interesar
El trasplante en tierra "paso a paso": Guía esencial para novatos

Por supuesto, la opción de sombrear utilizando mallas calibradas (20%, 30%) durante las horas de más calor o sol directo siempre está disponible, pero sacrificamos potencia lumínica a cambio de reducir esos 2 ó 3 grados de temperatura que pueden marcar la diferencia entre una cosecha feliz y unas plantas malogradas. También el movimiento de macetas es usual, desplazándolas a zonas más sombreadas o metiéndolas en casa en los momentos de calor extremo, pero como se puede suponer, esto provoca un trabajo extra que puede llegar a hacerse realmente tedioso si hay más que unas cuantas macetas y además son de tamaño medio o grande.

Primera maceta

Ya desde hace tiempo se conoce la técnica de la cámara de aire, que se traduce en utilizar dos macetas, una más grande que será la exterior y otra en la que se encuentra la planta, más pequeña. Esta se introduce en la otra quedando un hueco entre las dos que se puede rellenar con algún elemento aislante, como la arlita. De esta forma se crea una especie de cámara de aire entre las dos que aísla de alguna manera a la interior al hacer que el aire se caliente menos alrededor.

Basado en esta técnica, hemos desarrollado un sistema más dinámico, que mantenga dentro de un rango razonable la temperatura de la masa que conforman el sustrato, el agua del riego y las raíces, de manera que aunque en el ambiente la temperatura sea extrema, el sistema radicular continúe funcionando de forma óptima asumiendo sin problemas la sobrecarga medioambiental que aumentará el ratio de evapotranspiración.

Refrigeración Asistida

Como decíamos, vamos a utilizar un sistema de tres contenedores por planta que podremos refrigerar con aire o con agua. Aunque a primera vista puede parecer que la inversión económica a realizar no merezca la pena, veremos que ésta es realmente baja y los beneficios que obtendremos en forma de producción y buen desarrollo en floración lo amortizan con creces.

Vamos a construir una cámara independiente de la maceta en la que insertaremos ésta, y por la que haremos pasar una corriente de agua o de aire de forma que sin que toque físicamente el sustrato consiga “refrescarlo”. Para ello, comenzaremos con un simple cubo redondo de los de fregar que podremos adquirir en cualquier supermercado o tienda de saldos. Este cubo será la base del sistema haciendo de cubeta exterior. Ahora, realizaremos dos orificios en el cubo, uno enfrente de otro. Un orificio estará en la parte baja del cubo, lo más cercano a la base y será de un centímetro de diámetro, y el de enfrente lo haremos en la parte superior como a tres quintas partes de la altura del cubo y será de dos centímetros de diámetro.

segunda maceta

A continuación insertaremos una goma de ajuste en cada agujero y las sellaremos con adhesivo especial para juntas de fontanería con el fin de que no haya escapes si usamos agua para refrigerar. Por los orificios del interior de las gomas introduciremos los tubos de goma por los que entrará y saldrá el refrigerante. Si utilizamos agua, la entrada será el orificio superior y la salida el inferior. En caso de usar sólo aire, meteremos este por abajo y saldrá por arriba.

Te puede Interesar
Control parabiológico del pulgón de raíces

Detalle del conjuntoEl sistema básico ya está preparado. Ahora, cogemos una maceta igual que la que estemos usando para la planta y sellamos sus orificios de drenaje y llenamos con arlita hasta unos 20 ó 25 centímetros de altura y encajamos dentro la maceta con la planta. El hueco inferior servirá como espacio de reserva para el agua sobrante del drenaje cuando regamos, de forma que no haya encharcamientos. Para terminar, metemos el conjunto centrándolo en el cubo. Sólo falta poner en marcha el circuito de refrigeración.

Para ello, necesitamos un recipiente que haga de depósito, tanto si usamos agua como aire. Si lo hacemos con agua, necesitaremos al menos 25 litros, si es mas, mejor. Por el contrario, con aire bastarán 15 ó 20 litros pero deberá poder cerrarse lo más herméticamente posible. Colocamos en el depósito un bloque de hielo que previamente habremos hecho, congelando una botella de plástico o una olla en la nevera. A continuación, llenamos con agua o tapamos si usamos aire.

Por último, introducimos una bomba de agua o de aire en el depósito, conectamos éste con los tubos de entrada y salida del cubo contenedor y al ponerla en funcionamiento comenzará a fluir el agua o el aire frío por el interior del cubo, volviendo al depósito por el desagüe (en el caso del agua). Es necesario controlar la bomba con un temporizador si usamos agua con el fin de que desconecte cuando el nivel del agua suba en exceso dentro del cubo y conecte cuando baje, para lo que se realiza primero una prueba con el cronómetro en la mano para ver el tiempo exacto de llenado y vaciado..

Este invento es una evolución o adaptación de los sistemas de refrigeración de microchips en ordenadores de alta gama, que en verano en ocasiones llegan a alcanzar temperaturas que los “funden”. Esperamos que experimentéis con el sistema hasta dar con los ajustes óptimos, pues vuestras niñas os lo agradecerán y podrán aprovechar mejor el brillante sol.

Agua circulando

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.